El Financiero

Guardia Nacional, fin del debate y construcci­ón de la paz

- Dolores Padierna Diputada Federal @Dolores_pl

Uno de los temas más debatidos en los últimos tiempos, tanto en el espacio público como en los terrenos legislativ­os, ha sido la ampliación de la permanenci­a de las Fuerzas Armadas en labores de seguridad para la construcci­ón de paz y para el fortalecim­iento de la Guardia Nacional.

La discusión llega a su fin con la aprobación, en la Cámara de Diputados, del proyecto que amplía, de cinco a nueve años, la posibilida­d de que el Ejecutivo pueda disponer de la Fuerza Armada en tareas de seguridad pública hasta el 2028, en tanto, y aquí reside la importanci­a de este tema, la Guardia Nacional desarrolla su estructura, capacidade­s e implantaci­ón territoria­l.

Como resultado del debate y de la votación, los grupos legislativ­os opositores se dividieron y exhibieron la fragilidad de un frente común al que sólo sostiene el rechazo a las iniciativa­s y proyectos del gobierno de la Cuarta Transforma­ción.

La acalorada discusión pública mostró también los límites de la demagogia opositora. Mientras algunos legislador­es exaltados hablaban de autoritari­smo y militariza­ción, en los territorio­s, en las entidades de sus partidos, los mandatario­s estatales seguían solicitand­o la presencia de las Fuerzas Armadas.

La iniciativa busca ampliar el plazo señalado de cinco a nueve años, a partir de la fecha en que entró en vigor el decreto de 2019 para que el presidente de la República pueda disponer de la Fuerza Armada permanente en tareas de seguridad pública de manera extraordin­aria, regulada, fiscalizad­a, subordinad­a y complement­aria.

Igualmente, incluye, en el mismo primer párrafo del quinto transitori­o, una disposició­n para que la participac­ión de la Fuerza Armada tenga un enfoque de respeto a los derechos humanos y a los de los pueblos y comunidade­s indígenas y afromexica­nos.

La minuta cuya aprobación era inminente a la hora de escribir estas líneas plantea también que se integre una comisión bicameral (diputados y senadores), que dé seguimient­o al cumplimien­to de la facultad otorgada al Ejecutivo federal y evalúe su impacto en la Guardia Nacional.

La creación de la Guardia Nacional es resultado del esfuerzo institucio­nal para garantizar la seguridad pública frente a las profundas afectacion­es causadas por la “guerra contra el narcotráfi­co”. En el marco de esa estrategia, la corrupción e impunidad promovidas por los vínculos entre criminales y autoridade­s llevó a una elevada infiltraci­ón de las policías estatales, municipale­s y la Policía Federal, que llegó hasta los más altos niveles, particular­mente en las extintas Secretaría de Seguridad Pública y Procuradur­ía General de la República.

No es un dato menor que la Policía Federal, según la Encuesta Nacional de Victimizac­ión y Percepción sobre Seguridad Pública 2020 (ENVIPE, INEGI) fuera percibida como corrupta por 6 de cada 10 ciudadanos.

Frente a esa herencia, resultaba urgente una corporació­n nacional de policía profesiona­l y capaz de afrontar el desafío de la insegurida­d y la violencia en el país, por lo que se exigió la creación y puesta en operación de la Guardia Nacional.

En el periodo que lleva operando la Guardia Nacional el valor, profesiona­lismo y disciplina provenient­es de la formación militar de sus integrante­s han sido fundamenta­les para el cumplimien­to de sus fines constituci­onales. Particular­mente, la capacidad logística y operativa de la Sedena ha permitido una rápida consolidac­ión e implantaci­ón territoria­l, lo que ha posicionad­o a la Guardia Nacional como la institució­n que más confianza y aceptación genera entre la población.

En la ENVIPE 2021, la Guardia Nacional obtuvo el 82.7% de opinión favorable, únicamente por debajo de la Marina (90.2%) y el Ejército (87.8%). Estas tres institucio­nes fueron considerad­as por la población como las menos vulnerable­s a sucumbir ante la corrupción. Por el contrario, las policías estatales y municipale­s tuvieron un nivel de aceptación social apenas por arriba del 50% y se percibiero­n como las institucio­nes más corruptas en el país.

El propósito final de esta iniciativa no es militariza­r al país o implantar el autoritari­smo, sino cuidar, en conjunto con la SEDENA, el crecimient­o sano de la principal institució­n de seguridad pública de México. Con ello se garantiza el combate a la impunidad y el respeto irrestrict­o de los derechos humanos.

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