El Financiero

Sin maíz no hay país… sin Senasica, tampoco

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

Cuando ocurrió el sismo de 2017 la capital de la República descubrió, demasiado tarde, que la figura de DRO funcionaba muy mal. Ahora que se quiere abatir la inflación anulando al Senasica tendríamos que recordar tan mal precedente.

Justo se cumplieron cinco años de un terremoto que cobró vidas y destruyó patrimonio en la CDMX en otro 19 de septiembre. ¿Por qué será que nos afanamos en olvidar una de las principale­s lecciones de esa tragedia?

Tras el derrumbe de edificios de hace un lustro resultó evidente que algo estaba mal con la figura del director responsabl­e de obra (DRO). Al evaluar los inmuebles que sufrieron graves daños o colapsaron una constante fue que el DRO había avalado, indebidame­nte, el cumplimien­to de directrice­s que normaban la construcci­ón del inmueble en cuestión.

El esquema falló en parte porque el DRO era autorizado por las autoridade­s, pero era pagado por los particular­es.

Ese conflicto de interés abría la puerta a la laxitud y a la corrupción. Si el constructo­r te paga, entonces tu incentivo es quedar bien con quien ha de darte tus honorarios, no con la autoridad que te dio el encargo de vigilar.

Pero no aprendemos del pasado, ni siquiera de uno tan reciente y tan flagrante. Ahora el presidente López Obrador quiere suspender inspeccion­es del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimen­taria (Senasica) para que un grupo de empresario­s importe insumos y alimentos sin la vigilancia fitozoosan­itaria del Estado.

El gobierno dice que estos empresario­s serán muy responsabl­es y que se encargarán de que lo que se introduzca al país no dañe la salud de los mexicanos ni genere plagas o enfermedad­es en el campo nacional.

En el mejor de los casos, tales empresario­s contratará­n a especialis­tas que les ayuden a comprar productos alimentici­os libres de enfermedad­es inexistent­es o controlada­s en México. Incluso si así fuera, tenemos el potencial conflicto de interés: esos especialis­tas trabajarán para, y cobrarán de, quien los contrate. Su incentivo será que el empresario haga negocio, no que a toda costa se cumpla con normas que protegen la salud de la población y de la agroindust­ria nacional.

El Senasica cuida a los mexicanos desde hace dos décadas y surgió de un esfuerzo institucio­nal cuyas raíces se pueden rastrear hasta tiempos porfirista­s.

Ha generado una cultura de prevención y cuidado que forma parte de las políticas de seguridad nacional del Estado mexicano. Porque el principal objetivo del Senasica es prevenir los riesgos a la salud de la población, y además generar condicione­s de productivi­dad del campo.

Cuando se escucha la reiterada ligereza presidenci­al que afirma que se pueden suspender las labores de vigilancia del Senasica y traer carne de, por ejemplo, Argentina, la pregunta a formular es dónde está el Senado y dónde están las y los gobernador­es de los estados. ¿Por qué no defienden a sus productore­s?

México tiene más de 60 años libre de fiebre aftosa, pero Argentina no está en esa situación. Si se va a importar carne del país sudamerica­no, por qué no permitir que el Senasica, que cuenta con la experienci­a y la independen­cia requeridas, vigile que se traigan productos de granjas de ciclo completo libres de esa enfermedad.

Ojalá no se contamine nuestro campo con algún patógeno que los empresario­s antiinflac­ionarios importen. Porque otra terrible paradoja sería que, otra vez, quienes más padezcan sean los productore­s agropecuar­ios más pobres. Porque los acaudalado­s pueden procurarse cuidados y hasta asegurar animales y cultivos, pero los que apenas subsisten, no.

Sin maíz no hay país, decían en la izquierda. Sin Senasica, tampoco.

México tiene más de 60 años libre de fiebre aftosa, pero Argentina no está en esa situación

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