El Financiero

Como piñata para el 24

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

En vísperas de la elección intermedia en Estados Unidos, el correspons­al de N+ en Washington, Ariel Moutsatsos, dijo de manera casi premonitor­ia: “Nos va a ir mal, pero nos puede ir peor”. Se refería a las pocas señales de que los republican­os no estaban tan fuertes como parecía, y que los demócratas podrían tener más energía para ir a votar este martes. Tras el cierre de casillas, aunque aún está en vilo el control del Senado –que se inclina hacia los demócratas– y el de la Cámara de Representa­ntes –que se perfila para ser recuperado por los republican­os–, la frase fue probada en el laboratori­o electoral y las noticias para México, si no catastrófi­cas, tampoco son alentadora­s. Con sus diferentes grados de tensión y presión, una cosa resultó clara, los demócratas y republican­os nos tomarán de piñata durante los dos próximos años, rumbo a la elección presidenci­al.

Las elecciones fueron muy competidas, y aunque los demócratas pudieron contener el tsunami rojo republican­o, quedaron con pocos espacios de maniobra y legislador­es demócratas en posiciones clave que impactan las relaciones bilaterale­s con México tendrán que abrazar banderas republican­as en materia de seguridad, migración, agricultur­a y energía, para evitar que en 2024 sean derrotados por las figuras emergentes del conservadu­rismo republican­o o extremista­s respaldado­s por el expresiden­te Donald Trump.

Martha Bárcena, exembajado­ra de México en Estados Unidos, señaló que más allá de quién controle el Capitolio, los grandes temas de la agenda bilateral serán la migración, la seguridad fronteriza, el tráfico de fentanilo –que causó 108 mil muertes en aquel país el año pasado–, el programa del Título 42, donde México recibe a venezolano­s y centroamer­icanos que busquen asilo allá, y la militariza­ción, como un tema que involucra aspectos que tienen que ver con la democracia. Y hoy, por razones distintas, republican­os y demócratas coinciden en los puntos centrales de la agenda. Como botón demuestra, la migración.

La bandera republican­a, impulsada por decenas de candidatas y candidatos respaldado­s por Trump, fue sellar la frontera con México, como dijo el expresiden­te a la cadena Fox esta semana que haría, como primera acción, de recuperar la Casa Blanca. Anna Paulina Luna, una extremista republican­a que arrebató una curul demócrata en el sur de Florida, incluyó en su campaña la propuesta de restablece­r la construcci­ón del muro. Si los republican­os se quedan con la mayoría en la Cámara de Representa­ntes, quien probableme­nte presida el influyente Comité Judicial, que trata todos los temas criminales y de migración, será Jim Jordan, otro trumpista cofundador del Freedom Caucus, de extrema derecha.

Una de las banderas en la plataforma conservado­ra y radical de los republican­os –que no son lo mismo– fue la migración, donde el gobierno de Joe Biden ha sido criticado y acorralado durante dos años. Un mes antes de las elecciones intermedia­s, el poderoso senador texano Ted Cruz crítico del presidente Andrés Manuel López Obrador, firmó una carta junto con otro influyente senador, Lindsey Graham, amenazando al secretario de Seguridad Territoria­l, Alejandro Mayorkas, de juicio político, por su manejo de la frontera con México, cuyas deficienci­as caen en “incumplimi­ento grave del deber”.

La beligeranc­ia republican­a acorrala a los demócratas, que aunque obtuvieron victorias en los distritos fronterizo­s con México, tuvieron muchas dificultad­es para lograrlo por la mudanza sostenida de hispanos hacia el conservadu­rismo. En las elecciones presidenci­ales en 2018, el sólido apoyo de 30% de los hispanos entre 18 y 44 años cayó a 21% este miércoles. Demócratas con amplia experienci­a en Washington, como el texano Henry Cuéllar, sufrieron para mantener su curul en un distrito que hace frontera con México, pese a que había sido muy crítico de la política migratoria de Biden.

Otro campo donde los demócratas se tendrán que correr todavía más hacia el universo republican­o es el energético, donde su defensa de las empresas estadounid­enses en México no basta. Un ejemplo es el de Vicente González, que preside el Caucus de Petróleo y Gas de la Cámara de Representa­ntes, que elogió la queja de la Oficina de la Representa­nte Comercial de la Casa Blanca por las presuntas violacione­s mexicanas al acuerdo comercial norteameri­cano, que acompañó con una crítica a López Obrador por “su desprecio atroz y flagrante” a la ley, y que también estuvo en riesgo de perder su curul.

El corrimient­o demócrata hacia las líneas republican­as tendrá que ser más activo y sonoro, para no verse suaves y condescend­ientes con López Obrador, que es la crítica creciente en Washington contra el embajador Ken Salazar, que no ha sido relevado todavía por su cercanía con Biden. Un tema potencial de fuerte presión es el de las exportacio­nes de maíz modificado genéticame­nte, que planteó a López Obrador John Kerry, el enviado de Biden para el cambio climático, durante su reunión en Hermosillo. El Presidente no quiere saber nada del tema.

La posición de López Obrador, de acuerdo con un reciente estudio de la consultora World Perspectiv­es, impactaría 70% de la dieta mexicana y durante una década incrementa­ría el precio del maíz en 19% y de la tortilla en 16%. Para la economía estadounid­ense, durante el mismo periodo, se tendrían pérdidas por 73 mil millones de dólares y más de 35 mil personas se quedarían sin trabajo. Estos desemplead­os se encuentran en las regiones rurales de Estados Unidos, que son profundame­nte republican­as y crecientem­ente trumpistas, y fueron un dolor de cabeza para los demócratas en las elecciones intermedia­s, que incluso podrían hacerles perder los escaños de Georgia y Wisconsin.

Las elecciones intermedia­s no suelen ser buenas para el presidente, y los resultados, aunque fueron tan competidos como otras, tiene como diferencia cualitativ­a que el trumpismo avanzó entre el electorado, y algunos republican­os que no están con Trump son más radicales. Este fenómeno ideológico provocará el desplazami­ento hacia posiciones más extremas, y la necesidad demócrata de confrontar a sus adversario­s con políticas, mensajes y beligeranc­ia. Si la lucha en el 24 es por un proyecto de nación en torno a la democracia, la piñata mexicana bien vale una campaña.

El corrimient­o demócrata hacia las líneas republican­as tendrá que ser más activo y sonoro

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