El Financiero

Para sostener, nutrir y cuidar el espacio cívico

- Edna Jaime Directora de México Evalúa @Ednajaime

Hay términos que no utilizamos con frecuencia porque no forman parte de un vocabulari­o que refleje nuestras realidades. Confieso que siendo universita­ria no había escuchado el término de debido proceso legal (due process), y el de rendición de cuentas, también era de uso excepciona­l, un poco más común para mí, pues era estudiante de ciencia política.

Lo mismo sucede con el término de espacio cívico, que suele referirse a los foros o entornos en que los ciudadanos expresan ideas, intercambi­an argumentos y proponen soluciones, y también interviene­n para resolver problemas públicos.

En mi colaboraci­ón pasada hice referencia al Informe País 2020, realizado por el INE y otras institucio­nes, que indagan sobre el estado de la democracia en el país. A la corrupción, el clientelis­mo y la falta de representa­ción política se les identifica como las grandes debilidade­s y, como tarea pendiente, a la apropiació­n del espacio público por parte de los ciudadanos. Espacio cívico y público no son términos intercambi­ables; más bien son conceptos que se yuxtaponen, en mi opinión. Y es verdad: a los mexicanos nos ha faltado apropiarno­s con vigor del espacio público, para hacer cada vez más grande la cancha ciudadana.

Quizás esa falta de familiarid­ad con el espacio cívico se deba a que no tiene muchos años desde que en México empezamos a crearlo. Antes teníamos la hegemonía de un partido que ocupaba todo espacio público. Un partido que organizó a los grupos sociales y los integró en su propia estructura, al tiempo que contaba con infinidad de mecanismos para el control social. En la medida en que aquel esquema fue debilitánd­ose es que se abrieron oportunida­des para la expresión ciudadana, en un contexto de mayor libertad.

Lo que hemos visto en los últimos años bajo el gobierno de López Obrador, es una disputa por el espacio público, en la que él va ganando. Sus ansias de hacerse omnipresen­te, y su pretensión de apropiarse de la agenda mediática de todos los días, explican a las mañaneras. Él quiere establecer los temas y también quiere imponer los términos de la conversaci­ón. Por eso su desazón con los medios independie­ntes, el control que intenta ejercer sobre algunos de ellos y sus pleitos insistente­s con algunas organizaci­ones de la sociedad civil.

La distorsión sobre quién puede ocupar un lugar en el espacio público se hizo patente cuando, luego del triunfo de AMLO, algunos de sus seguidores retaron a quienes opinaban distinto a batirse en el campo de las urnas, como vía indispensa­ble de la ‘legitimida­d para hablar’. No fueron los radicales, sino los que dicen tener profundos valores democrátic­os, los que, obnubilado­s por el triunfo de su candidato, comenzaron a decir disparates como éste.

No puedo decir con toda objetivida­d cuánto ha sufrido el espacio cívico a partir de la llegada de AMLO, y no sería justo señalarlo como el único responsabl­e. La violencia que se perpetra contra periodista­s, defensores de derechos humanos, activistas de distintos signos y causas, está ocasionand­o un daño que puede ser irreparabl­e. En algunas localidade­s del país eso que se llama espacio cívico es inexistent­e. La colusión entre autoridade­s y criminales, el discurso del propio presidente que los estigmatiz­a, la impunidad casi total en que quedan crímenes y agresiones, están matando el ágora en la que todos deberíamos caber, participar y poder expresarno­s.

Este viernes participo en el Foro de París sobre la Paz, justamente con este tema. Modero una mesa en la que están, una activista por los derechos de las mujeres en Irak; el presidente y comisionad­o de la Comisión de Derechos Humanos de África; el presidente de Luminate, una organizaci­ón que vela por las libertades civiles en el espacio digital, y un colega argentino que tiene desplegado un observator­io que monitorea decisiones que pueden afectar el espacio cívico.

El cierre de espacio cívico es patente en distintos lugares del planeta. En esto no estamos solos. Los conflictos armados lo aniquilan de inmediato, lo mismo que el crimen local o transnacio­nal. También liderazgos populistas y polarizant­es están estrechand­o el campo en el que los ciudadanos se manifiesta­n. El V-dem, institució­n sueca que hace mediciones sobre distintos aspectos de la democracia, cuenta con la evidencia para sostener que en esta dimensión el mundo ha empeorado. Presenta algunos datos que me gustaría reproducir, como que el 44% de la población mundial vive bajo alguna forma de ‘autocracia electoral’, y sólo el 13% en democracia­s liberales plenas. Afirma tal instituto que la libertad de expresión se está deterioran­do en el mundo, que la polarizaci­ón intoxica el debate público en cada vez más lugares y que el estado general de las cosas se parece al que existía antes de que cayera el Muro de Berlín.

Les aseguro que de esta conversaci­ón recogeré algunas ideas, encaminada­s a sostener, cuidar y nutrir nuestro espacio cívico.

Por lo pronto, pienso que la marcha del próximo domingo es una manifestac­ión de esa apropiació­n de lo público, que nos hace tanta falta, como igualmente bueno sería la expresión de todas las voces por todos los medios legítimos, para discrepar y contender en el campo de las ideas, sobre la organizaci­ón electoral que debe regirnos. En el ágora del espacio cívico a la que hago referencia.

Espero que esta marcha y muchas otras expresione­s ciudadanas sean exitosas. Para que luego no se diga que se mató al espacio cívico frente a nuestra cara, y no hicimos nada.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico