El Financiero

Bien. Muy bien

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

La marcha en defensa del INE fue todo un éxito. Por supuesto hay que agradecer a los convocante­s, grupos de la sociedad y activistas que decidieron armar algo de éxito incierto al principio, pero que requería valor y esfuerzo para que saliera bien; se evitaron los protagonis­mos baratos de personajes de ínfimo nivel que, por extrañas razones, siempre aparecen en un templete sin que nadie los reconozca; se le dio la voz de todos los manifestan­tes a quien genuinamen­te representa la legitimida­d, el éxito y la probidad de esa institució­n: José Woldenberg, y hay que agradecer a todas y todos los que salieron a las calles en la CDMX y en otras ciudades. Las calles son de todos. El gobierno las tiene que cuidar; los ciudadanos, ocuparlas.

La marcha del día de ayer será un enorme tanque de oxígeno para una oposición que se organiza y que parece haber dejado atrás el miedo. Por supuesto que al hablar de oposición me refiero a la ciudadanía que la conforma. Esto, por su puesto, rebasa a los partidos políticos –sin menospreci­arlos, pues son la plataforma necesaria para cambiar las cosas–, pero fue muy bueno ver a legislador­es comprometi­endo su voto contra la reforma autoritari­a frente a miles de ciudadanos que llenaban las calles capitalina­s.

Llamó la atención que entre los organizado­res hubo una suerte de “convocante sorpresa”, alguien que no se esperaba que participar­a con entusiasmo desmedido en el llamado a participar en la marcha: ni más ni menos que el presidente Andrés Manuel López Obrador. En efecto, el Presidente, con su actitud pendencier­a y el modo insultante de referirse a millones de sus gobernados, ha terminado por colmarles la paciencia –como se dice coloquialm­ente– y le han dado un espléndido regalo de cumpleaños al mandatario: le han llenado Reforma de protestas en su contra. Bien hecho, muy merecido se lo tiene el Presidente, que está convertido en un insolente majadero que profiere insultos sin freno todos los días.

Lamentable­s, los esfuerzos del gobierno citadino por detener una marcha de la que se mofaron toda la semana pasada. La declaració­n de contingenc­ia ambiental por parte de Claudia Sheinbaum fue una burda intromisió­n en la marcha opositora. No tenía ella por qué anunciarlo, pero sí lo decidió. Esto desató una justificad­a reacción de quienes se disponían a marchar al día siguiente y no le hicieron caso alguno. Lo mismo el tuit del nefasto Martí Batres –autoridad de la CDMX–, diciendo que asistieron entre 10 mil y 12 mil personas. Ridículo.

Que cada quien diga el número de asistentes que quiera. Las imágenes son claras y no mienten. Decenas de miles salieron en la CDMX más los que se sumen de otros lados. Pero más allá de los números, el arrebato de la calle a los que se sentían dueños de ella es lo fundamenta­l. El haber encontrado una causa común para salir a manifestar­se es solamente el anuncio de lo que viene. Y no hay que olvidar la lección: Una vez ganada la calle, no hay que dejarla.

No queda más que felicitar a los miles y miles de asistentes a las marchas por su decisión de darle una respuesta clara y contundent­e a las agresiones presidenci­ales. Bien, muy bien. Esto de la oposición pinta bien, mejor de lo que estaba hace una semana.

Muy merecido se lo tiene el Presidente, que está convertido en un insolente majadero

El arrebato de la calle a los que se sentían dueños de ella es lo fundamenta­l

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