El Financiero

Adiós, latinos

- Alejandro Gil Recasens Opine usted: mundo@elfinancie­ro.com.mx

Desde los 40, el Partido Demócrata consiguió el voto mayoritari­o de los obreros, porque empujó leyes que mejoraron las condicione­s y las remuneraci­ones laborales. También contó con el respaldo de la población de color, ya que en los 60 promovió que se le reconocier­an plenamente sus derechos civiles. Los latinos lo han seguido, porque apoyó la sindicaliz­ación de los trabajador­es agrícolas y porque les prometió regulariza­r su situación migratoria.

Los demócratas llevan dos décadas perdiendo la simpatía de esos segmentos demográfic­os y (se probó en la reciente elección) no han atinado a detener la sangría.

En el caso de los latinos ha pesado mucho que tanto Clinton como Obama les ofrecieron ambiciosas reformas migratoria­s y no sólo no les cumplieron, sino que además multiplica­ron las redadas y las deportacio­nes.

Sabiendo que tampoco tendría las condicione­s para lograrlo, Joe Biden prometió una reforma migratoria “comprehens­iva” y un “camino rápido” para obtener la ciudadanía.

Lo único que ha hecho es prodos longar el programa Dreamers, que desde 2012 es un paliativo, ya que cada vez que se vuelve a activar es echado abajo por los jueces. Los que llegaron como infantes o niños a Estados Unidos reciben permiso para trabajar y son protegide una deportació­n sólo temporalme­nte.

Esa medida beneficia a los que entraron ilegalment­e a partir de los 90, pero la mayoría de los latinos nació en la Unión Americana y son residentes legales o ciudadanos. Por ejemplo, en California únicamente 5% nació en otro país.

Gran parte de los que llevan muchos años viviendo sin papeles y que tienen hijos nacidos allá, no le ve sentido a buscar la ciudadanía; lo que demandan es la residencia permanente.

Además, muchos hispanos se ven afectados por el continuo influjo de indocument­ados. Eso es evidente en los estados fronterizo­s, donde hay competenci­a por los puestos de trabajo y los sueldos se mantienen bajos por la abundante mano de obra de reemplazo.

TORPEZA

Aunque los latinos son ya la primera minoría y la quinta parte de la población, son más reacios a la participac­ión política que otros grupos. Por eso, el Partido Demócrata no ha hecho demasiado esfuerzo para afiliarlos. Cuando cortejan su voto lo hacen en forma descuidada.

El llamado “hispander” es el trato condescend­iente y poco auténtico en el final de las campañas. La candidata sale con

Los demócratas no alcanzan a comprender que los latinos no quieren que los singularic­en

un cartelón que dice “I am TU Hillary” pero no les ofrece nada de lo que realmente necesitan. El candidato sale tomando tequila cuando en anterior entrevista dijo que sólo bebe whisky. O se mete a degustar un taco o un burrito a algún restaurant­e de la cadena Chipotle, sin entender que a la comunidad no le agrada esa comida falsamente mexicana.

Rara vez aparecen los candidatos en las fiestas barriales o en las estaciones de radio que oyen los latinos.

La desconexió­n de los demócratas con su sensibilid­ad los ha llevado a cometer grandes errores. Les molesta que los identifiqu­en como LATINX. Lo perciben como un esnobismo mamón porque en español existe latino y latina.

Hace algunos años la emprendier­on contra las estatuas de Cristóbal Colón. Muchos mexicoamer­icanos, que antes no habían advertido la existencia de esos monumentos, lo sintieron como una ofensa a sus raíces.

Este año, en Florida, mientras los republican­os acusaban de socialista a Biden, los demócratas hicieron su campaña alrededor de la palabra “Adelante”, que los exiliados cubanos asocian con los discursos y los lemas de Fidel Castro. Eso mismo ya les había pasado en la campaña de Clinton en 1996.

Propuestas que pueden ser populares entre la élite blanca de las grandes metrópolis no les dicen nada o suscitan rechazo entre los latinos.

Es el caso de la prohibició­n de armas, que no gusta a los que viven en zonas de alta criminalid­ad. O el aborto sin ninguna restricció­n e incluso más allá de las 20 semanas, que promoviero­n algunos candidatos, sin considerar que la mayor parte de los latinos es católica o evangélica.

Lo mismo sucede con muchas medidas contra el cambio climático. Para ellos significan pérdida de empleos.

Los demócratas no alcanzan a comprender que los latinos no quieren que los singularic­en. Los que viven en los suburbios quieren lo mismo que el resto de la clase media. Los que sobreviven en el centro de las ciudades desean, como todos, mejores servicios de educación, salud y seguridad.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico