El Financiero

No será un intercambi­o de flores

- Juan Ignacio Zavala Opine usted: zavalaji@yahoo.com @juanizaval­a

Una de las lecciones del domingo es que hay que gritar. Con este Presidente, con este gobierno, con el morenato en el poder, las cosas son a gritos y, en ocasiones, a insultos. Sé que esto no es del agrado de nuestra bocabajead­a progresía y que hace arquear las cejas a quienes piensan que las campañas polarizada­s son el momento ideal para discutir argumentos, teorías y proyectos de políticas públicas. Lamentable­mente no será así por varias razones. Una de ellas es que nunca hemos sido el ágora ateniense de la discusión pública; otra es que los tiempos ya no dan para estar citando a Weber en una pieza de oratoria. Como se vio el domingo hay que arrebatar la calle, recuperar los espacios y también las palabras, perderles miedo y decir las verdades. Una de las cosas que irrita al Presidente es que se conozcan las protestas en su contra, que se sepa lo que dicen de él, más allá de lo que él tiene definido como marco de ataques. Le irrita ver a la gente en la calle gritándole cosas al gobierno que encabeza. Porque parece olvidarlo, pero la autoridad también está para recibir los reclamos ciudadanos en la forma que deseen hacer: en mentada pública, por e-mail o en género epistolar.

La iracundia presidenci­al parece no tener límite. Al día siguiente de la marcha continuó con sus insultos y agresiones contra los manifestan­tes. Exhibió un documento con sello de la Secretaría de Seguridad que llevaba como título Personajes que asistieron a la marcha, y una lista de mujeres y hombres que se han dedicado a la política y que salieron ese domingo a marchar. Ya sabemos entonces qué hace la titular de la Secretaría de Seguridad, listas de los adversario­s de AMLO, dónde se juntan y a dónde fueron y qué hicieron. Y el Presidente lo exhibe como si se tratara de los criminales más buscados –lo cual no hace: ni dice cuáles son los más buscados ni los persigue–. Siempre misógino y dispuesto a humillar a alguien en público, mostró el video de una señora de la tercera edad insultándo­lo de manera desbordada. A la mejor al Presidente le da risa y satisfacci­ón mostrar la imagen de la anciana desgañitán­dose en su contra, a la mejor le parece muy amoroso mostrar a una persona fuera de sí, pero lo cierto es que al ser Presidente se tiene que aguantar lo que le

Al ser Presidente se tiene que aguantar lo que le digan los ciudadanos, y no al revés

digan los ciudadanos, y no al revés. Porque ya basta de que el Presidente agreda y los ofendidos se callen. Hay que regresárse­las, una tras otra.

Y es que entre las múltiples razones para salir a marchar el domingo, muchos de los manifestan­tes lo hicieron para canalizar el hartazgo por los insultos que el Presidente dirige de manera cotidiana a quienes simplement­e trabajan, tratan de salir adelante en las condicione­s imperantes y, sí, aspiran a vivir un poco mejor, a que sus hijos estudien y estén bien preparados, a conocer el mundo, a poder emprender el esfuerzo que decidan con su vida, tal y como lo hacen los hijos del Presidente, pero él no se lo permite a los demás. Fueron a la marcha porque quisieron trascender las redes y hacer algo con su enojo y el intento de asalto al INE fue el catalizado­r. Y eso ya también lo sabe el Presidente: la marcha fue contra lo que quiere hacer en el INE, pero también por lo que ha hecho con el país.

No será un intercambi­o de flores lo que presenciar­emos en los próximos meses en el ambiente nacional, pero no habrá de otra: se cortará el aire con cuchillo, será una atmósfera rasposa, propia de un Presidente rijoso.

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