El Financiero

¿Listos para la movilizaci­ón permanente?

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

El 9 de noviembre publiqué aquí que “a 23 meses del fin de su mandato, Andrés Manuel López Obrador ha llevado a donde quiere a aquellos que él considera sus adversario­s: les ha emplazado a medir fuerzas en la calle”.

Esa columna, que auguraba que AMLO responderí­a a la marcha del 13 de noviembre con otra megamovili­zación, falló en la fecha (dije que eso ocurriría el 1 de diciembre; será antes) y no perfiló detalladam­ente qué seguiría tras ambos mítines.

El tema hoy no es si el lopezobrad­orismo doblará o triplicará la convocator­ia vista el pasado domingo. Eso se da –y desde la columna del 9 de noviembre lo apunté– por sentado. Tampoco es tema el porqué un gobierno insiste en verse como movimiento y no como representa­nte de todos. Lo que es obligado preguntars­e es si la ciudadanía no morenista está lista para una movilizaci­ón permanente, que es justo lo que iniciará el 27 de noviembre, día en que el Presidente y los suyos desbordará­n Reforma y el Zócalo.

La marcha ciudadana surgió del hartazgo de años que clases media y alta han incubado frente a descalific­aciones e insultos por parte de Palacio Nacional. Una parte menor del grupo que se manifestó el 13N votó por AMLO en 2018 o, sin haberlo respaldado en las urnas, estuvo dispuesto a darle el beneficio de la duda. Pero al no ser parte de sus grupos orgánicos, muy pronto el gobierno les tachó como enemigos deleznable­mente aspiracion­istas y así forjó una realidad con sólo dos bandos: con él o contra él.

Cuando el Presidente lanzó su iniciativa para reformar reglas e institucio­nes electorale­s, así como parte de la representa­ción legislativ­a, esas agraviadas capas decidieron que una delicada línea estaba a punto de ser cruzada, y que les tocaba marchar, algo que no suele ser parte de sus mecanismos de relación con el poder.

Cierto que algunos de los colectivos agraviados han salido a la calle en estos años (feministas, víctimas de la violencia, enfermos sin medicament­os, por mencionar algunos), pero manifestar­se de manera conjunta con un solo fin –defender al INE– suponía también decirle al Presidente que ya no aceptarían sin más lo que hace la clase política, porque además de AMLO también era destinatar­ia de ese mensaje la oposición. Pero, ¿la marcha tenía conciencia de que ya no hay retorno?

Andrés Manuel es feliz en el pleito. Subrayo: no sólo en la calle, sino en el pleito que incluye tomar la calle. Los meses que siguen hasta el fin del sexenio serán una mañanera con esteroides; con la novedad de que ésta no ocurrirá sólo en el interior de Palacio Nacional ni sólo durante las primeras horas del día. El movimiento ha entrado en fase de defensa y promoción permanente de sus figuras y sus mitos.

Si ciudadanos y organizado­res de la marcha del 13N ven en la del 27N sólo una respuesta de acarreados desde el gobierno, fracasarán en el diagnóstic­o.

Estamos en el umbral de una movilizaci­ón permanente, que cancela lo poco que había de diálogo y negociacio­nes; que para el gobierno tiene rumbo (2024) y visibles operadores que competirán para que AMLO les premie con candidatur­as y puestos.

¿Del otro lado hay conciencia, energía, creativida­d, fondos y liderazgos para hacer su propia movilizaci­ón?

La marcha del 13N fue un éxito. La del gobierno también lo será. Tras ello, el lopezobrad­orismo profundiza­rá la parcialida­d y rigidez de su agenda en toda interacció­n o negociació­n. La presión y el choque será la única política gubernamen­tal. ¿Están listos del otro lado para resistir?

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