El Financiero

Las cifras alegres del crecimient­o

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

El INEGI dio a conocer el viernes pasado que su indicador oportuno de actividad económica (IOAE) creció en el mes de octubre a una tasa anual de

por ciento, lo que para algunos resultó sorpresivo.

La cifra anticipa que el crecimient­o del PIB en todo el 2022 estará muy por arriba de lo que el consenso considerab­a hasta hace muy poco (2.1 por ciento según la más reciente encuesta de Banxico), e incluso será superior a la estimación de Hacienda, de 2.4 por ciento, que había sido considerad­a muy optimista.

Nada raro sería ver que terminara el año con al 3 por ciento.

Sin embargo, en esa cifra hay que ver sobre todo un efecto estadístic­o derivado de las comparacio­nes anuales, más que un crecimient­o extraordin­ario.

Resulta que la cifra de actividad económica de octubre estuvo entre las más bajas del 2021. Por eso, a pesar de que, en este año, el crecimient­o respecto a septiembre fue bajo, fue suficiente para lograr el 5.0 por ciento en la comparació­n anual.

Por este efecto de la base de comparació­n, aun si en los meses de noviembre y diciembre la economía no creciera respecto al nivel de octubre, la variación anual sería de 4.3 por ciento en noviembre y de 3.6 por ciento en diciembre.

De esta manera, podría anticipars­e que el PIB habría crecido en 4.3 por ciento en el último trimestre del año, y, por lo tanto, el promedio anual habría sido de 3.1 por ciento.

Aunque la cifra es buena y mejor a lo previsto, si vemos el corto plazo, las cosas no están para hacer fiesta.

De acuerdo con los propios datos del INEGI, en septiembre el crecimient­o mensual fue mínimo, apenas de 0.2 por ciento y en octubre fue todavía menor, de 0.1 por ciento.

De hecho, si en México presentára­mos las cifras como lo hacen en EU, el crecimient­o de octubre habría sido de apenas 1.2 por ciento anual.

El freno del mes pasado es más visible en la actividad industrial, en la que el crecimient­o fue también de 0.1 por ciento mientras que tres meses atrás, en julio, había alcanzado el 0.4 por ciento.

un crecimient­o

Pareciera que se empieza a observar de dos efectos.

El primero es una menor actividad económica en Estados Unidos, que, aunque aún sea leve, ya apunta a que las cosas habrán de complicars­e en los siguientes meses.

El segundo es el impacto de la inflación en el gasto de las familias.

Aunque el salario promedio de cotización al IMSS aún tenga un crecimient­o superior a la inflación, el poder efectivo de compra del conjunto de las familias ya resiente el mayor costo de la canasta básica

y desincenti­va a mantener el ritmo del gasto de los hogares.

Antes de que termine el año o más tardar en los primeros meses del 2023 ya se empezará a observar en más variables macroeconó­micas el menor dinamismo de la actividad productiva.

Pero, hay ventaja en las comparacio­nes anuales. Suponga que el mismo nivel de actividad económica previsto de octubre se mantiene en todo el 2023, es decir, que tenemos un estancamie­nto económico en lo que resta del año y en todo el próximo.

Aun así, el crecimient­o del primer trimestre del próximo año sería de 3.0 por ciento; de 1.5 por ciento en el segundo; de 0.5 por ciento en el tercero, y de 0 en el cuarto trimestre.

El promedio anual para el 2023 sería de 1.4 por ciento, por arriba de las estimacion­es del consenso, que marcan hoy una tasa de 1.0 por ciento.

La gran interrogan­te que hay es cuándo se presentará una situación recesiva en Estados Unidos y qué profundida­d tendrá.

Y si el mercado interno podrá ser un amortiguad­or ante el inevitable impacto que esa circunstan­cia tendrá en el sector exportador.

No pierda de vista que por el efecto aritmético de las comparacio­nes aun con una economía que en 2023 estuviera estancada, el PIB registrarí­a una tasa de 1.4 por ciento.

Así que, cuidado con celebrar datos que implican apenas estancamie­nto.

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