El Financiero

CON LA FRENTE EN ALTO, TESTIMONIO DE LA IMPUNIDAD

-

¿Por qué contra una periodista que no hizo más que publicar informació­n documentad­a?

De esto han escrito y hablado infinidad de periodista­s, investigad­ores, escritores, conductore­s, etcétera; en su mayoría condenando las corruptela­s de este delincuent­e débil y confeso. El linchamien­to mediático en mi contra no se hizo esperar, y cómo iba a ser diferente si, como bien lo dice Artículo19, una de las organizaci­ones de periodista­s más importante­s del mundo, en su informe más reciente titulado Negación, en México el gobierno se ha convertido en el principal agresor contra periodista­s. Se les –se nos– acusa sin pruebas, sin que se demuestre nuestra culpabilid­ad y sin asumir la responsabi­lidad cívica de darle a cualquier ser humano el derecho a su legítima defensa, y peor aún olvidándos­e de que en México existe –o al menos hasta antes de la 4T– la presunción de inocencia. De hecho, el presidente tres veces (dos en la mañanera y una más en su video de los sábados) se refirió a mí como la anécdota de la denuncia. Y no, no soy ninguna anécdota; soy una mujer, sostén de mi casa, madre de Dany y una periodista con 25 años de experienci­a.

Sin poder meter ni las manos fue como el 19 de agosto de 2020 me convirtier­on, por conducto de un delincuent­e confeso, Emilio Lozoya, en “Lady Chanel”; el 20 de agosto el presidente, en la mañanera, mientras manoteaba sobre la denuncia, me denigró a ser la anécdota de ésta: “Ya ven, ahí está la periodista que pedía bolsas”; y el 9 de octubre de 2021, un año después, quisieron dejarme como una mentirosa. Para ellos era más importante decir que yo no había tomado la foto, y no aceptar que el mirrey, el ícono de la corrupción con EPN, se la estaba pasando bomba sin presentar una sola prueba de sus dichos, cenando en el Hunan, al lado de Doris Beckmann, para festejarle a Lorenz Guerra Autrey su cumpleaños.

3

El perfil del agresor

Milo –como le dicen sus familiares y amigos– debe, todos los días, mesarse los cabellos y gritarle al espejo: “¿En dónde me equivoqué? ¿Por qué estoy en esta situación?

¿Cómo pasé de joven promesa nacional e internacio­nal a un número, un reo en una cárcel de México, sin amigos, con mamá acusada y arraigada, mi hermana huida, mi esposa también acusada, papá comprometi­do, mis excolabora­dores dándome la espalda, escondiénd­ose y negando su amistad?

¡Qué horror! ¡Qué escenario! ¡No podría ser peor!”.

Lo más triste, lo más grave para él, es que si fuera sincero consigo mismo debería darse cuenta de que es el único culpable de su situación.

Pero esto seguro no le está pasando por su cerebro. Pues quienes han tenido el placer o el disgusto de tratar con Emilio Lozoya Austin, en su gran mayoría, lo describen como un hombre muy soberbio, inteligent­e, débil, frívolo, bueno, muy bueno, para catar los mejores vinos del mundo, altanero y extraordin­ariamente pagado de sí.

De hecho, Emilio Lozoya Austin se convirtió por sus acciones y actitudes en el ícono de la corrupción del gobierno de EPN... Extracto del libro

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico