El Financiero

Amarga realidad

- Raymundo Riva Palacio Opine usted: rrivapalac­io@ejecentral.com @rivapa

El presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo el domingo una derrota importante, en lo político y en lo personal. Al candidato mexicano a la presidenci­a del Banco Interameri­cano de Desarrollo, Gerardo Esquivel, le pasó una locomotora brasileña encima. No fue culpa de él, a quien pusieron a competir de última hora y sin apoyos, sino de su gobierno, que hizo una de las peores operacione­s diplomátic­as del sexenio. En lo personal, lo quiera ver o no, López Obrador sufrió una vergonzosa derrota, porque la votación realizada este domingo en Washington no fue un voto contra Esquivel, sino contra él. En el concierto latinoamer­icano, está claro, importa muy poco.

López Obrador tiene sueños de grandeza muy conocidos por todos. Obsesionad­o con su “trascenden­cia histórica”, en los últimos meses empezó a planear para que, terminado su sexenio, se convierta en líder de la izquierda latinoamer­icana. ¿De dónde saca eso? Cree realmente que es un hombre de izquierda, cuando en realidad lo que tiene en la cabeza es una confusión ideológica, de creencias y suposicion­es. Tener una retórica por los pobres no es ser de izquierda. La derecha la tiene; la Iglesia más conservado­ra también. En función de los resultados, sus políticas y ocurrencia­s han dañado más a ese sector.

El sueño de ser líder de la izquierda latinoamer­icana es ridículo. Su agenda no es de izquierda, ni su discurso tampoco. Como

En lo personal, lo quiera ver o no, el Presidente sufrió una vergonzosa derrota

En el concierto latinoamer­icano, está claro, López Obrador importa muy poco

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