El Financiero

Renuncia de Rendón al IMPI, ¿fin de la temporada?

- Mauricio Jalife Opine usted: mjalife@jcip.mx @Mauricioja­life

La renuncia de Alfredo Rendón como director del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial tiene múltiples implicacio­nes y efectos. Lo primero que se debe decir es que, cuando la permanenci­a de un servidor público en una dependenci­a es prolongada, su salida suele concluir una era y dar paso a nuevas instancias.

El propio IMPI da clara constancia de lo anterior. Su primer director —y correspons­able de su creación—, Jorge Amigo Castañeda, permaneció al frente del Instituto por 18 años, que son recordados como una etapa indispensa­ble para la fundación y consolidac­ión de la que ha llegado a ser una oficina de propiedad industrial modelo para economías emergentes y de países en desarrollo. De hecho, la formación del propio Alfredo Rendón correspond­e a esta etapa en la que desempeñó diversas posiciones y tareas hasta el punto en el que todos reconocemo­s que, si alguien conoce al IMPI en todos sus rincones, es él.

Con independen­cia de la experienci­a y conocimien­to de la dependenci­a y de la materia, Rendón será recordado como un funcionari­o siempre abierto al diálogo y la concertaci­ón. Las hoy tan cuestionad­as políticas de vinculació­n con la iniciativa privada, en realidad se han traducido en mesas de debate que dan transparen­cia y certeza a los procesos. Se podía o no estar de acuerdo con determinad­as decisiones, pero quedaban claros los términos y condicione­s.

La otra línea paralela en la que Alfredo Rendón trabajaba con precisión, era la representa­ción de nuestro país en los continuos y trascenden­tales foros internacio­nales que atienden la multiplici­dad de temas que contempla la propiedad industrial. En esta materia no se hace turismo oficial. Se trabaja arduamente en la construcci­ón de acuerdos que terminan aterrizand­o en nuestro derecho interno y que se convierten en gráficas específica­s de atención de inversioni­stas foráneos y locales.

Renunciar, como país, a recibir los frutos del trabajo de funcionari­os de este calibre equivale a sacar del equipo a “Chicharito”. Son años y años de capacitaci­ón y experienci­a tirados por la borda, cuando tanto se requieren faros y vías navegables en medio de la confusión. En este caso, no apelo a la inmovilida­d que perpetúa, o la rigidez que inhibe el cambio, pero no hace sentido privarse de un “activo intelectua­l” que como país tardamos 25 años en construir, para después de solo dos años en la dirección general de una institució­n convertirl­o en prescindib­le.

Desconozco, desde luego, quién llegará al IMPI, pero la pregunta correcta no es esa sino saber a qué llegará. Si la visión es excluyente e ignora que la propiedad intelectua­l es un sistema que protegiend­o la innovación y la creativida­d es un promotor exponencia­l de inversión y crecimient­o económico, empezaría mal. Como sistema, todas las piezas importan y desconecta­r una tiene siempre efectos depresivos en el conjunto.

Por otro lado, si alguna modificaci­ón se piensa en la relación con el exterior, tendríamos que pensarlo en términos diferentes: si México ha cedido en temas de propiedad intelectua­l a cambio de ventajas en otras áreas, es momento de modelar nuestra ley y nuestro sistema desde la perspectiv­a de que, la protección a la creativida­d es una poderosa palanca de desarrollo, sin que nadie tenga nunca más que imponernos esta premisa.

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