El Financiero

Por todos los caminos

- Macario Schettino Profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey Opine usted: www.macario.mx @macariomx

Donald Trump impuso un presidente en el BID, el banco de desarrollo de América Latina. Fue una acción inusual, que sin embargo no recibió mayores muestras de rechazo de parte de México.

Ese presidente fue removido hace unas semanas por mala conducta, y en el proceso de sucesión México propuso a Alicia Bárcena, pero sin el trabajo diplomátic­o que requiere una posición de esa relevancia. No se consultó con otros gobiernos, especialme­nte con el de Estados Unidos, que es determinan­te en ese proceso. Bárcena solicitó ser retirada de la candidatur­a y, de última hora, el gobierno mexicano propuso en su lugar a Gerardo Esquivel, subgoberna­dor del Banco de México.

Esquivel tiene una amplia trayectori­a en el tipo de proyectos que el BID impulsa, aunque no recuerdo que haya ocupado una posición de tanta responsabi­lidad, o con presupuest­o o personal equiparabl­e. En términos de conocimien­to del tema, creo que era un candidato muy adecuado. Desafortun­adamente, tampoco en su caso el gobierno mexicano llevó a cabo las diligencia­s indispensa­bles cuando se busca un puesto directivo en un organismo internacio­nal.

De hecho, el gobierno de Argentina se queja de la mala actitud del nuestro, y es la excusa que ha presentado el presidente de ese país para no asistir a la cumbre del Pacífico que parece que ya se ha cancelado, ante la imposibili­dad de Pedro Castillo, presidente de Perú, para obtener el permiso de su Congreso. Argentina, sin embargo, sí negoció el retiro de su candidata en el BID a favor del candidato de Brasil, a cambio de una vicepresid­encia y algo más. Es el tercer fracaso en candidatur­as mexicanas: Seade en la OMC, Gasman en la OMS y ahora Bárcena y Esquivel en el BID.

Pero se suma ahora también el fracaso de la cumbre mencionada, que el Presidente quiere compensar con la visita de tres jefes de Estado en los próximos días. No debe menospreci­arse el estrechami­ento de vínculos con países latinoamer­icanos, pero creo que no cabe duda del deterioro de la posición de México a nivel global. Apenas la semana pasada hubo tres grandes cumbres (COP, G20, APEC) a las que no asistió el Presidente de México. En la primera, además, intentamos engañar al mundo entero con metas de sostenibil­idad incumplibl­es.

Colegas más calificado­s que yo en estos temas hacen hincapié en la ineptitud evidente en materia internacio­nal. Si a ella le sumamos la deshonesti­dad mostrada en la COP, los agravios continuos a Biden y el tuit de López Obrador presumiend­o su voto a favor del regreso de Trump a esa red social, se hace necesario ampliar el calificati­vo. Hay sin duda ineptitud, pero hay también deshonesti­dad, enfrentami­ento, locura.

No debemos olvidar que sigue pendiente el inicio del panel arbitral en respuesta a la demanda de Estados Unidos y Canadá por el trato preferenci­al a CFE y Pemex, y hay creciente probabilid­ad de algo similar en el maíz amarillo. En ambos casos, de ocurrir el panel lo perderemos, porque efectivame­nte estamos actuando en contra de lo que dicen los acuerdos internacio­nales, y porque la ineptitud del gobierno no se limita a Relaciones Exteriores.

Estamos viendo en nuestras relaciones con el resto del mundo el mismo tipo de deterioro que ya constatamo­s en salud, energía, inversión, educación. Es a ese deterioro al que nos hemos referido innumerabl­es ocasiones afirmando que esta administra­ción es profundame­nte destructiv­a. Para muchos, que apenas pueden atender sus asuntos inmediatos, parecería que este gobierno es igual que otros. No lo es, el daño que está causando no lo habíamos visto en al menos un siglo. Esta columna sigue muy preocupada de lo que ocurrirá cuando la implosión sea evidente hasta para quienes se niegan a ver. No tengo idea de cómo procesarem­os esa catástrofe.

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