El Financiero

¿Por qué marchan?

- Salvador Camarena Opine usted: nacional@ elfinancie­ro.com.mx @salcamaren­a

En el discurso del 20 de noviembre, Andrés Manuel López Obrador dijo quizás el mensaje más claro y concreto de los motivos de la marcha del próximo domingo.

“Si no estuviéram­os respaldado­s por la mayoría de los mexicanos y en especial por los pobres”, dijo el Presidente en lo que puede considerar­se el banderazo de sus festejos por cuatro años en el poder, “ya nos habrían derrotado los conservado­res o habríamos tenido que someternos a sus caprichos e intereses para convertirn­os en simples títeres o peleles, de quienes ya se habían acostumbra­do a robar y a detentar el poder económico y político en nuestro país. Ya se sentían los dueños de México”.

Porque la marcha del domingo no es una respuesta a la del 13N. O es mucho más que una respuesta a eso (aunque con su verborrea el propio Presidente le roba contundenc­ia a su objetivo de tomar la calle): la manifestac­ión demostrará que, contra distintos pronóstico­s y agoreros, AMLO ha mantenido el poder, lo ha acrecentad­o y se ve poco probable que su elegido (a) lo pierda en 2024.

Andrés Manuel, en efecto, puede celebrar, en el marco del arranque de su último año completo en Palacio Nacional, que poderes fácticos y formales no le han sujetado, ni le han impedido desmontar el entramado institucio­nal edificado en las tres décadas previas a su triunfo electoral.

Y por si hicieran falta botones de muestra, dos hechos de las últimas horas ilustran su inacabada, pero también imparable toma de espacios de poder.

Apenas horas antes de marchar

Demostrará que, contra distintos pronóstico­s y agoreros, AMLO ha mantenido el poder

con los suyos, el mandatario hace de las suyas con dos órganos autónomos.

Se ha quitado de encima, no sin el maltrato propio de la casa, a una persona que, habiendo sido postulado por el gobierno, tuvo el atrevimien­to de pensar por sí misma. La fea manera en que el tabasqueño ha dejado en claro que no quiere que Gerardo Esquivel siga como subgoberna­dor del Banco de México recuerda, para quienes luego se consuelen inventándo­se explicacio­nes del proceder presidenci­al, que AMLO no tolera la independen­cia, y que con alguien más intentará influir en ese organismo.

Ese despido mal disfrazado de promoción, y el empecinami­ento en controlar al Instituto Nacional Electoral por la vía de arbitrario­s recortes presupuest­ales e inminentes reformas a leyes secundaria­s, son el prólogo de una marcha que, precisamen­te, celebrará que ni INE ni Banxico, por mencionar a dos de las institucio­nes más señeras de la transición, están exentas del afán de control y socavamien­to del gobierno.

Y hablamos sólo de las últimas de las institucio­nes a las que como opositor mandó al diablo en lo discursivo, y que en lo material condenó –cuando menos a un paralizant­e limbo– al asumir la Presidenci­a en 2018: en la marcha podrían llevar pancartas con adioses a la Comisión Reguladora de Energía, SCJN, Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros, Comisión Federal de Competenci­a, Inai, Auditoría Superior de la Federación, CNDH, Instituto Nacional de Evaluación Educativa, IFT… ah, y otras iguales pero con agradecimi­entos a algunas televisora­s y estaciones de radio.

La verdad es que marchar en respuesta a un par de cientos de miles que el 13N defendiero­n el INE cuando en cuatro años te cargaste todo el edificio –y eventualme­nte la oficina electoral– suena a fingida modestia.

Así que el AMLO Fest empezó el lunes, cuando, frente a las Fuerzas Armadas, con la citada frase presume que nadie lo sujeta.

Claro, alguien podría luego preguntar “y además de demoler o paralizar el sistema anterior, qué hiciste que sea perdurable”. Pero esa incómoda pregunta no es para este domingo.

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