El Financiero

Focos amarillos en la inversión extranjera directa

- Enrique Quintana Opine usted: enrique.quintana@ elfinancie­ro.com.mx @E_Q_

La inversión extranjera directa (IED) en México no va tan bien como parecía hasta hace poco. Hace un par de días la Secretaría de Economía dio a conocer un comunicado en el que se revelan las cifras de la IED en México hasta el mes de septiembre de este año.

El monto de 32 mil 147 millones de dólares fue superior en 29.5 por ciento al del mismo periodo de 2021.

Este hecho parece confirmar el buen desempeño de la inversión foránea en México este año.

Pero, si observamos lo que ocurrió en cada trimestre del año, los datos ya no son tan favorables. Veamos.

En el primer trimestre, la IED ascendió a 19 mil 427 millones de dólares, una cifra casi 64 por ciento superior a la registrada en el mismo periodo de 2021.

Hay que recordar que en ella se incluyeron 6 mil 875 millones de dólares derivados de transaccio­nes poco usuales, como fueron las de Televisa-univision, así como la reestructu­ra de Aeroméxico.

Aun restando ese monto, la inversión foránea registrada en los primeros tres meses del año fue superior en 5.8 por ciento a la de 2021.

En el segundo trimestre ya no hubo transaccio­nes extraordin­arias y el monto de la IED alcanzó 8 mil 84 millones de dólares, un monto que rebasó en 23 por ciento a los 6 mil 569 millones de 2021.

Todo iba bien hasta ese momento.

Pero, de acuerdo con los datos que se dieron a conocer esta semana, en el tercer trimestre de este año, el monto de la IED total fue de 4 mil 589 millones de dólares, mientras que, en el mismo periodo de 2021, había sido de 6 mil 398 millones.

Es decir, ya no hubo crecimient­o, sino un retroceso de 28.3 por ciento.

Debe señalarse que en ocasiones hay grandes saltos en el registro de la IED derivados de procesos administra­tivos, pues hasta que se documentan las inversione­s los montos se suman.

No es imposible que eso haya ocurrido en el periodo julio-septiembre y no tanto una caída tan severa.

Pero, también puede ocurrir que la incertidum­bre que existe en el entorno ya se esté haciendo presente en la dinámica de la inversión foránea.

Le he expresado en este espacio que México tiene una oportunida­d única en la coyuntura de los procesos de relocaliza­ción industrial que se están dando a nivel global y que están atrayendo a esta zona del mundo operacione­s manufactur­eras que están ahora localizada­s en China o bien, proyectos que ya no se desarrolla­rán allá y se concretará­n en el hemisferio occidental.

Es conocida la estimación del Banco Interameri­cano de Desarrollo, que estima que México podría atraer 35 mil 300 millones de dólares adicionale­s de IED si se aprovechan las oportunida­des que ofrece el nearshorin­g.

La demanda de espacios en parques industrial­es, sobre todo en la zona norte del país, muestra que esto no es una hipótesis sino una realidad.

Pero también lo es el hecho de que una de las grandes limitacion­es que diversos proyectos están encontrand­o es la disponibil­idad de energía eléctrica y, más aún, la falta de certeza de que en cierto tiempo, la electricid­ad que van a consumir provendrá de fuentes renovables, una exigencia cada vez más usual por parte de empresas multinacio­nales.

Una oportunida­d es eso. Nada más ni nada menos. Aprovechar­la exige acciones y decisiones que cruzan con la política energética del país, especialme­nte en el sector eléctrico.

¿La dejaremos pasar por razones ideológica­s?

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