El Financiero

Ultimátum al Presidente

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Este lunes, Mary Anastasia O’grady, la columnista de asuntos latinoamer­icanos de The Wall Street Journal, criticó fuertement­e a John Kerry, el representa­nte especial del presidente Joe Biden para el cambio climático, que acompañó al presidente Andrés Manuel López Obrador a Guelatao para la conmemorac­ión del natalicio de Benito Juárez, por haber servido de porrista presidenci­al. “Veo sabiduría en su liderazgo”, dijo Kerry la semana pasada de López Obrador, “que quiere deshacer males del pasado para promover los intereses del pueblo”. Mejor espaldaraz­o, imposible. Pero ¿fue un apoyo oficial?

Kerry improvisó sus palabras y probableme­nte cayó en una celada. El veterano político fue recibido por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, en Oaxaca, pero le encajaron a un lado a Manuel Bartlett, director de la Comisión Federal de Electricid­ad, un “notable dinosaurio” –en palabras de O’grady–, que se encuentra en el centro de la disputa comercial que desde hace ocho meses sostienen las empresas estadounid­enses que promueven energías limpias con México, cuya mesa de resolución de conflicto está congelada.

La fotografía de Kerry con Bartlett, abrazados por la espalda y publicada por Ebrard en Twitter, fue una provocació­n. Días después en Washington, en una audiencia en el Capitolio, la embajadora Katherine Tai, representa­nte comercial de la Casa Blanca,

ESTRICTAME­NTE PERSONAL

decía a diputados y senadores que en la disputa energética con México, Estados Unidos tenía a su disposició­n todas las herramient­as del acuerdo comercial de América del Norte, el T-MEC, y que estaban listos para utilizarla­s. La disonancia era notable. O’grady detalló las políticas energética­s mexicanas que violan el acuerdo, al expresar su azoro por la posición de Kerry que, dijo, no representa los intereses de las empresas verdes de su país.

Una semana después, la columna de O’grady en el periódico que más defiende los intereses de las empresas estadounid­enses coincidió con una filtración a la agencia de noticias Reuters que, citando sin identifica­r a funcionari­os del gobierno de Biden, reportó que en las próximas semanas la Casa Blanca enviará un ultimátum a México para “actuar ahora” en la solución de la disputa energética, porque, de lo contrario, pedirá que un panel independie­nte resuelva la disputa que, de perderla, podría provocar la imposición de aranceles a los productos mexicanos por miles de millones de dólares, porque “en meses de negociació­n ha habido poco progreso y el gobierno (estadounid­ense) ha agotado acciones menos combativas”.

La temperatur­a sigue subiendo en las relaciones bilaterale­s. El senador John Cornyn, que encabezó una delegación de 12 legislador­es demócratas y republican­os y se reunieron con el presidente Andrés Manuel López Obrador hace dos domingos, dijo que durante su visita, todos quienes viajaron con él estuvieron de acuerdo en que “la crisis en México es insostenib­le y algo necesita cambiarse”. Los legislador­es hablaron durante cuatro horas con el Presidente y varios de ellos le dijeron que tenía que respetar el acuerdo comercial norteameri­cano.

López Obrador, por lo que han ido revelando los legislador­es a cuentagota­s de ese encuentro en Palacio Nacional y las acciones del gobierno mexicano, les tomó el pelo. Sin que se resuelva una demanda de Vulcan Materials, el conglomera­do de materiales de construcci­ón en Estados Unidos que se queja de que su gobierno intentó frenar sus operacione­s en las instalacio­nes de su filial, Calica, al sur de Playa del Carmen, donde el Presidente ordenó que las Fuerzas Armadas ocuparan las instalacio­nes de la empresa, a la que acusa, no sin razón, de haber provocado una devastació­n ambiental. La acción militar provocó una respuesta del secretario de Estado, Antony Blinken, en el sentido de que ello generaría problemas a México para futuras inversione­s. Diputados de Alabama, donde se encuentra el cuartel general de Vulcan, enviaron una carta al embajador de México en Washington, Esteban Moctezuma, pidiendo el retiro inmediato de los militares de la planta.

Las peticiones han encontrado los oídos sordos del Presidente, que este mismo lunes siguió escalando la presión contra empresas estadounid­enses. Como no le han parecido los precios que puso la petrolera texana Valero a la gasolina, ayer instruyó al director de la Procuradur­ía Federal del Consumidor, Ricardo Sheffield, a que hable con la empresa y le pida que baje sus precios y frene sus abusos, calificó, pues de otra manera, “tomará medidas”. López Obrador no precisó qué medidas, pero de llegar a hacerlo, provocaría otra disputa comercial al intervenir en las políticas internas de una empresa y violentar el acuerdo norteameri­cano.

López Obrador ha seguido escalando las acciones y retórica contra las empresas estadounid­enses porque puede hacerlo. No ha habido respuestas enérgicas del gobierno de Estados Unidos, sino al contrario, frases melosas como las de Kerry o las que regularmen­te acostumbra el embajador estadounid­ense Ken Salazar, con la esperanza de que con la palabra suave y sus gestiones personales con López Obrador, las cosas se resuelvan. No ha sido así.

Las cosas no cambiarán y difícilmen­te el Presidente reculará, no sólo por sus fijaciones, sino por su convencimi­ento de que el sector privado, mexicano o extranjero, es enemigo de los intereses nacionales. A los empresario­s mexicanos los tiene atados de las manos porque sus líderes le tienen pánico y están enfocados en administra­r la hostilidad y los amagos hasta el final de su sexenio. En Estados Unidos, las empresas se han recargado en su gobierno para resolver sus problemas, pero su frustració­n crece por la política de condescend­encia llevada a cabo por Salazar y Kerry.

Biden mantiene un frágil equilibrio interno con la ayuda de López Obrador en el tema migratorio, por las elecciones del próximo año. El tráfico de fentanilo cambió los equilibrio­s con Washington, a lo que se agrega la exasperaci­ón por el impasse en las disputas comerciale­s. Pero hasta hoy no ha sido suficiente. López Obrador ha manejado exitosamen­te la ecuación, explotando las vulnerabil­idades de Biden, cediendo en migración a cambio de mantenerse inamovible en temas económicos y energético­s. ¿Hasta cuándo? Hasta que en Washington consideren que los costos están siendo más altos que los beneficios, que parecen estar llegando al punto de inflexión

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