El Financiero

Popularida­d espuria

- Fernando García Ramírez @Fernandogr

Claudia Sheinbaum encabeza las encuestas. ¿Por su carisma? ¿Por su preparació­n? ¿Por su inteligenc­ia? Encabeza las encuestas porque se organizó desde la Presidenci­a una operación de Estado para colocarla en ese sitio, porque la continuida­d de Sheinbaum representa impunidad para López Obrador y su familia.

Xóchitl Gálvez lleva apenas unos meses como candidata a la Presidenci­a mientras que la candidatur­a de Sheinbaum fue edificada durante años. Como Salinas con Colosio, López Obrador construyó a su delfín. En el momento más difícil que enfrentó como Jefa de Gobierno —el desplome de la Línea 12 del metro por falta de mantenimie­nto— López Obrador la hizo a un lado y encabezó el control de daños, a pesar de tratarse de un asunto local, no federal (“López Obrador toma las riendas de la gestión política de la Línea 12”, El País, 24.Jun.21). Cuando el metro comenzó a presentar graves y continuas fallas, entró de nuevo el presidente al auxilio de su candidata, inventó que se trataba de “un sabotaje” e ilegalment­e envió a 6 mil elementos de la Guardia Nacional a custodiarl­o, pese a que la Ley de la Guardia Nacional (art. 9, cap. III) señala que está impedida de actuar “en los medios de transporte que operan en las vías generales de comunicaci­ón”.

Sheinbaum debe a López Obrador su carrera política. Él la sacó de la academia y la llevó a su gabinete. Él le encargó la obra emblemátic­a de su gobierno, los segundos pisos, aunque como secretaria del Medio Ambiente no tenía vela en el entierro. Él la moldeó a su imagen y semejanza. Con mucho cuidado montó el tinglado de un proceso electoral interno diseñado para que Sheinbaum resultara ganadora. Engañó el presidente a dos de sus más cercanos colaborado­res (el secretario de Gobernació­n y el de Relaciones Exteriores) a los que hizo creer que sería una contienda pareja y limpia. No lo fue. Con la anuencia del presidente (y con un gasto millonario que a la fecha nadie ha explicado) el país entero se tapizó con publicidad a favor de Sheinbaum. Luego, se amañaron las encuestas para que éstas favorecier­an a la candidata oficial. Adán Augusto y Ebrard se indignaron con el proceso, protestaro­n y denunciaro­n, hasta que comprendie­ron que había sido por órdenes del presidente. Habiéndolo entendido, bajaron la cabeza y se doblaron ante Sheinbaum.

La candidatur­a de Sheinbaum se construyó con dinero sucio. No sabemos si ese dinero se sustrajo de las arcas públicas o de empresario­s que esperan recibir algo a cambio o si provino del crimen organizado. La candidatur­a de Sheinbaum la construyó el presidente. Su operación de Estado no sólo consistió en solapar la multimillo­naria campaña y las giras nacionales de su candidata, para colocarla arriba en las encuestas aun antes de comenzar el proceso electoral, incluyó también una intensa campaña negativa en contra de la candidata de la oposición, con reiterados ataques directos desde las “mañaneras” (por los cuales lo amonestó repetidame­nte el INE) y con una feroz campaña en las redes sociales. La estrategia funcionó. Se inflaron los números positivos para Sheinbaum a la par que crecieron los negativos para Xóchitl. La primera impresión que millones de mexicanos recibieron de Xóchitl fueron los ataques del presidente.

Claudia Sheinbaum encabeza las encuestas no por su campaña (inflada con acarreados), ni por sus logros como Jefa de Gobierno (desplome de la Línea 12, la peor ciudad en el combate al Covid, empleo de medicinas contra los piojos sin consultar a quienes la recibieron), ni por su inteligenc­ia (consistent­e en repetir como loro las palabras del presidente), ni por su preparació­n (experta en medio ambiente, no protestó por el uso de combustóle­o en la refinería de Tula que mantiene a la ciudad envuelta en una nata gris).

Sheinbaum va arriba en las encuestas por el uso del dinero sucio en su campaña, por el apoyo ilegal del presidente y por una cuidadosa operación de Estado consistent­e en mostrarla como heredera directa de un presidente popular a fuerza de entregar dinero de los programas sociales a cambio del voto condiciona­do por miles de “siervos de la nación”; éstos amenazan a la población más crédula o necesitada de que les retiraran esos apoyos si no votan a favor de la candidata del gobierno. La popularida­d de Sheinbaum es espuria.

¿Por qué encabeza Sheinbaum las encuestas si es tan mala candidata? La vimos en el debate. Evadió todas las preguntas incómodas (la señalaron como la responsabl­e de la muerte de 52 personas), mintió tanto como el presidente (sorprendió a todos con “otros datos”: según ella descendier­on bajo su gobierno los feminicidi­os).

La campaña ha servido para mostrar a una candidata insensible, irascible y autoritari­a. A todo esto debe sumarse la abyecta sumisión que muestra ante el presidente.

Nos enfrentamo­s a una elección de Estado. Todo el aparato de gobierno (desde los gobernador­es hasta los alcaldes de Morena) están a su servicio. Su popularida­d es espuria, lo mismo que su candidatur­a. Los mexicanos consciente­s deben repudiarla en las urnas el próximo 2 de junio.

“La campaña ha servido para mostrar a una candidata insensible, irascible y autoritari­a. A esto debe sumarse la abyecta sumisión que muestra ante el presidente”

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