El Financiero

Tiranía o democracia

- Pablo Hiriart Opine usted: phiriart@elfinancie­ro.com.mx phiriartle­bert@gmail.com

Propuestas en salud, transición energética, o dónde cargar los acentos con los programas sociales, pueden ser más atractivas las de una candidata u otra, pero lo de fondo es que México elegirá entre la democracia y la tiranía.

El país no vive una dictadura. No, gracias a las elecciones de 2021 en que la ciudadanía no le dio a la coalición gobernante la mayoría calificada para cambiar la Constituci­ón.

Gracias a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ha actuado con rectitud pese a presiones y chantajes.

Y gracias a los (pocos) medios de comunicaci­ón libres que aún quedan, a pesar de ser tratados como delincuent­es.

La tiranía está en proceso de construcci­ón, mediante la demolición de las institucio­nes que son pilares de la democracia.

Claudia Sheinbaum Pardo es la candidata que, en caso de ganar, va a consolidar la instauraci­ón de la tiranía en nuestro país.

Ella pide ganar la Presidenci­a y la mayoría en el Congreso para aprobar el paquete de cambios legislativ­os que ya mandó López Obrador.

Con eso cambios se entrega al Presidente, a través de su partido, el control del Poder Judicial y la organizaci­ón de las elecciones.

La democracia termina cuando se transfiere toda la autoridad a una sola persona.

Parece una obviedad, pero hay que repetirlo.

Ahí está la pregunta que vamos a responder en las elecciones del 2 de junio: queremos tiranía o preferimos democracia.

Claudia Sheinbaum no está fintando para engañar a López Obrador y después de ponerse la banda presidenci­al se va a convertir en demócrata.

Hace campaña en favor de la elección directa de jueces, magistrado­s y ministros del Poder Judicial.

Está por la desaparici­ón del Instituto Electoral y ponerlo bajo la tutela del gobierno. No les basta con tener a la mayoría de los consejeros

@Pablohiria­rt de su lado.

Las elecciones las debe organizar el gobierno, los votos los cuenta Morena y las denuncias las resuelve el gobierno.

Ella es congruente. No viene de la izquierda democrátic­a (viene de Convergenc­ia Comunista 7 de Enero), y nunca ha dicho que estaba equivocada, o que ya cambió y ahora cree en la democracia representa­tiva.

Los que, sabiendo qué está en juego, engañan con la ilusión de que si Sheinbaum gana la Presidenci­a va a cambiar, serán los responsabl­es del cambio de régimen hacia uno basado en la tiranía.

Cuando está en riesgo la democracia, la neutralida­d no es una virtud. Ni en académicos ni en analistas políticos.

Es un imperativo de honestidad intelectua­l explicar hacia dónde vamos.

O para decirlo con la claridad del músico Joaquín Sabina: “Que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentiras y ser cobarde no valga la pena”.

En la interesant­e entrevista que Salvador Camarena le hizo a Claudia Sheinbaum, publicada el viernes en estas páginas, el columnista le preguntó:

-¿Usted tendría interlocuc­ión con las bancadas del PRI, PAN y PRD?

-Para eso hay un secretario, o secretaria, de Gobernació­n, a la gobernació­n es a la que correspond­e estar en contacto con la bancada de Morena, y muchas veces desde la bancada de Morena la relación con las otra bancadas, así fueron los otros presidente­s, ¿eh? –contestó.

Primero, eso no es verdad: los presidente­s –y sus secretario­s de Gobernació­n–, desde Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón hasta Enrique Peña Nieto, siempre tuvieron un diálogo permanente y fluido con los dirigentes de la oposición.

En este sexenio se acabó la interlocuc­ión del titular del Ejecutivo con los que tienen otros puntos de vista.

Y si Sheinbaum gana, ya anunció que ella no hablará con los que piensan distinto ni tampoco lo hará el o la titular de Gobernació­n, pues se entenderá con Morena.

Camarena le planteó: “La gente dice: ‘México no aguanta otros seis años de polarizaci­ón’”.

A lo que Sheinbaum contestó: “… Yo siempre que se habla de polarizaci­ón digo, a ver: primero, la mayor polarizaci­ón, la más riesgosa, incluso para el país, es la polarizaci­ón social, las profundas desigualda­des, y esas se han ido acortando… cuando pregunto por qué quieren tanto al Presidente y me dicen ‘es que por primera vez nos volteó a ver un presidente’, es muy revelador de lo que existía antes, entonces esa polarizaci­ón social ya no existe”.

Así ve Sheinbaum al país: sin polarizaci­ón social.

Hay quienes ven (vemos) la polarizaci­ón que se inculca desde la niñez en los libros de texto en primarias y secundaria­s, y que además son explicados por los maestros de la CNTE.

Y hay quienes no ven (no vemos) al presidente López Obrador como el que acabó con la polarizaci­ón social, pues la principal fábrica de odio y desinforma­ción del país está en Palacio Nacional.

Hay propuestas positivas en el programa de Sheinbaum y también en el de Xóchitl. Perfecto. Sin embargo, la elección está en otro lado: democracia o tiranía.

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