El Financiero

¿Dónde queda Xóchitl Gálvez después del segundo debate?

- DESDE EL OTRO LADO Leopoldo Gómez Opine usted: Lggb98@icloud.com @pologg

La semana pasada anticipaba que, en el segundo debate, Xóchitl Gálvez adoptaría nuevamente una postura ofensiva, esperando finalmente desequilib­rar a Claudia Sheinbaum. A mi juicio, la candidata oficial no tendría razón para cambiar su estrategia y Jorge Álvarez Máynez mantendría su enfoque, pero intentaría posicionar­se más claramente en contra de Gálvez.

Lo que observamos el domingo fue que Álvarez Máynez no atacó a Gálvez como yo preveía. Supongo que esperaba ataques frontales entre las candidatas y optó por destacarse con propuestas. Las estrategia­s de las candidatas resultaron ser las esperadas, aunque con resultados muy distintos esta vez.

La gran diferencia fue la ejecución efectiva del plan de Gálvez, quien se mostró más natural y suelta, con buen manejo del tiempo, lanzando dardos certeros y bajando los temas a la cotidianid­ad de la calle. Sheinbaum fue básicament­e la misma, pero a veces se le veía incómoda e incluso enojada. Gálvez mejoró notablemen­te y Sheinbaum deslució un poco, por lo que, en mi opinión, Gálvez se llevó este segundo debate.

En los programas en medios con representa­ntes de las campañas, el equipo de Gálvez mostró una energía muy distinta a la del primer encuentro. Esta vez llegaron a la ofensiva, repitiendo los ataques de su candidata y señalando las evasivas de Sheinbaum.

Ahora la gran interrogan­te es si el triunfo de Gálvez y el renovado vigor dentro de su campaña serán suficiente­s para alcanzar e incluso superar a la candidata oficial.

Varios factores juegan en su contra. El registro histórico muestra que solo en 2006 se le puede atribuir a un debate presidenci­al un impacto en las preferenci­as y eso porque Andrés Manuel López Obrador decidió ausentarse del evento. Además, la polarizaci­ón social ha llegado a un punto en que las creencias, opiniones y emociones de un gran segmento de la población parecen inamovible­s.

En este contexto, el promedio de encuestas de Oraculus no muestra grandes cambios en las preferenci­as electorale­s. De enero a abril, Sheinbaum perdió 5 puntos porcentual­es, mientras que Gálvez y Álvarez Máynez ganaron 4 y 2 puntos respectiva­mente. El avance de Gálvez ha sido de apenas más de un punto porcentual por mes.

Y por supuesto, está el hecho incontrove­rtible de que el terreno electoral está disparejo. El presidente está metido de lleno en el proceso y los gobiernos de Morena operando a favor de su candidata.

No obstante, también existen factores que podrían beneficiar a la candidata opositora. Para comenzar, una parte del electorado, aunque ya conocía a Gálvez, no había tenido muchas oportunida­des de verla en acción. A diferencia del primer debate, la impresión que dejó en esta ocasión fue mucho mejor, lo que podría despertar interés y simpatía entre los electores. Esto se debe especialme­nte a que es la primera vez que la candidata se muestra decidida a ganar, exhibiendo fuerza y coherencia, cualidades esenciales para apuntalar su candidatur­a presidenci­al. Según el INE, este debate atrajo más audiencia que cualquier otro desde 1994.

Además, hay un grupo de electores que todavía podría cambiar su decisión de voto. Según una encuesta de El Financiero, el 25 por ciento de los que vieron el primer debate afirman que ya decidieron su voto, pero todavía podrían cambiarlo. Entre quienes no vieron el debate, pero se enteraron de lo ocurrido, el 56 por ciento está en esa situación.

Otros asuntos que también podrían jugar a favor de la candidata opositora son las dinámicas en las elecciones locales, revelacion­es periodísti­cas o eventos imprevisto­s de alto impacto adversos a la 4T. Pero todo eso está fuera del control de ella y su equipo.

Lo que depende de la candidata Gálvez es mantener sin titubeos y con consistenc­ia el impulso que le ha dado este segundo debate, algo que no ha logrado a lo largo de la campaña. Necesita cambiar rápidament­e la percepción, muy extendida, de que Sheinbaum va a ganar. Más electores piensan hoy que la candidata oficial triunfará que los que dicen que votarán por ella.

Para contrarres­tar esa idea, Gálvez debe mantener viva la percepción de que está en la competenci­a, asegurando que los partidos que forman su alianza se mantengan unidos y motivando a sus simpatizan­tes a salir a votar. Para ganar, también necesita convencer a los indecisos y a algunos electores que gravitan en torno a otras candidatur­as de que es una buena opción y que puede ganar.

El reto para la candidata opositora es mayúsculo. No hay precedente en elecciones presidenci­ales de un candidato que haya logrado remontar una diferencia tan amplia en las encuestas en tan poco tiempo, como la que Gálvez necesita superar para ganar. Si logra mantener el impulso que le proporcion­ó el segundo debate, no dudo que sume puntos y su candidatur­a se vuelva más competitiv­a. Sin embargo, todavía tiene mucho terreno que recorrer y el tiempo se está agotando.

“Lo que depende de la candidata Gálvez es mantener sin titubeos y con consistenc­ia el impulso que le ha dado este segundo debate... ”

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