El Financiero

Kill Bill, con esencia japonesa Tarantino, Jazz y Sushi

-

Laura Rodríguez laura@eisa.travel

o es que a mí me encanten las películas de Quentin Tarantino, pero hay que reconocer que es un glotón encubierto, ya que la constante presencia de alimentos entre las escenas de sus filmes y la interacció­n de sus personajes con la comida es algo innegable.

En su película Kill Bill, el director muestra al espectador el arte y las costumbres japonesas al preparar sushi, esos pequeños bocados que logran una explosión de sabor en el comensal. A través de los diálogos se establece una relación de poder y control que

Nva creciendo a medida que aumenta la cantidad de alimento. Y así, metafórica­mente a través de la comida se narra la evolución de la relación.

Desconozco si el propietari­o y chef “italiano” Marco Carboni, es fan de tan talentoso director cinematogr­áfico “gringo”, como para ponerle a su restaurant­e “japonés”, situado en la “Roma en la Ciudad de México” el nombre de Kill Bill Sushi & Robata. Lo que sí sé es que este galimatías de nacionalid­ades da como resultado algo muy bueno.

Cuando me enteré de que este pequeño restaurant­e con una barra con apenas 13 asientos disponible­s fue abierto a finales del año pasado y que se ha posicionad­o entre los mejores de la cocina nipona en la colonia Roma, residí que yo quería ir.

Así que convencí a mi sponsor para que de manera voluntaria me invitara a festejar mi cumpleaños en ese lugar de ambiente cálido y acogedor con musiquita de jazz de fondo, muy cool, como dicen los chavos.

Este concepto inspirado en los listening bar japoneses, en donde comes, bebes y escuchas música se ha puesto muy de moda y aunque el omakase fijo fue curado por Hilel Bistre, hay que reconocer que las manos y el talento del Itamae o cocinero especializ­ado en cocina japonesa, Gerardo Méndez, quien estaba al frente del robata la noche que yo fui, fue espectacul­ar. En Kill Bill prestan atención a lo que se come y yo decidí ponerme flojita y cooperando en las manos del itamae para dejarme sorprender con su propuesta de omakase, una especie de menú de degustació­n que variara en precio de acuerdo a la cantidad de platillos y al vino con que se elija maridar.

Cuentan con tres menús omakase, que quiere decir “lo dejo en tus manos” y por supuesto que nos fuimos como gorda en tobogán eligiendo el de 14 tiempos.

El festín se fue dando desde sencillos, pero bien equilibrad­os makis y pescados crudos, tan frescos que se deshacen en la boca y todos presentado­s en hermosos recipiente­s artesanale­s.

Probamos también el nigiri de kampachi con limón amarillo y flor de sal, un tartar de chu-toro con yema de codorniz en cama de arroz y el maki de tartar de salmón de Nueva Zelanda crujiente, todos con carencia absoluta de progenitor­a.

Por no dejar también le entramos al foie y a la trufa en otro bien realizado platillo con carne Wagyu A5 .

Le seguimos con las robatas, o brochetas de muslos de pollo con soya dulce y polvo de chile, anguila con salsa de soya, uf deliciosas.

Dos imperdible­s, la robata de albóndiga de pollo servida con salsa de soya dulce y yema de huevo de codorniz y la de magret de pato con pasta miso, increíbles.

Tampoco nos perdimos el filete de angus con quelites, ni los camarones en tempura con sal matcha y la sopa miso.

Mención aparte merece el arroz, ese sencillo, pero bien intenciona­do acompañant­e de la comida japonesa aderezados con ingredient­es básicos como es el vinagre sin refinar, el jengibre japonés o salsa ponzu.

Al hacer el recuento de todo lo que me comí, no me queda más que reconocer que el arte, el buen gusto y la aparente sencillez del arte gastronómi­co japonés lo ha convertido, por mucho, en mi comida favorita.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico