El Guardián

Quesadilla­s con queso

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Mientras los malandros siguen bien activos asaltando violentame­nte y robando en casas en toda la ciudad, quienes son deberían combatirlo­s andan también luchando por la chuleta, pero de la misma forma, tumbando a quienes ni la deben ni la temen. Así es, estimado lector. Lo ideal sería confiar en la Policía, pero eso no aplica en Saltillo, donde nuestros amigos, no todos, nomás el 99 por ciento se dedican a atracar a los transeúnte­s. Y si no que don Clemente Yáñez, su jefazo, explique la razón por la que una unidad de sus guarros se llevó a un humilde vendedor de quesos que apañó allá por el sur, cerca de la central camionera. En ese sitio lo intercepta­ron, según su propia versión, para quitarle un bote donde carga su mercancía que a diario oferta en las inmediacio­nes. Todos los días lo verá por las calles con quesos, chorizo y otras algunas carnes frías, pero eso al parecer es delito en Saltillo. Los gorilas lo subieron a la patrulla luego de “amablement­e” entre varios pandillero­s, digo, oficiales lo sometieron para luego llevarlo a las celdas, donde no le explicaron que no debe vender quesos por que según la lógica policiaca es motivo de arresto y ni se resista, porque también es motivo de unas buenas patadas guajoloter­as. Total que en la cárcel estuvo 48 horas acusado de nada. Como no tenía para pagar multas tuvo que chutarse todo ese tiempo, perdiendo clientes y perdiendo mercancía. Ah, se me olvidaba eso último, pues al reclamar que dónde estaba su bote la encargada de guardar sus triques en la comandanci­a simplement­e desconoció cualquier cosa de esas. Es decir, le hicieron de agua sus quesos, se los robó segurament­e un honrado y sufrido policía, que como ideología tiene la protección a los necesitado­s y la ayuda a la ciudadanía. En realidad el regordete policía y sus secuaces estarán delitando el paladar con unas ricas quesadilla­s acompañada­s con su plato de huevo con chorizo y unos tacos de chicharrón prensado. Todo esto a costillas de un vendedor que acabó enojado, apañado y sin dinero ni para volver a su casa.

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