El Guardián

La Volpe, Jémez y los ‘vende humo’

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La Volpe no la pasa bien en el América. Su discurso no parece estar representa­do en la cancha. El equipo no se sostiene, los resultados no se le dan y tiene el rechazo de una buena parte del Azteca.

La Volpe ya no parece controlar su impotencia y la hace visible. Si no reacciona mal ante los medios tratando de explicar su verdad, polemiza en la cancha. Su reciente “blooper” ocurrió el pasado sábado en el Clásico frente a Chivas cuando invadió el campo y le quitó el balón (y derribó) a Jesús Sánchez. Fue expulsado y deberá purgar una fecha de suspensión.

América ha perdido más partidos de los que ha ganado o empatado. Cuatro derrotas en siete jornadas reflejan su flojísima campaña. La directiva de las Águilas no lo dice, pero sí lo piensa: La Volpe no se sabe si llegará hasta el verano. Frente a un escenario adverso como tal, el entrenador argentino otra vez se encuentra contra la pared en un futbol mexicano que aún le respeta su capacidad en el papel, pero que no ve que su filosofía logre marcar grandes diferencia­s en el campo.

La Volpe vive de sus rentas por lo que alguna vez hizo, pese a no haber ganado nada en los clubes.

Llega como el redentor, mediáticam­ente tiene su efecto, pero al final del día se va sin dejar nada, más allá de entregarse por el trabajo y de intentar inculcar su gusto futbolísti­co para que éste eche raíces.

La Volpe es el emblema de una corriente de entrenador­es que circulan permanente­mente por la Liga Mexicana, aunque ninguno de ellos es considerad­o un técnico exitoso: Rubén Romano, el “Profe” Cruz, Daniel Guzmán, Sergio Bueno, Isidoro García…

Quizás Miguel Herrera sea una de las excepcione­s por defender la idea y adaptarla un poco más a los tiempos modernos con ciertas variacione­s.

Los demás no han podido consolidar el modelo, pero tienen suerte: siempre son opciones que están a la mano para reemplazar a los colegas que les va mal.

“Paco” Jémez no le encuentra explicació­n a lo que le pasa en Cruz Azul. El español dice que jamás en su vida había experiment­ado una situación similar.

Obvio, porque no había dirigido todavía al Cruz Azul, donde suceden cosas extrañas e impensadas. Como si el técnico de turno y los futbolista­s ingresaran en un estado de neutralida­d puro.

La Máquina tiene nuevo mecánico para los defectos de siempre. Ya no es cuestión de filosofías, sino algo más poderoso que le impide al equipo trascender, incluso, ni hasta cuando juega bien.

Cruz Azul ha ganado sólo uno de los siete juegos que ha disputado. Jémez, después de Hernán Cortés, creyó que venía a reconquist­ar México con el romanticis­mo de su futbol lírico. Lo que no midió fue adónde venía y las consecuenc­ias en un ambiente plagado de detractore­s. Jémez dice que Cruz Azul está dolido, pero no hundido. En 2014, había utilizado un discurso similar cuando dirigía al Rayo Vallecano y pasaba por una situación idéntica, vacío de resultados. Terminó peor.

La Volpe, sin nombrar a Jémez, pero con el flechazo directo, dijo en estos días que en “México gusta mucho el vende humo”. Quizás haya sentido que le están usurpando un lugar desde donde por largos años supo liderar y encantar a propios y extraños. América y Cruz Azul llegan al clásico con las mismas miserias y con dos entrenador­es afortunado­s a los que les siguen comprando los mismos espejitos.

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