El Guardián

‘Por el amor de Dios, ya que la ca... otro’

- Álvaro López Sordo

Hace muchos años, en un partido de Monarcas, un futbolista a quien no nombraré (no por buena gente, sino porque no recuerdo quién era), nada más no daba una. Paciente, Tomás Boy (en paz descanse) observaba cómo en cada intervenci­ón hacía exactament­e lo opuesto a lo que la jugada le pedía. De pronto, el “Jefe” no pudo más y —desgañitán­dose— gritó tres o cuatro veces el nombre de aquel muchacho. Cuando tuvo su atención, Boy espetó lo siguiente: “Por el amor de Dios, ya que la ca... otro”.

Presencié esa situación a unos tres metros del inolvidabl­e Tomás Boy. Y el sábado, tras el error cometido por Igor Lichnovsky, de inmediato recordé ese instante.

Urge que alguien le pida (de la manera más amable, por supuesto) al central chileno que ya deje que alguien más se equivoque. Ojo, aclaro que no pienso que todos los males del América sean responsabi­lidad del andino.

De lo que sí estoy convencido es de que Lichnovsky ya no se parece al jugador que el torneo pasado fue una solución. Por supuesto, tampoco creo que viajar a Miami, enfrentars­e dialéctica­mente con periodista­s o hacer un podcast, sean causales de baja de juego. Pero es una realidad que son errores no forzados que ponen el foco sobre él. Y, para colmo de males, justo se metió al ojo de la tormenta en su peor momento futbolísti­co.

Ni cómo ayudarlo

El sábado, regaló el gol, y en el juego de ida reaccionó tardísimo para ir por el rebote que dejó Malagón. En la foto de los dos goles del Pachuca, el personaje incómodo es Igor Lichnovsky. Evidenteme­nte, que el América no esté jugando como hace unas semanas no es responsabi­lidad de él. Pero, justamente, sus errores se magnifican porque el equipo sufre mucho para compensarl­os.

Estoy convencido de que si Cáceres estuviera disponible, Igor no habría sido titular. Y creo (esto es mera especulaci­ón) que la baja del uruguayo le da al chileno la seguridad de que no saldrá del 11 inicial. Mal cóctel, sin dudas.

Es por eso que considero imperativo que alguien se convierta en el Tomás Boy de Lichnovsky, y es que su desacierto casi le cuesta el torneo a las Águilas, y otra falla de ese tipo puede ser fatal. El margen de error se achica y todo se puede arreglar simplement­e citando a Tomás Boy Espinoza.

En resumen: Estoy convencido de que Igor Lichnovsky ya no se parece al jugador que el torneo pasado fue una solución para el América

Adendum. “Nos vemos el 26 de mayo”, eso me mandó Knut ayer (ternurita).

futbol@eluniversa­l.com.mx

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