Está bien que se burlen, pero bájenle
Cualquiera que se preste a un roast sabe que hay altas probabilidades de salir mal parado. Ese es el objetivo, la propia definición del roast, o brindis cómico, sugiere que la persona que se somete a ello está dispuesta a recibir insultos “cómicos” y tiene que aceptar esas “bromas” con sentido del humor, porque, al fin y al cabo, son eso, bromas, no son críticas reales —aunque la línea puede ser muy fina—.
Y Tom Brady estaba dispuesto a recoger ese guante cuando se prestó a participar en The Roast of Tom Brady, un programa especial emitido en Netflix y presentado por el actor y comediante Kevin Hart desde Los Ángeles, en el que figuras del deporte y cómicos se unieron para tomar el pelo durante casi tres horas al ex quarterback de la NFL en televisión.
Su emisión fue el 5 de mayo y, menos de dos semanas después, Brady se arrepiente ahora de esa decisión. “Me encantaba cuando los chistes eran sobre mí. Pensé que eran muy divertidos”, ha reconocido este martes 14 de mayo en The Pivot Podcast. Acto seguido admite: “No me gustó la forma en que afectó a mis hijos”.
El ex jugador profesional de fútbol americano asegura que las consecuencias de esos chistes en sus hijos ha sido la parte más difícil, “el aspecto agridulce” de cuando haces algo creyendo que va a ser de una manera y resulta ser de otra. “De repente, te das cuenta de que no lo volverías a hacer debido a la forma en que afectó a las personas que más me importan en el mundo”, ha compartido con los oyentes del podcast.
Brady tiene tres hijos. Jack, de 16 años, fue fruto de su relación con la actriz Bridget Moynahan, mientras que Benjamin, de 14 años, y Vivian, de 11, nacieron durante su relación con la modelo brasileña Gisele Bündchen, de la que se divorció en 2022 después de 13 años de matrimonio.