Oportunidad
Corren vientos por un cambio democrático y tolerante en Cuba. Corren en la isla y en EU. ¿Y México?
Ian Padrón, un cineasta cubano de 45 años de edad, transmite todos los días por redes sociales un programa que llama Derecho de Réplica. Lo hace desde Los Ángeles, California, donde reside hace 7 años, tras vivir en Cuba casi cuatro décadas.
Hijo del director Juan Padrón, un ícono de la cultura de la Revolución cubana, Ian produjo en 2011 Habanastation, un largometraje que exhibe las ondas contradicciones sociales en la isla. Su documental Fuera de Liga, donde reseña la heroicidad del beisbol cubano, fue censurado durante cinco años por incluir entrevistas con grandes peloteros que emigraron a Estados Unidos para jugar en las Grandes Ligas.
A partir del 11 de julio, Ian Padrón no ha suspendido emisiones diarias de Derecho de Réplica donde difunde y comenta videos que le llegan de Cuba o se han posteado en redes sociales sobre la revuelta que ha cimbrado a la isla y al mundo.
Padrón estableció el saldo ayer a una semana de las protestas: “Se demuestra una clara incapacidad del Estado cubano, del Estado totalitario cubano, de reconocer la realidad, de aceptar la realidad de que hay miles de cubanos –no se sabe cuántos, eso en Cuba es imposible saberlo– que no están de acuerdo con la situación del país; que quieren cambios de gobierno, que quieren libertades…”.
Padrón difundió videos inéditos sobre las detenciones arbitrarias en zonas marginales; se aprecia cómo son llevados a la fuerza jóvenes en medio del griterío del vecindario.
“Nunca seremos los mismos”, lamentó Padrón ayer en su emisión en la descripción de la onda fractura cubana.
“El único sueño posible en Cuba, ahora, es el de la reconciliación basada en la justicia, en la responsabilidad, el amor a la diversidad de nuestra cultura, el pluralismo político, la aceptación de la diferencia y la crítica. El bálsamo más efectivo contra la violencia es el Estado de derecho y ni este va a hacer desaparecer la protesta, porque esta es un derecho y es una necesidad de la política”, escribió el doctor en Historia Julio Antonio Fernández en el sitio digital cubano El Toque.
Leonardo Padura, excelso novelista, en un texto que tituló “El alarido” dijo que lo ocurrido en Cuba es resultado de la desesperación por las carencias materiales, la crisis sanitaria y la pérdida de expectativas.
“A ese reclamo desesperado, las autoridades cubanas no deberían responder con las habituales consignas, repetidas durante años, y con las respuestas que esas autoridades quieren escuchar… Para convencer y calmar a esos desesperados el método no puede ser las soluciones de fuerza y oscuridad, como imponer el apagón digital que ha cortado por días las comunicaciones de muchos, pero que sin embargo no ha impedido las conexiones de los que quieren decir algo, a favor o en contra. Mucho menos puede emplearse como argumento de convencimiento la respuesta violenta, en especial contra los no violentos”.
Existe en Cuba una amplia corriente que anima el diálogo y no el choque. Existe entre cubanos que habitan en la isla y aquellos que han emigrado. Ello coincide con corrientes demócratas en Estados Unidos que empujan hacia una solución distinta del conflicto cubano.
Alexandria Ocasio-Cortez, la congresista demócrata de izquierda que junto con otros personajes como Bernie Sanders han ampliado influencia en las políticas públicas de Biden, se solidarizó con las protestas en Cuba y condenó la represión del gobierno de Miguel DíazCanel, pero abogó por la suspensión del embargo estadounidense al que calificó de “absurdamente cruel”.
Ocasio-Cortez está más cerca por ahora de Biden que demócratas o los republicanos de Florida que alientan una intervención militar en Cuba.
¿Y el gobierno de México? Tiene la gran oportunidad de ser un garante de la transición en Cuba. Es un interlocutor altamente confiable para el gobierno de La Habana y junto con asistencia humanitaria que puede prestar sin cortapisas puede alentar simultáneamente el cese de las persecuciones, empujar hacia la apertura y animar la reconciliación, lo que ayudaría a frenar una barbarie. El titubeo o la pasividad saldrían caros.