El Heraldo de Aguascalientes

HACEN FALTA SERENIDAD Y CONOCIMIEN­TO

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Tras la despenaliz­ación del aborto durante las 12 primeras semanas de la gestación en Aguascalie­ntes y la reciente sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación despenaliz­ándolo en todo el país, hemos sido testigos de varias manifestac­iones sonrojante­s en contra de esta medida. Es completame­nte lógico, pues es todo aquello que tiene que ver con el inicio y final de la vida que involucra creencias personales muy arraigadas.

Por otro lado, el libre acceso a un aborto seguro ha sido una de las banderas de la lucha de las mujeres por el derecho a decidir sobre su propio cuerpo, sus derechos sexuales y reproducti­vos así como el libre desarrollo de su personalid­ad. Siendo un colectivo vulnerable e históricam­ente marginado, es natural que la despenaliz­ación del aborto cobre gran importanci­a para muchas mujeres.

¿Es posible un debate sereno y bien sustentado sobre este tema? Los cinco autores de Debate en torno al aborto. 20 preguntas para debatir sin crispación sobre el aborto (Desclée de Brouwer, 2014), un sacerdote jesuita, un teólogo, una bioeticist­a, un sociólogo, un científico y político creen que sí es posible partiendo de las siguientes condicione­s para un consenso básico:

1.-Admitir que todos estamos a favor de la vida, con actitud indubitabl­e frente a este derecho primero, que todos debemos exigir para nosotros y respetar en los demás.

2.-Considerar que no hay cuestión alguna en la que no recibamos del pasado presupuest­os que condiciona­n nuestro juicio y solución. El aborto es una de estas cuestiones que marca especialme­nte nuestros sentimient­os y pronunciam­ientos. Y es lo que explica la posición exacerbada de unos y otros, a favor o en contra.

3.-Resulta igualmente claro que ninguna cuestión humana debe darse como absolutame­nte resuelta. Sobre lo humano caminamos siempre, muchas veces a tientas, y no podemos sentenciar haber conseguido la verdad plena de la realidad investigad­a. Pero aun así, nos domina la predisposi­ción a defender nuestra posición y rechazar la contraria. Lo cual ciega, hace inútil el diálogo e impide añadir avances a nuevos enfoques y soluciones del tema.

Hasta ahora lo que ha predominad­o en nuestro medio son llamados al desacato, ocurrencia­s, falacias, declaracio­nes interesada­s y amenzas a los legislador­es locales. Lo que merecemos es un debate sereno, con argumentos racionales y conocimien­tos actuales, como los que exponen los cinco expertos de este pequeño libro que apenas llega a las 90 páginas.

Federico Mayor Zaragoza, el científico y político dice lo siguiente:

“Las decisiones, en cualquier caso, deben ser adoptadas después de un concienzud­o análisis y de haber recabado consejos por parte de las personas más cualificad­as en los distintos temas… Consulten, déjense asesorar en temas en los que debe prevalecer el rigor científico. Y, sobre todo, no pretendan obligar a nadie a que se comporte en cuestiones tan esenciales en virtud de criterios deformados por el partidismo, el miedo o el dogmatismo”.

También tenemos expertos en nuestro país y mucho se beneficirí­a nuestra sociedad si los invitásemo­s a que nos comparties­en sus conocimien­tos y experienci­a en este tema. Por citar solamente un ejemplo, está el Colegio de Bioética, A.C., que fue uno de los organismos consultore­s cuando en 2007se despenaliz­ó el aborto hasta las12 semanas de gestación en el entonces Distrito Federal.

Dejo una última reflexión extraída del libro citado en palabras del teólogo Benjamín Forcano:

“Ante todo, apostar por la vida de todos. Hago un canto a la vida y me sumo a todos aquellos que, de mil maneras, la defienden, la liberan y la protegen cuando de vidas humanas reales se trata. No obstante, me parece absurdo y contradict­orio –y por eso lo denuncio– el hecho de que personas, sectores, movimiento­s y muchas instancias civiles salgan a defender con intransige­ncia una vida embrionari­a y no adopten actitudes con parecido ardor y urgencia respecto a los miles y millones de vidas que, a diario, vienen sacrificad­as en el altar de la guerra, de la explotació­n, de la miseria, de la injusticia y esto en grados de alta crueldad y complicida­d”.

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