Brilla leyenda en Arlington
CIUDAD DE MÉXICO. - Con el partido 7-3 a su favor, los Cowboys entraron al vestidor ávidos de un discurso que los impulsara a mejorar su rendimiento ante los 92 mil fans que asistieron a su casa en Arlington.
Pero, probablemente, todo lo que Mike McCarthy tuvo que hacer fue prender la TV y dejar que sus jugadores escucharan a Jimmy Johnson motivar, como lo hizo en sus años como entrenador de Dallas.
Johnson no lanzó un mensaje cualquiera, sino que aprovechó la atención de todos para limar asperezas con el dueño del equipo, Jerry Jones, y de paso enfatizó que la unidad es algo que los Cowboys necesitan en estos momentos de sequía.
“Gracias, Jerry, por traerme a los Cowboys.
Staff Agencia Reforma ARLINGTON, Virginia, EU. - Ni la bravura de los Lions de Dan Campbell pudo con los Cowboys en su fortaleza.
Los Lions hicieron todo bien para llevar a Dallas a límite, pero el osado head coach de los líderes del Norte de la NFC prefirió jugar a todo o nada, y se fue de Arlington con las manos vacías.
Fiel a su estilo, Campbell echó toda la carne al asador con el partido 20-19, cuando su equipo tenía la oportunidad de empatar el juego con un gol de campo o ganarlo con una conversión de 2 puntos; Dan eligió el riesgo.
Con 27 segundos por jugar, los Lions utilizaron una formación jumbo y el pase de Jared Goff llegó intacto a las diagonales para silenciar al estadio de
Importa poco quién se lleva el crédito. Los dos, trabajando juntos, hicimos historia”, aseveró Jimmy, cuya abrupta salida de Dallas en 1994 provocó todo tipo de especulaciones. La principal: que el entrenador y el dueño ya no congeniaban.
Entre 1989 y 1993, la afición de los Cowboys gozó con Johnson al mando, principalmente por los títulos conseguidos en los XXVII y XXVIII.
Pero Jimmy y Jerry se encargaron de dispersar los rumores de su distanciamiento y, con su discurso, Johnson encarnó todo aquello que los aficionados de Dallas representan para la NFL.
Algunos jugadores de los Cowboys salieron del vestuario para escucharlo ser ovacionado mientras, finalmente, le entregaban el Anillo de honor del equipo y su nombre quedaba inmortalizado en las tribunas del estadio.