SALVADOR ÁVILA LÓPEZ Músico de corazón
No terminó la carrera de música en Bellas Artes, donde sólo estudió cuatro año, para darle preferencia a la docencia y así asegurar su futuro. Sin embargo, ya jubilado como maestro, su amor por la música le permitiría seguir tocando por su cuenta en hoteles, casinos y salones de baile
En esta ocasión presentaré una entrevista realizada a un buen amigo, maestro, cantante y amante de las bellas artes, él, don Salvador Ávila López. Espero sinceramente que esta primera parte sea de interés ya que esta sección ¡es de colección!
Una tarde del 14 de enero de 2018 recibí a eso de las 3:00 p.m. una llamada de un buen amigo, amante y profesional de la música, él era nada más y nada menos que el maestro don Salvador Ávila López, quien aparte de tener una excelente trayectoria profesional, es un ser humano a toda prueba. El pretexto de la conversación con el distinguido maestro don Chava fue saludarlo y en base a una de las Crónicas Urbanas donde se había presentado parte de la trayectoria del maestro Ernesto Talavera, él se interesaría a contarme su fascinante vida como pofesional de la música. Por ello comenzaría contándome sus primeros años de existencia al nacer el 15 de octubre de 1934 en la ciudad de Chihuahua; sus padres, originarios del estado de Zacatecas, eran don Salvador Ávila Trinidad, originario de la ciudad de Zacatecas, y su madre doña Rebeca López Lozano, de la ciudad de Jerez. Ellos se conocerían en la capital de aquel estado, por lo que al contraer nupcias en septiembre de 1932 empezarían a planear su futuro, por lo que al no tener las condiciones adecuadas en ese lugar para prosperar, se mudarían a la ciudad de Chihuahua cuando ellos tenían aproximadamente 18 años de edad con el fin de buscar nuevos horizontes. Sin embargo, don Salvador tendría que irse a Estados Unidos para buscar el “sueño americano” y conseguir mejores condiciones de vida para su nueva familia. “Ahí mi padre -comenta el maestro Salvador-, que sólo tenía la primaria, trabajaría algunos oficios en el estado de Colorado y en Iowa, sobre todo en la construcción, y gracias a ello aprendería los oficios de plomería, carpintería, pintura, entre otros. Ya cuando él regresó a Chihuahua con algunos dólares y con importante conocimiento en algunos oficios, se regresaría a Chihuahua, donde se dedicaría a la albañilería, plomería, carpintería entre otras cosas”.
“Mis padres me inscribirían en preescolar a la edad de cinco años en septiembre de 1939, cuando lamentablemente iniciaría formalmente la Segunda Guerra Mundial en Europa
con la invasión a Polonia por parte de las fuerzas de Hitler. En ese periodo de mi niñez tuve la honrosa oportunidad de que me diera clases la maestra Conchita Nevares, la que me enseñaría las primeras letras y trazos, lo que me motivaría en parte y de manera inconsciente a “trazar” mi futuro. Al cabo de casi dos años y terminar mi educación de kínder, para 1941 me llevarían a la Escuela Primaria No. 537, donde tuve algunos distinguidos maestros que me enseñaron de manera muy profesional las bases que me ayudarían a empezar a desplegar mis “alas”, ya que al terminar esta etapa en mis padres me inscribirían en la Escuela Normal del Estado en 1947, centro educativo de gran trascendencia y respeto que estaba en aquel entonces en la calle Allende y Bolívar, por lo que la motivación y vocación que tuve para estudiar dentro del magisterio fue la influencia y los consejos de mis queridas tías que en su tiempo eran maestras también, una de ellas impartía clases en la Escuela 225 y la otra era jefa del Departamento de Educación, las que me inculcaron que me metiera a la Normal.
“Mi deseo era ser profesor de primaria, ya que mi vocación como docente empezaría a acrecentarse cada vez más y al concluir con mis primeros estudios en la Normal del Estado en Chihuahua, mis padres al ver el interés que había mostrado para la docencia, así como mis buenas calificaciones, tomarían la decisión de apoyarme para seguir estudiando sobre la misma línea, por lo que me trasladaría a la Ciudad de México a estudiar la Normal Superior entre los años 1961 y 1964 con el fin de tener más herramientas pedagógicas necesarias para poder impartir clases a nivel secundaria, lo que finalmente me permitiría estudiar como maestro en psicología educativa y llegar a trabajar como profesor. Por mi entusiasmo y el buen rendimiento académico que había logrado, tuve la oportunidad de comenzar a trabajar, por lo que me mandarían a varias escuelas normales en distintos lugares, entre éstos estaba en Iguala, Guerrero; Oaxaca, Oaxaca, y en mismo D.F., donde estuve trabajando un tiempo y ante mi enorme inquietud me incliné por seguir estudiando, pero en esta ocasión sería en el Politécnico Nacional en la carrera de ingeniería, sin embargo como no tenía antecedentes numéricos no me admitirían en esta unidad, optando mejor por la carrera en Administración, sin embargo, lo que me ayudó mucho fueron los estudios realizados en la Normal Superior, por lo que me aceptarían en la Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas (UPIICSA), que es una escuela perteneciente al Politécnico Nacional dedicada a la administración pública, donde estuve durante cuatro años.
“En el UPIICSA me ganaría una beca para ir a estudiar Estadística Internacional a Santiago de Chile, diez años después en 1973 y estuve seis meses en Santiago de Chile, en la Universidad de Santiago. De ahí me regresé a trabajar al Tecnológico de Oaxaca, Oaxaca, como asesor académico y profesor de Estadística, pero como yo era de Chihuahua quise regresar a mi tierra después de veinte años de andar en muchos lugares del país. Ya en Chihuahua me iniciaría en el tecnológico con la buena suerte de que el director, un ingeniero, me daría la oportunidad de irme a Albuquerque a la Universidad de Nuevo México a estudiar Estadística y Educación Superior, durando un año y cuatro meses, iniciando también el doctorado en 1983, pero lamentablemente se me acabaría la beca y después de un año cuatro meses me tuve que regresar al tecnológico de nueva cuenta. Me siento muy satisfecho porque durante todo ese tiempo pude viajar por varios países, como Cuba y España.
“Siempre he querido terminar el doctorado, pero lo malo de esto es que me exigen dos años de permanencia en cualquiera de esos dos países y a la edad que tengo, pues ya no me animo a quedarme tanto tiempo en un país fuera de mi patria solo, ya jubilado y retirado. En estos tiempos me he dedicado solamente a tocar el piano, ya que esta carrera la empezaría a los diez años en forma lírica y escuchando la radio, pude aprender a tocar el “Tiki tiki” de María Grever y varias canciones mexicanas como “Cielito lindo”. A los 11 años la dueña del piano, que era mi tía, la directora de la Escuela 225, me pagaría una clase con un maestro particular para que aprendiera “nota” y tocar valses mexicanos, como “Julia” y “Alejandra”, además de todas las canciones del pasado con la inquietud de seguir siendo músico. Cuando ya era profesor de primaria en 1955 me inscribiría en la Universidad de Chihuahua en Bellas Artes, donde tuve la fortuna de conocer a un excelente maestro, don Ernesto Talavera, y además de él, tuve la fortuna de relacionarme con varios maestros, donde aprendí clases de solfeo, canto de armonía y piano con una maestra muy destacada que la universidad había traído desde Austria, ya que su residencia estaba en la hermosa ciudad de Viena, de nombre Mercedes Chacón Baca; tenía parientes aquí en la ciudad de Chihuahua y tuve la oportunidad que fuera mi maestra durante tres años, donde aprendí piano.
“Lamentablemente no terminé en la escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chihuahua, ya exigía un periodo de siete años y yo sólo estuve cuatro, nada más, por lo que no concluí la carrera de músico, sin embargo para ese entonces el Gobierno del Estado de Chihuahua me ofrecería una beca pero en el área educativa para que fuera a superarme como profesor a la Normal Superior de México, como lo dije anteriormente, y para entonces dejaría la carrera de músico, dándole preferencia a la de educación, porque algún día me jubilaría y tendría asegurado mi futuro en cuanto a la parte de seguridad social y viéndola por el lado de ser profesor tecladista, las posibilidades de una buena jubilación serían casi imposibles. Sin embargo, ya jubilado como maestro, mi amor por la música me permitiría seguir tocando, pero por mi cuenta, ya que la gente que me conoce me llama desde hoteles, casinos, lugares de baile, como del Club de Leones de Chihuahua, con el fin de tocar ocasionalmente. Además, recuerdo que tuve un grupo de cinco elementos, dos trompetistas, bajo eléctrico, guitarra eléctrica y yo en los teclados, junto con mis dos hijas que eran cantantes. Hicimos un buen trabajo y gracias a esa armonía que experimentamos, se originaron varios discos de los cuales he tenido la oportunidad de venderlos a cada lugar donde voy a tocar, los que promociono, llegando en un momento de mi vida a tenerlos a la venta en tiendas en Estados Unidos y en Fashion Mall en Chihuahua. También, cuando he ido a Las Vegas, principalmente a los casinos, me los llevo porque mucha gente aun sin conocerlos les llama la atención y los compran ya que se interesan en ver la variedad de melodías que contiene cada uno. Tengo uno de tangos, de boleros y otro de música instrumental. En éstos está incluida música americana, clásica que se
SALVADOR ÁVILA LÓPEZ MAESTRO JUBILADO
“Después de 20 años de andar en muchos lugares del país, quise regresar a mi tierra, Chihuahua”
tocaba con Frank Sinatra, de Agustín Lara con todo su elenco de boleros tropicales y de boleros conocidos como “Solamente una vez” y “Granada”, que son mundialmente conocidos, y los boleros de Álvaro Carrillo, ya que tuve la fortuna de vivir por siete años en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca, por lo que toda la gente me pedía estas melodías en hoteles y casinos donde me solicitaban las melodías del maestro Carrillo. Posteriormente tuve que hacer un disco de boleros del mismo autor, compositor muy destacado a nivel nacional e internacional, y el último fue el de tangos, música que me gusta mucho ya que tuve la oportunidad de viajar a Argentina dos o tres veces con mi esposa, a la que le gustaba también mucho este tipo de música, logrando cantar dos o tres tangos en uno de mis discos, sin embargo, me gusta mucho tocarlos porque es un ritmo muy emocionante.
“Sin duda, mi vida ha sido ocupada en dos ramos, la educación por un lado y por el otro como tecladista, la cual me ha gustado mucho practicar durante largas horas durante el día con el piano, la guitarra y cantar por supuesto, pues como he comentado, me piden que lo haga en fiestas, bailes y sobre todo les complazco siempre…”. Esta historia continuará, ¡no se la pierda!
“Recordando al maestro don Salvador Ávila López, músico de corazón”, forma parte de los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas. Si usted tiene información que quiera compartir para esta sección o si desea adquirir los libros “Los Archivos Perdidos de las Crónicas Urbanas”, tomo I, II, III, IV y V, puede llamar al celular 614 148 85 03 y con gusto se lo llevamos a domicilio, o bien adquiéralo en la librería Kosmos en Josué Neri Santos No. 111; La Luz del Día, calle Blas Cano de los Ríos 401, San Felipe I Etapa, y en librerías Bodega del Libro.