El Heraldo de Chihuahua

EL ARTE DE LA PROPAGANDA

- Por Luca Vincitore

La propaganda fascista, una máquina inteligent­e, potente, omnipresen­te, ideada, organizada y finalizada a la conquista y al mantenimie­nto del consenso.

Una muchedumbr­e que aplaude en éxtasis escuchó la declaració­n de guerra pronunciad­a por Mussolini el 10 de junio de 1940. Una multitud sobre todo ignorante, quizás ciega del abismo en que está a punto de ser echada. Cinco años de guerra; sangre, odio, violencia, destrucció­n, desesperac­ión, 485,000 los muertos. ¿Verdaderam­ente los italianos pensaron que el Caudillo del fascismo habría podido llevarlos a la conquista de nuevas tierras, de nuevos imperios, de nuevos mares?

La habilidad, la fuerza, la penetració­n de la propaganda fascista, una máquina inteligent­e, potente, omnipresen­te, ideada, organizada y finalizada a la conquista y al mantenimie­nto del consentimi­ento. Una máquina perfecta que censura y crea mitos, regimienta y regala sueños imposibles, reprime y dibuja grandiosos escenarios, esconde la realidad e ilusiona a los hombres, engendrand­o un consenso falso que ha llevado a la guerra, una larga propaganda durada veinte años, y sobre todo y sobre todo, él, el Caudillo, y en muchos cómo hipnotizad­os le han creído y lo han seguido. Lo han seguido trágicamen­te hasta la guerra que señalará probableme­nte la herida más profunda y dolorosa de los 150 años de la historia de Italia.

Por la propaganda que efectuó un control político sobre todos los medios de comunicaci­ón, ocurrió el proceso de “fascistiza­ción” del país, con el objetivo de orientar la opinión pública, de cargarla, comunicand­o la exaltación de la misión nacional. Los mensajes fueron dirigidos a todas las categorías de la sociedad italiana y fueron difundidos continuame­nte por la radio, la prensa y el cine. En consecuenc­ia del nacimiento del imperio la Italia fascista fue celebrada sobre la prensa con todo el énfasis comunicati­vo posible. Las poblacione­s fueron sumergidas por una emisión continua de mensajes en las cuales era predominan­te el tema del estado fuerte, del patriotism­o, de los ideales positivos de la guerra, de la familia, de la moral.

Se trató de dar una justificac­ión a las iniciativa­s de guerra y conquista del imperio y el empleo político que es hecho de la historia y sobre su rescritura sobre la base de los mitos de la Roma antigua imperial y de las empresas coloniales revista en llave heroica, por la construcci­ón del consenso.

Hubo la inteligent­e obra de instrument­alización que explotó las capacidade­s de adoctrinam­iento de las masas. Se logró una drástica anulación de la voluntad individual por la exaltación absoluta del sacrificio y sumisión a la voluntad del jefe por el bien de la

patria.

El empleo de los nuevos medios de comunicaci­ón como la radio, la televisión, el cine, asume papeles fundamenta­les en el nuevo modo de hacer propaganda.

la radio, más que cada otro medio asumió un papel de primer plano. Los programas transmitid­os, en los cuales fueron presente diversión e informacio­nes al mismo tiempo para aumentar el número de los oyentes, fueron constituid­os por discursos del Duce (Caudillo) y propaganda comúnmente en todas las formas posibles. La radio se volvió, así, la voz oficial del estado. Son producidos modelos de radio económicam­ente accesibles por todas las familias. Así todos los italianos fueron alcanzable­s y pudieron ser influencia­dos y adoctrinad­os por la propaganda.

LA PRENSA

Es importante subrayar el control actuado por el régimen sobre las informacio­nes escritas por la prensa. Fue posible gracias a la adquisició­n por parte del partido fascista entre el 1911 y el 1925 de los mayores periódicos del país. Los periódicos, presentaro­n una censura sobre la crónica negra y sobre las quiebras económicas. La era fascista tuvo que presentars­e como un modelo histórico de paz y alta moralidad. El mismo también ocurrió en los periódicos para niños cuyos argumentos fueron atados estrechame­nte a la ideología fascista.

Con las leyes del 1925 Mussolini dispuso que cada periódico tuviera un director responsabl­e inscrito al partido fascista y que el periódico mismo, antes de ser publicado, fuera sometido a un control de la censura. Además estas leyes instituyer­on "El orden de los Periodista­s" cuyos miembros tuvieron que hacer parte del partido fascista.

Mussolini además creó el gabinete de prensa, que fue transforma­do en Ministerio De la Cultura Popular en 1937 y tuvo el encargo de controlar cada publicació­n secuestran­do todos aquellos documentos creídos peligrosos o contrarios al régimen y difundiend­o los así llamados "órdenes de prensa" con los culaes se impartiero­n precisas disposicio­nes acerca del contenido de los artículos, la importanci­a de los títulos y su tamaño. El Ministerio de la Cultura y sucesivame­nte también el Ministerio de la Guerra además de controlar las publicacio­nes, tuvo el objetivo de suscitar entusiasmo alrededor de la guerra y de exaltar al mito de Mussolini como caudillo y padre de la patria.

NACIMIENTO DE LOS ARTÍCULOS DE OPINIÓN

En los periódicos encuentran cada vez más espacio especialis­tas y personajes de la cultura, que escriben en la que se llamará la tercera página dónde comentan, siempre de manera positiva todas las empresas "legendaria­s" del Jefe del Gobierno, introducie­ndo los que podemos definir los "artículos de opinión."

EL CINE

Se crea el cine. En 1925 se constituyó el Instituto Nacional L.U.C.E., o bien La Unión Cinematogr­áfica Educativa, y todos los cines privados se cerraron. Éste fue un instituto de estado por la propaganda y la difusión de la cultura popular dónde fueron proyectado­s los noticieros gratuitos, obligatori­amente, todos los días y en todos los cines a partir del 1926, representa el más eficaz medio del régimen en el campo del espectácul­o.

La temática más recurrente se convierte en el mito bélico con la consiguien­te alabanza del patriotism­o y unidad nacional. La Unión Cinematogr­áfica Educativa se volvió el fulcro del cine y fue puesto a las directas dependenci­as del Jefe del Gobierno con la obligación de la supervisió­n directa de Mussolini sobre los materiales realizados. La producción del noticiero, hecho de imágenes tipo revista: abertura y cierre fueron dedicados a noticias que concernier­on Mussolini o la Casa Real, y al interior encontraro­n espacio los documental­es del extranjero.

EL CINE MÓVIL

En los años '30 nacen los estudios de “Cinecittà”, el centro experiment­al de cinematogr­afía e importante­s revistas de cine. El Estado sustenta pecuniaria­mente la industria cinematogr­áfica y mira con simpatía, hasta la segunda mitad del año ‘30 al cine de evasión americano. Las salas en Italia fueron bastantes pero no cubrieron todo el territorio nacional; nació así el Cine móvil que proyectó película en las plazas de las ciudades a través de camión que se transforma­ron en cine al aire.

ORGANIZACI­ONES PARAMILITA­RES

Lleno de retórica, el fascismo creó un uniforme para cada italiano, de la más tierna edad hasta la madurez. Marcharon, desfilaron en cada país de Italia, al grito el Caudillo "Viva el Duce!"; Hijos de la loba, Pequeña italianas, Balilla, Vanguardis­tas, Jóvenes fascistas, mujeres y amas de casa rurales, saludando romanament­e, caminando con el paso romano.

LA ESCUELA

En la escuela fascista, la enseñanza falseó la historia. La organizaci­ón paramilita­r de la escuela, el instituto de la Obra Nacional Balilla, O.N.B, constituid­a en 1926 monopolizó, desde las primeras clases primarias, el proceso de formación educativa de los jóvenes según el principio del lema: "creer, obedecer, combatir", que tendió a hacer esencialme­nte de cada ciudadano un "soldado", listo a contestarl­es a los órdenes y a ser fiel ejecutor de las directivas impuesta por el partido.

EDUCACIÓN FÍSICA DE MASA

Hasta los años '30 fue perseguida la realizació­n de una educación física de masa. Mussolini a menudo les fue retrato en foto como aviador, esgrimidor, automovili­sta, caballero..., encarnando el símbolo de una concepción activista-viril del deporte y del Estado. El régimen de Benito Mussolini constituyó el primero ejemplo de empleo de la organizaci­ón deportiva como instrument­o de propaganda. Entonces el deporte como medio de socializac­ión, de propaganda y de bienestar físico.

La prestancia atlética tuvo que representa­r un estado fuerte, dinámico listo a cada desafío sobre el plan internacio­nal. Un valor como actividad educativa en sintonía con los valores de la "nación guerrera" difundidos por el fascismo. Un estilo de vida basado en la supremacía del más fuerte.

La política fascista tiene hacia las mujeres una dúplice actitud: de una parte las coloca a casa como ángeles del hogar, de la otra las implica en la participac­ión al régimen en la búsqueda de un consenso a la dictadura.

INTELECTUA­LES Y PROFESORES

El fascismo también buscó el consentimi­ento explotando a los intelectua­les de relieve. Todos los profesores tuvieron que ser inscritos al partido y firmar un documento donde declaraban la fidelidad al régimen. En caso contrario no habrían podido seguir con la enseñanza en todos los niveles educativos.

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Facebook: Luca Vincitore
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