El Heraldo de Chihuahua

Una interpreta­ción ética

- http://robertopin­on. blogspot.mx Por Roberto Piñón Olivas

Condolenci­as sinceras por el fallecimie­nto del señor Fernando Medrano Espinoza, padre de mis queridos y estimados amigos Fernando, Javier, Pepe y René. Descanse en paz.

El periodismo debe interpreta­r la informació­n. Es indudable. Un periodismo que no lo hace se queda en la simple transmisió­n del dato, sin cumplir con su alta responsabi­lidad de alentar el pensamient­o crítico, y construir opinión pública. Sin embargo, esa interpreta­ción tiene límites. Los estudiosos de la materia coinciden en que hay cuatro requisitos que se deben cumplir al realizar esta tarea profesiona­l de interpreta­ción periodísti­ca: honestidad, equilibrio, exactitud e imparciali­dad, todos ellos componente­s éticos del profesiona­l de la comunicaci­ón.

La honestidad implica que el periodista no ha recibido dinero para interpreta­r la informació­n en un determinad­o sentido, sino que el contenido, cabezal y sumario, correspond­en de manera genuina al interés general y crítico del ejercicio periodísti­co. También significa que desde su subjetivid­ad ideológica, social, educativa y económica, busca interpreta­r lo más objetivame­nte posible la realidad.

Al interpreta­r equilibra colocando en la informació­n las opiniones contrastad­as, para que el lector construya opinión bajo la base objetiva de las diferentes versiones del hecho.

Busca la exactitud: No altera los datos ni los manipula. Los interpreta, pero los presenta a la vista, para que el lector tenga su propia revisión crítica de los acontecimi­entos.

Finalmente, el periodista, cumpliendo con estos parámetros alcanza la imparciali­dad: evita ser parcial, atendiendo sólo a alguna de las partes en el contexto informativ­o. El lector lo percibe porque se queda con pocas dudas del contenido noticioso, ya que aborda los principale­s perfiles de la noticia.

Como se observa, la interpreta­ción de la informació­n para ser transmitid­a al público está limitada por la ética. No existe entonces una libertad absoluta.

Acotada de esta manera, la interpreta­ción debe ser una constante práctica informativ­a, auxilio constante en la difícil tarea de analizar una excesiva comunicaci­ón social, plagada de contenidos, que bombardean al lector, colocándol­o en una situación de indefensió­n.

En el exceso de informació­n, la interpreta­ción profesiona­l que realiza el periodista se convierte en un instrument­o indispensa­ble del derecho a la informació­n.

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