¿Quién conoce el SNA?
Es cada vez mayor la frecuencia con que leemos o escuchamos a través de los medios de comunicación y redes sociales noticias sobre hechos de corrupción que se imputan a funcionarios federales, estatales y municipales, sin embargo, es necesario acotar que la mayoría de las acusaciones que llegamos a conocer son investigaciones realizadas por nuevas administraciones que llegan a ejercer el poder, buscando de alguna forma legitimarse. Son muy pocos los casos en donde la información pública sea el resultado de quejas o denuncias ciudadanas.
Cuando se realizó la reforma a nuestra constitución en mayo del 2015, que crea el Sistema Nacional Anticorrupción (SNA); se pensó en un sistema presidido por ciudadanos, cuyos resultados y acciones fueran de utilidad para los mismos ciudadanos, que permitiera prevenir, investigar y sancionar las faltas administrativas y los hechos de corrupción. Este Sistema se enarboló como un gran logro de las organizaciones sociales y despertó grandes expectativas para contar con mecanismos claros y transparentes para combatir el problema de corrupción actual. En este contexto, y siendo optimista, creo que uno de los factores más importantes de estos cambios fue generar un órgano en el que instituciones de los diferentes poderes, concurrirán para coordinar esfuerzos en el combate a la corrupción y abrir los canales efectivos para que los ciudadanos sean parte activa.
A veinte meses de esa reforma, resulta difícil escuchar las palabras de Jacqueline Peschard con motivo del termino de su gestión como presidenta del Comité de Participación Ciudadana y del Comité Coordinador del SNA: “Cierro mi ciclo y me doy cuenta que no tengo cifras que presumir. No le hemos hecho ni un rasguño a esa corrupción que parece impregnarlo todo…”
Para que una reforma de este calado sea una realidad efectiva y logre permear en la sociedad, es indudable dar una implementación política y operativa, con voluntad y acciones gubernamentales, en donde la difusión, el diseño de modelos de operación, el fortalecimiento de las instituciones, la capacitación y aplicación de tecnología sean su eje esencial.
A pesar del burocratismo y la falta de voluntad política para resolver, basta decir que el SNA no está integrado por la totalidad de las instituciones que lo conforman, pues no tenemos hoy la designación del Fiscal Anticorrupción, ni de los Magistrados Especializados, ni del Titular de la Auditoria Superior de la Federación; tampoco tenemos la definición de la Política Pública Nacional Anticorrupción y, aún menos, se han diseñado los indicadores para medirla. No se ha establecido la manera en que se realizará la coordinación de todas las autoridades, por ejemplo, no existen los protocolos ni manuales para tales efectos, tampoco contamos con una delineación de mecanismos de coordinación entre ámbito local y federal, etc., en conclusión, faltan muchas acciones que exige y establecen las normas que regulan al Sistema.
La mayoría de los mexicanos, seguramente, escucharon la noticia sobre la creación del Sistema Nacional Anticorrupción y muchos pudieron haber celebrado este gran paso, pero la realidad es que hoy en día muy pocos conocen cómo opera, dónde y de qué forma pueden presentar una denuncia y darle seguimiento o en su caso, cómo acceder a la información sobre los resultados de las denuncias ciudadanas o de las sanciones impuestas.
Muy poco se ha hecho para difundir estos aspectos y los esfuerzos han sido por parte de algunas de las instituciones que conforma el SNA de manera aislada.
Los ciudadanos desconocen qué ha cambiado, quizá alguien debiera informarles para qué sirve verdaderamente esta reforma; lo han dicho expertos nacionales e internacionales, el combate a la corrupción es un cambio social, pero si los ciudadanos no conocen el SNA entonces cómo esperamos que participen y, con ello, se comience la transformación de este fenómeno.
Será importante conocer, en conjunto, las políticas anticorrupción estatales y federal con la evaluación de los resultados que generen; y la creación de los canales de información sobre avances y desafíos del Sistema; a fin de lograr una percepción social de un SNA que sirve, funciona y trabaja en el combate contra la corrupción; que fomente el entendimiento y peso que tiene la participación de la ciudadana en general.
En la medida en que el ciudadano observe resultados, empezará entonces a recuperar la confianza en sus instituciones y ser parte del esfuerzo que requerimos para erradicar este mal que afecta al desarrollo económico y social del país y; una vez que comprendan el valor que aporta la lucha contra la corrupción en su vida cotidiana, la harán suya.
El reto inmediato es que las instituciones que conforman el SNA trabajen juntas para que los ciudadanos sepamos qué es, para que sirve y que resultados está obligado a brindarnos. Si lo logran México empezará a cambiar.