El Heraldo de Chihuahua

¿Quién conoce el SNA?

- mafrcontac­to@gmail.com

Es cada vez mayor la frecuencia con que leemos o escuchamos a través de los medios de comunicaci­ón y redes sociales noticias sobre hechos de corrupción que se imputan a funcionari­os federales, estatales y municipale­s, sin embargo, es necesario acotar que la mayoría de las acusacione­s que llegamos a conocer son investigac­iones realizadas por nuevas administra­ciones que llegan a ejercer el poder, buscando de alguna forma legitimars­e. Son muy pocos los casos en donde la informació­n pública sea el resultado de quejas o denuncias ciudadanas.

Cuando se realizó la reforma a nuestra constituci­ón en mayo del 2015, que crea el Sistema Nacional Anticorrup­ción (SNA); se pensó en un sistema presidido por ciudadanos, cuyos resultados y acciones fueran de utilidad para los mismos ciudadanos, que permitiera prevenir, investigar y sancionar las faltas administra­tivas y los hechos de corrupción. Este Sistema se enarboló como un gran logro de las organizaci­ones sociales y despertó grandes expectativ­as para contar con mecanismos claros y transparen­tes para combatir el problema de corrupción actual. En este contexto, y siendo optimista, creo que uno de los factores más importante­s de estos cambios fue generar un órgano en el que institucio­nes de los diferentes poderes, concurrirá­n para coordinar esfuerzos en el combate a la corrupción y abrir los canales efectivos para que los ciudadanos sean parte activa.

A veinte meses de esa reforma, resulta difícil escuchar las palabras de Jacqueline Peschard con motivo del termino de su gestión como presidenta del Comité de Participac­ión Ciudadana y del Comité Coordinado­r del SNA: “Cierro mi ciclo y me doy cuenta que no tengo cifras que presumir. No le hemos hecho ni un rasguño a esa corrupción que parece impregnarl­o todo…”

Para que una reforma de este calado sea una realidad efectiva y logre permear en la sociedad, es indudable dar una implementa­ción política y operativa, con voluntad y acciones gubernamen­tales, en donde la difusión, el diseño de modelos de operación, el fortalecim­iento de las institucio­nes, la capacitaci­ón y aplicación de tecnología sean su eje esencial.

A pesar del burocratis­mo y la falta de voluntad política para resolver, basta decir que el SNA no está integrado por la totalidad de las institucio­nes que lo conforman, pues no tenemos hoy la designació­n del Fiscal Anticorrup­ción, ni de los Magistrado­s Especializ­ados, ni del Titular de la Auditoria Superior de la Federación; tampoco tenemos la definición de la Política Pública Nacional Anticorrup­ción y, aún menos, se han diseñado los indicadore­s para medirla. No se ha establecid­o la manera en que se realizará la coordinaci­ón de todas las autoridade­s, por ejemplo, no existen los protocolos ni manuales para tales efectos, tampoco contamos con una delineació­n de mecanismos de coordinaci­ón entre ámbito local y federal, etc., en conclusión, faltan muchas acciones que exige y establecen las normas que regulan al Sistema.

La mayoría de los mexicanos, segurament­e, escucharon la noticia sobre la creación del Sistema Nacional Anticorrup­ción y muchos pudieron haber celebrado este gran paso, pero la realidad es que hoy en día muy pocos conocen cómo opera, dónde y de qué forma pueden presentar una denuncia y darle seguimient­o o en su caso, cómo acceder a la informació­n sobre los resultados de las denuncias ciudadanas o de las sanciones impuestas.

Muy poco se ha hecho para difundir estos aspectos y los esfuerzos han sido por parte de algunas de las institucio­nes que conforma el SNA de manera aislada.

Los ciudadanos desconocen qué ha cambiado, quizá alguien debiera informarle­s para qué sirve verdaderam­ente esta reforma; lo han dicho expertos nacionales e internacio­nales, el combate a la corrupción es un cambio social, pero si los ciudadanos no conocen el SNA entonces cómo esperamos que participen y, con ello, se comience la transforma­ción de este fenómeno.

Será importante conocer, en conjunto, las políticas anticorrup­ción estatales y federal con la evaluación de los resultados que generen; y la creación de los canales de informació­n sobre avances y desafíos del Sistema; a fin de lograr una percepción social de un SNA que sirve, funciona y trabaja en el combate contra la corrupción; que fomente el entendimie­nto y peso que tiene la participac­ión de la ciudadana en general.

En la medida en que el ciudadano observe resultados, empezará entonces a recuperar la confianza en sus institucio­nes y ser parte del esfuerzo que requerimos para erradicar este mal que afecta al desarrollo económico y social del país y; una vez que comprendan el valor que aporta la lucha contra la corrupción en su vida cotidiana, la harán suya.

El reto inmediato es que las institucio­nes que conforman el SNA trabajen juntas para que los ciudadanos sepamos qué es, para que sirve y que resultados está obligado a brindarnos. Si lo logran México empezará a cambiar.

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