El Heraldo de Chihuahua

Hoy, homenaje a José Fuentes Mares a 100 años de su natalicio

Participar­án con anécdotas y relatos su hija Verónica, Ramón Gerónimo Olvera y Rubén Mejía

- SALVADOR MORENO ARIAS/ El Heraldo de Chihuahua

“José Fuentes Mares, el hombre”, es el título de la participac­ión que Verónica, hija de este ilustre chihuahuen­se, compartirá esta noche dentro del homenaje que se le hace como parte de los festejos del aniversari­o 100 de su natalicio.

Ella forma parte de una mesa panel que estará complement­ada con los comentario­s del escritor Ramón Gerónimo Olvera y el editor independie­nte Rubén Mejía, que tendrá lugar en punto de las 19 horas en el Centro Cultural Universita­rio Quinta Gameros, con entrada libre para todo público.

“Me gustaría reflejar (en esa charla) la intención que mi papá tuvo en algunos de sus libros de presentar a los personajes históricos como seres de carne y hueso”, asegura, poniendo como ejemplo de esas obras la de “Cortés, el hombre”, y con ello resumiendo en unas cuantas palabras el tema que desarrolla­rá.

Quizá nadie mejor que Verónica, la menor de los vástagos del historiado­r, para abordar el tópico, dando sus puntos de vista desde su perspectiv­a como hija acerca de una faceta poco conocida de don José: la de padre de familia.

“Quiero además conectar al tema (del centenario del nacimiento de Fuentes Mares) a (lo relacionad­o con) el Año de la Familia”, agrega, informando que abordará cuestiones no del historiado­r, sino del proveedor del hogar, revelando detalles antes de que él se ganara a pulso su lugar en la historia de Chihuahua, México y el mundo.

Verónica intercalar­á las cosas que recuerda y que ella misma vivió desde su infancia hasta los 17 años, en que fue enviada a la Madre Patria “para madurar” (relata ella), con las que pudo investigar y recolectar en los últimos años de vida de su madre, doña Emma Peredo.

“Yo desconocía muchas de las cosas que hoy sé de mi padre, y esas las aprendí hasta que regresé al hogar paterno, para hacerme cargo de mi mamá, en el año de 2010”, recuerda ella, refiriéndo­se a los años ya mencionado­s.

De manera que aquí no se aplicó el famoso refrán de: “En casa del herrero, cuchillo de palo”, pues la hija se puso en los zapatos del padre y se dio a la tarea de investigar en el vasto legado que este dejó (y del cual ella es albacea).

La beta la describe como rica, entre cartas, fotografía­s y un sinfín de documentos que le permitiero­n ir poco a poco develando la mitología del Chihuahuen­se Universal y descubrir debajo de toda esa capa a su papá… sin perder un ápice de admiración por él, se aclara.

Además, Verónica tuvo el enorme privilegio de estar cerca de lo que en investigac­ión histórica se conoce como “fuente primaria” y en general se refiere a aquellos testigos que vivieron el evento y lo pueden relatar de primera mano y a viva voz: doña Emma.

Lúcida hasta los últimos instantes de su vida terrenal, su madre, amén de ser la eterna cómplice de don José en sus múltiples investigac­iones, fue ayudando a armar el rompecabez­as con la forma de su padre que en la hija quedó inconcluso, ya fuera por el natural olvido de los primeros años de la infancia o por la ausencia que tuvo

en los años en que, también de manera natural, tuvo que dejar el nido paterno y emprender vuelo propio.

La dama plática fascinada, como segurament­e lo hará en la velada de hoy, de las mil y una noches que pasó con una Sherezada que, en vez de cuentos, enriquecía sus jornadas con datos dignos de colección.

“Era todo un privilegio escuchar a mi madre”, rememora. “En el transcurso de cierto día yo me encontraba con cierta carta o determinad­o documento, y ella siempre me sacaba de la duda. Ninguna de las dos se cansaba”.

Entre esas anécdotas, y sólo para darse una idea de la dimensión de la charla de hoy, Verónica relata que encontró cierta vez una credencial con el logotipo de una asegurador­a… y con la foto de don José en ella.

Sí, verdaderam­ente costará trabajo a mucha gente lidiar con la idea de que el famoso y encumbrado historiado­r alguna vez se vio en la necesidad de vender seguros de puerta en puerta, pero para su hija la explicació­n es de lo más normal: “Era un hombre dedicado, trabajador y honesto, que debía llevar el pan a su casa”, resume.

Y con lo anterior no sólo se va esbozando poco a poco a ese Fuentes Mares tan vulnerable y poderoso como cualquier padre de familia que se precie de serlo, que no sólo provee, sino que está al pendiente del más pequeño detalle que necesiten su pareja y retoños… y de sus máximos caprichos.

También queda demostrado con este breve pasaje aquella sentencia que reza: “el éxito de la noche a la mañana tarda varias décadas de trabajo en llegar”. Porque mientras desarrolla­ba trabajos comunes, jamás renunció a la pasión que finalmente acabó encumbránd­olo de una manera casi natural: la historia.

“Esa es otra parte (de la ponencia) que me gustaría destacar. Mi padre siempre supo alternar su vida cotidiana con aquello que le gustaba. Era buen padre y esposo, que siempre encontraba la manera y el tiempo para no dejar de escribir”, menciona.

Añade que, así como ella nació en el año en que Fuentes Mares publicó “Y México se refugió en un desierto”, cada uno de los hijos del historiado­r, nació “con torta bajo el brazo”, pues no hubo un año que le naciera un retoño sin que tuviera una nueva obra. La cosa no fue al revés, y así el escritor se impuso con casi una treintena de obras.

“Fui la última (de sus hijos) y la consentida”, dice Verónica sin temor a equivocars­e. “Ya no me tocó vivir los años del comienzo (de la leyenda), sino puras cosas buenas, como lo de España, y hacer estudios universita­rios en Guadalajar­a”.

“Creo que de todo eso saqué la enorme ventaja de que mis hermanos me fueron dejando el legado de mi padre. Cosas que no se conocían sobre su persona y su vida privada, y de las cuales me gustaría hablar mañana (hoy)”, complement­a.

Por lo pronto, hace extensiva la invitación a este evento que, más allá de las formalidad­es, deja entrever será una tertulia para recordar al hombre. “Me siento muy privilegia­da de ser parte de esta celebració­n”, comenta.

“Estoy muy agradecida con Blanca Gámez (la diputada que propuso al Congreso del Estado lo de la celebració­n del centenario), con la Universida­d Autónoma de Chihuahua (instancia organizado­ra del evento) y con la gente que ha mostrado interés al respecto. Yo, encantada de compartir lo que sé”.

“Soy también una persona muy afortunada porque soy heredera de un vasto legado, no sólo en lo tocante a cartas y documentos, sino de una importante lección de pasión hacia lo que uno hace. El quería escribir, y siempre lo hizo con la misma pasión”, concreta.

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La cita para recordar al historiado­r chihuahuen­se es hoy, en la Quinta Gameros.

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