El 23 de febrero de 1925 se firmó un pacto de armonía entre menonitas y mestizos
Con la firma del acta, se hizo un compromiso de no agresión entre las comunidades, que contemplaba vivir en armonía con los colonos menonitas y de toda cultura, compromiso que se ha cumplido hasta la fecha
Como el día en que se gestó un pacto social de armonía, que da pie a la notable convivencia entre las tres culturas en Cuauhtémoc, pidió el cronista de la ciudad, Marcelino Martínez, que se recuerde el 23 de febrero, ya que ese día, pero de 1925, se firmó un importante acuerdo que dio fin a la rispidez entre campesinos mestizos y menonitas.
El cronista relató que el 20 de febrero de 1925, se suponía que se iba a dar la firma de un importante documento con lo cual se confirmaba la dotación de tierras a ejidatarios de San Antonio de los Arenales, pertenecientes a varios ejidos de la zona. Esto a convocatoria del Comité Nacional Agrario en seguimiento a un decreto presidencial.
Sin embargo, la situación lejos de ser sencilla, se tornó demasiado tensa, ya que campesinos se negaron a firmar e incluso llegaron armados a la reunión que se celebró en San Antonio de los Arenales hoy Cuauhtémoc, en donde también estaban presentes colonos menonitas, que tenían poco de haber llegado de Canadá.
El motivo, explicó, era precisamente que los ejidatarios mestizos no estaban de acuerdo con las delimitaciones de las tierras que colindan con las propiedades que compraron los colonos menonitas pocos años atrás, y había mucha tensión con la vecindad con esas nuevas familias de rasgos europeos.
La situación fue tan ríspida, que el intento de firmar el acta fracasó rotundamente.
Nuevas convocatorias a reuniones se dieron, y por obvias razones la comunidad menonita decidió ya no asistir.
Fue necesario que el día 23 de febrero por la noche, el propio gobernador del estado, Jesús Antonio Almeida Fierro, acudiera a San Antonio de los Arenales acompañado de los diputados del Congreso Estatal, para buscar que los campesinos aceptaran sus tierras y sobre todo lograr la paz entre las comunidades.
Luego de lo que calificó Marcelino Martínez como un elocuente discurso, el gobernador logró suavizar las tensiones, después en un acto que llamó la atención, tomó su pluma y firmó el acta para la repartición de las tierras, acto seguido el líder de los ejidatarios Belisario Chávez hizo lo propio, luego Pedro Baray, quien fuera el primer presidente municipal de Cuauhtémoc.
Con la firma del acta, se hizo un compromiso de no agresión entre las comunidades, que contemplaba vivir en armonía con los colonos menonitas y de toda cultura, “compromiso que se ha cumplido hasta la fecha”, recalcó Marcelino Martínez.