El mito de Oriana Fallaci
Oriana Fallaci se puede definir así, a ser breves: la periodista italiana más conocida y estimada en el mundo. Tuvo una vida extraordinaria, de la cual los más jóvenes conocen poco y aquellos que saben es por lo que escribió y dijo en los últimos diez años de su vida del 11 de septiembre de 2001 en adelante y qué fueron objeto de críticas y polémicas, pero fue muchísimo más. Inventó un su modo de escribir y entrevistar, fue una de las primeras mujeres a abrirse el paso en un mundo que hasta entonces a las mujeres era cerrado, tuvo posiciones radicales, fue muy poco “politically correct” y por éste se volvió objeto de ataques y pesadas contestaciones, de las cuales supo defenderse con energía.
Se convirtió en un personaje, a prescindir de las historias que contaba y que había contado: fotografiada y entrevistada por los más importantes periódicos internacionales, con sus gafas, los cigarrillos, sus sombreros y su pésimo carácter.
LOS LIBROS Y LA RESISTENCIA
Ha nacido en Florencia en 1929 de padres florentinos: Tosca y Edoardo Fallaci.Me creo en todo caso a una florentina pura. Hablo Florentino, pienso florentino, siento florentino. Florentina es mi cultura y mi educación. Al extranjero, cuando me preguntan a cuál País pertenezco, contesto: Florencia. No: Italia. Porque no es la misma cosa."
La suya fue una familia de antifascistas militantes. “He tenido la suerte de haber sido educada por dos padres muy atrevidos. Atrevidos físicamente y moralmente. Mi padre, se sabe, fue un héroe de la Resistencia."
A pesar de las condiciones económicas de la familia no eran buenas, los pocos ahorros fueron invertidos en la adquisición de libros. Oriana Fallaci tuvo por toda la vida una gran pasión por los libros "Cuando estoy en una habitación sin libros me parece de estar en una habitación vacía",; en los años también adquirió muchos libros antiguos creando una colección que antes de su muerte donó a la Pontificia Universidad Lateranense de Roma.
Después de la caída del régimen fascista, en julio del 1943, su padre entró en la Resistencia y llevó consigo a la hija que tenía 14 años. Con su bicicleta y el nombre de batalla "Emilia", Oriana Fallaci estuvo con el padre en varias operaciones, hizo de estafeta entregándoles a los compañeros partisanos armas, periódicos clandestinos y mensajes y acompañando a los prisioneros ingleses y americanos huidos por los campos de concentración italianos después del 8 de septiembre hacia las líneas de los Aliados. Los grandes clásicos de la literatura pagados a plazos por los padres y la participación a la Resistencia fueron los dos elementos fundamentales de su formación:"Mi niñez está llena de héroes porque he tenido el privilegio de ser niña en un período glorioso. He frecuentado los héroes como los otros chicos coleccionan las estampillas, he jugado con ellos como las otras niñas juegan con las muñecas. Los héroes o los que me parecieron tales, llenaron hasta el borde once meses de mi vida: los que van del 8 de septiembre de 1943 al 11 de agosto de 1944, la ocupación alemana de Florencia. Creo de haber madurado en aquel tiempo mi veneración por el coraje, mi religión por el sacrificio, mi miedo por el miedo".
LOS PRINCIPIOS
A pesar de la militancia en la Resistencia no perdió un solo año de escuela. A septiembre se inscribió en la facultad de Medicina e inició a trabajar por el periódico de Florencia “Il Mattino dell’Italia Centrale”. El hermano del padre, Bruno Fallaci, era un estimado periodista y también las dos hermanas de Oriana, Neera y Paola, iniciaron esta profesión colaborando con “Oggi” y “Il Tempo.
Al principio Oriana Fallaci se ocupó de crónica negra. Luego dejó la universidad e inició a escribir de crónica judicial y también de argumentos de costumbre: es muy famoso un artículo suyo del 7 diciembre del 1948 en que describió los desfiles de Dior a Florencia.
Su objetivo era convertirse en "escritora" y el periodismo por ella estuvo solo inicialmente un modo para ganar dinero: "Yo más que la periodista siempre he pensado de hacer la escritora. Cuando era niña, a cinco o a seis años, no concebía tampoco por mí una profesión que no fuera la profesión de escritora. Yo siempre me he sentido una escritora, siempre he sabido de ser
una escritora, y aquel impulso siempre me ha sido obstaculizado en mí por el problema del dinero, por un discurso que escuché en casa: “"¡Eh! ¡Escritor, escritor! ¿Lo sabes cuánto libros debe vender un escritor para ganarse que vivir? ¿Y lo sabes cuántos tiempo sirve a un escritor para ser conocido y llegar a vender un libro?"".
En 1951 un artículo suyo fue publicado en el periódico “L’Europeo”, uno de los más prestigiosos del tiempo. El artículo se titulaba “También a Fiesole Dios ha necesitado de los hombres" y contó la historia de un católico comunista de Fiesole al cual fueron negados los sacramentos. En los años Cincuenta trabajó por “Época”, (dirigido por el tío), y escribió para “L’Europeo” otros artículos mudándose en Roma y por el periódico será contractada en la redacción de Milán continuando las colaboraciones hasta el 1977.
Como los otros sus compañeros se ocupó de temas considerados aptos para periodistas: costumbre y espectáculo. Entrevistó a los actores extranjeros que trabajaban a Cinecittà y a los grandes actores y directores del cine italiano: Fellini, Mastroianni, Totò, Anna Magnani. Mientras tanto participó en muchos viajes organizados por la prensa en el mundo. En 1954 fue por ejemplo a Teherán y entrevistó Soraya, la esposa del Shah, y luego en los Estados Unidos: de aquel viaje nació el reportaje "Hollywood vista por la cerradura" que también se volvió su primer libro "Los siete pecados de Hollywood".
A esta publicación siguieron otras: "El sexo inútil" (1961), nacido por un reportaje sobre la condición de la mujer en Oriente y Oriente Medio; "Penélope a la guerra”, su primera novela publicada en 1962; "Los antipáticos" del 1963. Tuvieron todos grandes éxitos en Italia y fueron traducidos en muchas lenguas. Oriana Fallaci pudo desde entonces permitirse de comprar una gran casa en Toscana por sus padres y de comprarse una casa a Manhattan, Nueva York, dónde se trasladó en 1963.
Se vuelve famosa y reconocida, en aquellos años que trató de ocuparse de cosas que no fueran estrella y mundanidad: le preguntó a “L’Europeo” de poder ir en California y en Texas en las bases de la NASA para ver de cerca como los astronautas se preparaban y escribió sobre el argumento muchos artículos y dos libros, también este de gran éxito: "Si el sol muere” y "Aquel día sobre la Luna."
IR A LA GUERRA
El 1967 y el 1968 fueron los años más importantes por la carrera de Oriana Fallaci. Preguntó y consiguió de ser enviada en Vietnam y fue la única periodista italiana presente al frente. Volvió más veces hasta al final del conflicto, en 1975, contando la vida cotidiana a Saigon, los bombardeos, los interrogatorios de los prisioneros, las represalias y realizando muchas entrevistas exclusivas y reportajes comprados y traducidos por importantes periódicos internacionales.
Su posición fue crítica respecto a los soldados americanos y Sur-Vietnamitas sea respecto a los Vietcong. De la guerra en Vietnam nació el libro "Nada es así” (1969). En Vietnam conoció François Pelou, periodista francés director de la “Agence France Press de Saigon”, que se volvió por algunos años su novio. En 1968 fue a Ciudad de México a la víspera de las Olimpiadas y quedó gravemente herida por un golpe de pistola en la represión de una manifestación estudiantil de protesta; la creyeron muerta, luego desde la cámara mortuoria la trasladaron al hospital.
Entre los años Sesenta y Setenta Oriana Fallaci ya era una gran periodista política: contó la revuelta de Detroit después de la matanza de Martin Luther King, el conflicto árabe-palestino, las guerrillas contra las dictaduras del Sudamérica, la muerte de Bob Kennedy, los conflictos en Asia. Sobre todo logró realizar muchas entrevistas a personajes políticos que ningún otro logró entrevistar: Ali Bhutto en Pakistán, Haile Selassie en Etiopía, Indira Gandhi en India, Golda Meir, primera mujer primero ministro de Israel, Reza Pahlavi, penúltimo Shah de Persia, Yassir Arafat líder palestino, Henry Kissinger y muchos otros. Las entrevistas fueron publicadas en “L’Europeo” y también en el “Corriere della Sera”, con el cual empezó a colaborar.
La técnica con la cual Oriana Fallaci condujo las entrevistas fue por la época muy innovadora y la hicieron famosa y estimada en todo el mundo. En muchos han comparado las entrevistas con un real interrogatorio; las preguntas fueron preparadas y estudiadas en los mínimos detalles, registrados, y luego escritas y re escribidas más veces y luego re ensambladas. Estuvieron lejanas -y por éste criticadas por algunos- del así llamado periodismo objetivo y siempre filtradas por las mismas posiciones e ideologías "Para ser buena una entrevista tiene que meterse, hundirse, en el corazón del entrevistado", dirá en 2004 en "Oriana Fallaci entrevista sí misma”.
Veintiséis de estas entrevistas fueron recopiladas en 1974 en "Entrevistas con la historia”, publicadas por Rizzoli, que se volvió desde entonces su editor de referencia.
En los años Setenta Oriana Fallaci publicó otros dos libros: “Carta a un niño nunca nato" (1975), justo mientras en Italia se discutía de la ley sobre el aborto y "Un hombre" (1979). Ambos hablaron de ella, de sus dos abortos espontáneos y de su relación con Alexandros Panagulis, conocido como Alekos, uno de los líderes de la Resistencia griega a la dictadura de los Coroneles que fue por tres años su compañero. Alekos fue encarcelado en 1968 después de un atentado fracasado a Papadòpoulos.
Después de la liberación Oriana Fallaci lo encontró, lo entrevistó y se enamoró. En mayo del 1976 Alekos murió en Atenas en un accidente automovilístico cuyas causas no fueron aclaradas: se pensó en un complot, sobre el cual la Fallaci indagó por mucho tiempo. Los libros natos en aquellos años fueron traducidos y publicados en todo el mundo.
El libro siguiente de Oriana Fallaci llegó después de once años: "Insciallah", en 1990. Oriana volvió a ocuparse de guerras sobre todo aquella civil del Líbano a partir de los atentados de Beirut pero también de fundamentalismo islámico y de las historias de los soldados que formaban parte del contingente militar italiano. Mientras tanto, después de la muerte de Panagulis y de la madre, dejó “L’Europeo” y raramente volvió a escribir por revistas o cotidianos, siguiendo en realizar sobre todo entrevistas, (a Khomeini, el líder religioso que estableció en Irán la República islámica: la entrevista durante la cual polémicamente se quitó el velo que le cubria la cabeza; a Muammar Gheddafi, dictador de Libia; a Lech Walesa a los empiezos de Solidarnos).
LOS ÚLTIMOS AÑOS
En 1992 Oriana Fallaci descubrió de haber el cáncer y habló en una entrevista a la RAI:"Yo no entiendo este pudor, esta aversión por la palabra cáncer. No es tampoco una enfermedad infectiva, no es tampoco una enfermedad contagiosa. Hace falta hacer como se hace aquí en América, hace falta decirla esta palabra. Serenamente, abiertamente, desenvueltamente. Yo-tengoel-cáncer. Decirlo como se diría yo tengo la hepatitis, yo tengo la pulmonía, yo tengo una pierna rota. Yo he hecho así, yo hago así y a hacer así me parece de exorcizarlo."
Su relación con la enfermedad fue en todo caso bastante complicada, a menudo la llamaba “el alienígeno", sobre todo porque temió que le habría impedido acabar su último proyecto editorial: una gran novela histórica que contara la historia de su familia desde el Setecientos hasta el Novecientos. Fallaci trabajó en eso por más de quince años, haciendo detalladas y profundas investigaciones históricas. No lo acabó y fue publicado después de su muerte, ocurrida el 15 septiembre del 2006, con el título "Un sombrero lleno de cereza" (2008).
El trabajo de escritura del romance familiar fue interrumpido en 2001. Después del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York Oriana Fallaci escribió un largo artículo publicado por el “Corriere della Sera” el 29 de septiembre, titulado "rabia y orgullo", con el cual acusó el occidente y Europa de no haber tenido bastante valentía respecto al Islam. El artículo fue muy original y políticamente muy violento, y engendró alrededor reacciones igualmente violentas y un gran debate: por el “Corriere” fue un éxito editorial notable.
Por Oriana fue un regreso en la discusión periodística y política muy intensa, que implicó peleas y tensiones personales con muchos y el regreso sobre la escena de su legendario pésimo carácter. Aquel texto fue acogido por muchos como un desahogo racista y poco lucido y privo de capacidad de análisis equilibrada, y de otros como la liberación de pensamientos simples pero fundados y demasiado retenidos por retóricas políticas. Fue en todo caso un producto periodístico de extraordinario impacto y éxito, cosa que tuvo que también reconocer quiénes no compartieron nada.
Los siguientes tres años Fallaci transcurrió en argumentar su posición publicando una trilogía ("La rabia y el orgullo", “La fuerza de la razón", "Oriana Fallaci entrevista sí misma", alineándose contra la eutanasia en el periódico “Il Foglio” y en el “Corriere della Sera” contra el referendo para extender la investigación sobre las células estaminales.
Concluida esta fase en la cual se ocupó mucho de actualidad, retomó la escritura del romance familiar: pero sólo por un año. En el verano del 2006, gravemente enferma, quiso volver a Florencia donde murió el 15 de septiembre. Oriana Fallaci descansa en el cementerio “Degli Allori” junto a sus padres; sobre su lápida allí es escrito, por su voluntad: "Oriana Fallaci Escritora." La última entrevista al New Yorker el 30 mayo del 2006 en un largo artículo titulado "The Agitator": habló de su vida, atacó de nuevo el Islam, criticó los políticos italianos y concluye con una confirmación de su larga carrera: "Abro mi boca. Y digo lo que quiero."
Entre los
años Sesenta y Setenta Oriana Fallaci ya era una gran periodista política: contó la revuelta de Detroit después de la matanza de Martin Luther King, el conflicto árabe-palestino, las guerrillas contra las dictaduras del Sudamérica, la muerte de Bob Kennedy, los conflictos en Asia.