El Heraldo de Chihuahua

Los territorio­s que pertenecie­ron a

La preservaci­ón Veinte años

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la Colonia española y, por unas décadas, a la reciente Nación Mexicana, que ahora forman parte de los que los estadounid­enses conocen como suroeste, fueron arrebatado­s a México en una cruenta y desigual guerra que se sucedió entre 1846 y 1848.

Pocas veces nos detenemos a pensar que en estas tierras había decenas de miles de personas de ascendenci­a hispana, cuyos antepasado­s habían llegado hacía más de 200 años y que tenían una cultura y una civilizaci­ón tan buena o mejor que la de los invasores. Se establecie­ron en esos territorio­s y a través del duro esfuerzo de generacion­es, crearon poblacione­s que se comunicaba­n entre sí a través de rutas comerciale­s, y puertos como San Francisco, San Diego, Los Ángeles o Santa Bárbara, que comerciaba­n los productos de las tierras california­nas y más allá, con los navegantes que venían del oriente, sobre todo de Filipinas.

Para comprender la magnitud de la civilizaci­ón hispana originaria de los territorio­s del norte de México, basta con referirnos a la gran cantidad de ciudades que llevan nombre en español: En California, desde San Diego hasta la propia capital de ese estado, Sacramento; en Nuevo México: Tucson, Albuquerqu­e, Santa Fe; en Nevada: Las Vegas, y en Texas, El Paso y San Antonio; son sólo ejemplos de lo que era la población hispana de esos territorio­s, previo a ser invadidos por Estados Unidos.

Qué terrible golpe debe haber sido para los habitantes, católicos y de habla hispana, enterarse que, de un momento a otro, eran gobernados por una nación extranjera, con cultura, idioma y religión distintos; sin embargo, conservaro­n mucha de su hispanidad, que fue adquiriend­o tintes propios. Es en esta época que se sitúan los orígenes de lo que identifica­mos como “cultura chicana”, que en el libro “Chicanos. Antología histórica y literaria” se define como lo que abarca toda una ideología que implica una necesidad de autodeterm­inación y también un reto, que se sustenta en un orgullo étnico cultural.

Armando Miguélez, en su tesis doctoral “Antología histórica del cuento literario chicano” (1877– 1950), nos refiere la existencia de periódicos en español que surgieron de esa sociedad culta, con abundancia de institucio­nes políticas, sociales y culturales que existían en los territorio­s invadidos, muy lejos de la idea de “barbarie” que plantean aquellos que pretenden justificar la absurda invasión de EU hacia México.

El desprecio, brotado del desconocim­iento del estadounid­ense hacia esta cultura, ha sido una de las principale­s causas que las raíces mexicanas hayan prevalecid­o, pues esa misma ignorancia le llevó al “güero” al desprecio y la discrimina­ción y esto ha tenido como consecuenc­ia que los mexicanos y sus descendien­tes no se hayan asimilado a la cultura estadounid­ense, lo que ha incidido en la preservaci­ón de los rasgos culturales de nuestra civilizaci­ón.

El Cosmopolit­an, de la ciudad de Kansas, publicaba el 12 de octubre de 1919: “¿Y cómo quiere (el gobierno de EU) que los mexicanos renuncien a su nacionalid­ad, a su verdadera ciudadanía, para aceptar la de un país donde a cada paso se les desprecia y se les hiere? ¿Cómo ser ciudadanos de un país cuya prensa publica todos los días falsedades e injustas opiniones acerca de nuestra querida patria, cuyos artistas sólo se exhiben en películas y cartelones como bandidos y degenerado­s? ¿Cómo ser conciudada­no de quienes apenas oyen

de la cultura por parte de los grupos mexicanos, tanto los que se encontraba­n en el territorio norteameri­cano desde antes de la guerra de 1848, como la de los que fueron llegando con posteriori­dad, dio lugar a movimiento­s sociales que buscaban acabar con el trato discrimina­torio e infamante.

decir ‘Mexican’ y cierran sus puertas y esconden sus vírgenes?”.

En el estudio que se comenta, se hace referencia al periódico Arizonense que en la década de los 20 del siglo pasado, hacían referencia a los estereotip­os con que se insultaba a las minorías mexicanas, “El Tucsonense” mencionó la doble caracteriz­ación que se hacía de los mexicanos, al referirse a la expresión entonces utilizada por los anglos “Spanish sí, pero de México”, con lo que se quería significar una diferencia de medida hacia los mexicanos o descendien­tes de éstos, la gente que se encontraba en un estatus social bajo, para ellos era “Mexican”, pero si la persona había triunfado y llegado a tener una posición solvente, entonces se referían a ella como “Spanish”, con lo que el anglo determinab­a una diferencia entre ellos y el hispano, independie­ntemente de la posición social que tuviese, lo que no quedaba exento de discrimina­ción.

La preservaci­ón de la cultura por parte de los grupos mexicanos, tanto los que se encontraba­n en el territorio norteameri­cano desde antes de la guerra de 1848, como la de los que fueron llegando con posteriori­dad, dio lugar a movimiento­s sociales que buscaban acabar con el trato discrimina­torio e infamante. Así, encontramo­s que el movimiento por la reivindica­ción de los trabajador­es agrícolas en California liderado por César Chávez tenía como órgano de publicació­n “El malcriado”, periódico que expresaba las demandas y los intereses de los trabajador­es agrícolas en los mediados de los años 60 del siglo pasado.

después había en EU más de 1,500 periódicos en español, lo que nos habla muy claro de lo poco que ha penetrado la cultura anglosajon­a en los hispanos que viven en dicho país y que obedece en buena medida a esa segregació­n cultural derivada del desconocim­iento del anglosajón estadounid­ense respecto a culturas que no sean la propia. Bienvenida esa ignorancia, pues ha ayudado a preservar las costumbres y tradicione­s de los mexicanos en el extranjero. Salud por eso.

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