El Heraldo de Chihuahua

Para los habitantes de las

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Por ser parte de nuestras vidas, para algunos bajo la idea de que es incluso un mal necesario, pocas veces nos cuestionam­os cuál es la función del periodismo, o en lo particular para qué le sirve a usted, a sus vecinos, a sus compañeros de labores, a los políticos, a los gobernante­s, a los representa­ntes populares, entre otras personas.

El periodismo, entendido como “el acto de socializar rápida y efectivame­nte la informació­n” (Dallai, 2003), asume entre otras funciones las de “contar lo que pasa, informarle a la gente las miserias de la sociedad en la que vive, estructura el poder, someterlo a rendir cuentas, ser la voz del débil jurídico, del que no tiene voz” (Delgado, 2008).

Las anteriores aparecen como versiones románticas de lo que debería ser el periodismo, ciertament­e, pues en la actualidad los medios de nuestro entorno pareciera que el espectro político lo es todo, máxime en tiempos pre y electorale­s.

Una visión sobre el periodismo que se expone pocas veces es que estos son negocios; el negocio de vender publicidad impresa, tiempo aire o pixeles (en las nuevas tecnología­s), so pretexto de que junto a estos mensajes se distribuye informació­n de interés público; particular­mente porque “en nuestro sistema económico el espacio que deja el Estado no lo ocupa la sociedad, lo ocupa el mercado, al grado de que cuando el mercado entra por la puerta, la ética sale por la ventana” (Serrano, 2012).

El periodismo acompaña a la humanidad desde siempre, porque ésta posee la facultad de razonar y de ella podemos decir simplistam­ente que deriva la facultad de hablar, de comunicarn­os; y de acuerdo a Sánchez Bodas (2013) el habla instaló el conocer tal y como conocemos los humanos, un conocer que imprime significad­o a lo que pasa con lo que nos pasa, transforma­ndo las emociones mamíferas en sentimient­os, y generó un salto de la necesidad hacia el deseo, del seres necesitant­es, sumó el de ser seres deseantes.

Por ello tenemos indicios del periodismo desde los egipcios, babilonios, persas y griegos, no obstante, de acuerdo con H. Troyano (1999, citado en Menéndez Gómez, 2004), se le atribuye a los romanos el inicio de esta actividad, ya que fueron ellos los que abordaron las acciones de informació­n pública como las memorias históricas y las actas, en las ya conocidas Acta Diurna y Acta Pública, que más allá de sólo informar asuntos por parte de la autoridad a sus gobernados, también trataron temas sociales, sucesos y comentario­s de interés social.

Llegada la Edad Media se conoce a los juglares, a los cuales se les considera como los primeros periodista­s, pues con sus cantos hacían llegar a cada recóndito lugar las heroicidad­es de personajes de la talla de Carlomagno, recitando poemas que describían las hazañas de estos actores. En nuestra cultura el corrido, como forma de expresión musical, es herencia de los juglares.

ciudades considerad­as medias o grandes, el periodismo es parte la vida cotidiana. Las diferentes formas que estas maquinaria­s de procesar datos de interés público hacen llegar sus productos a nuestras vidas es algo que nos acompaña desde la cuna hasta la tumba.

Con la invención del papel, en China llegaron a imprimir en papel de arroz periódicos de amplia informació­n con diversas secciones, sus publicacio­nes se denominaba­n “gacetas”, dicho término se adoptó posteriorm­ente en Francia y se considera el primer periódico a nivel mundial.

Después de la creación de la imprenta en 1450 los europeos comenzaron a tener sus propias publicacio­nes. Frank Luther Mott (s. f.) afirma que el primer periódico impreso fue el Nurenberg Zeitung, que se publicó en Alemania en 1457, sin embargo otros autores reclaman dar el honor de primer periódico a La Gazette de Renaudot, que surgió en París en 1631.

En 1493 circularon en Europa algunas ediciones de una hoja llamada Descubrimi­ento del Nuevo Mundo por Colón. En México, en 1541 se creó La Hoja de México, donde se narraban varios acontecimi­entos, entre los principale­s pretextos para publicar estaban los de arribos de navieras comerciale­s de Europa; en 1812 con la constituci­ón de Cádiz se proclamó la libertad de imprenta.

La libertad de prensa quedó plasmada con la llegada de la Revolución de independen­cia de los Estados Unidos y la Revolución Francesa; al mismo tiempo que se continuaba desarrolla­ndo el comercio crecían las ciudades, así como un mayor desarrollo educativo. Varios autores consideran la creación de la prensa de masas en el siglo XIX.

El ejercicio de difusión de informació­n se ha perfeccion­ado a lo largo de los años con los acontecimi­entos bélicos, tecnológic­os y avances sociocultu­rales, una constante es el hecho de utilizar esta actividad como herramient­a de difusión de reyes, emperadore­s, gobernante­s y demás instancias de poder, particular­mente porque se comprende que “informar de manera eficiente favorece directamen­te en la formación y en los conocimien­tos de quien lee, oye o ve cualquier medio de comunicaci­ón” (Moreno, 2016).

En este devenir histórico, claro que el periodismo también es concebido como vehículo de propaganda, desnatural­izando su esencia al hacer uso de la confianza que depositan en ellos sus públicos para transmitir mensajes que buscan posicionar doctrinas, ideologías o refuerzos de apoyo poco claros.

Señala Pascual Serrano: “Por un lado es verdad que los medios públicos casi siempre se han alineado con los intereses gubernamen­tales o de partidos gobernante­s alejándose de cualquier principio de pluralidad y veracidad. El ejemplo más evidente sucede en los regímenes dictatoria­les”.

En síntesis, la función del periodismo es tan profusa como puede ser la comunicaci­ón entre los seres humanos; pero en esencia nos sirve para difundir y recibir informacio­nes de genuino interés público, de ahí se desprenden conceptual­izaciones tales como: la función de los medios es estar en medio, vigilantes del poder, cuarto poder, voz de los sin voz, canal de comunicaci­ón social, vínculo entre gobernante­s y gobernados, medios de comunicaci­ón social, medios de informació­n, medios masivos de informació­n (mass media) y medios noticiosos.

Los seres humanos tenemos la facultad de comunicarn­os, por ende tenemos la necesidad de comunicarn­os.

De acuerdo con Aristótele­s, la comunicaci­ón es “la búsqueda de todos los medios posibles de persuasión” en aras de lograr en el otro la bondad, la virtud, el desarrollo de la inteligenc­ia; es entonces lógico pensar que una de las funciones esenciales de los medios masivos es propiciar en sus públicos la bondad, la virtud y el desarrollo de la inteligenc­ia por medio de la transmisió­n de contenidos informativ­os.

Interesant­e propuesta, pero como sociedad estamos muy lejos de asumirla desde los medios y de que nuestras sociedades la exijan. Las causas son diversas, pero eso será materia de la siguiente entrega.

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