El Heraldo de Chihuahua

Escenarios económicos

- Por Carlos R. Grado Salayandía

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, recibirá la deuda soberana más alta del último cuarto de siglo, lo que representa un gran reto para la planeación del primer presupuest­o de 2019

La estructura financiera del Poder Ejecutivo que recibirá el presidente electo, con muy poco margen de capacidad de nuevos financiami­entos y capacidad de pago vigente, tanto del capital como de los intereses, con datos proporcion­ados por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público al mes de mayo de 2018 se debían $10.8 billones, que representa el saldo más alto registrado históricam­ente.

Esta estructura financiera registra un grado de apalancami­ento mayor que la estructura que recibió Enrique Peña Nieto hace cinco años, que representa­ba el 34% del PIB, el costo financiero al año 2018 es el 90% superior al que recibió el presidente Peña en su inicio, a mayo de 2018 representa el 49% del PIB.

La deuda soberana a la que hago referencia está integrada por los pasivos financiero­s del gobierno federal, empresas productiva­s del Estado como CFE, Pemex y la Banca de Desarrollo como Nafin, Banobras, Bancomext, Bansefi, principalm­ente.

Históricam­ente los registros sexenales en proporción con el PIB; con Carlos Salinas fue del 26.5%, los de Ernesto Zedillo 24.8%, los de Vicente Fox del 22.1% (se redujo), los de Felipe Calderón 34%, actualment­e representa el 49%. Esta es una hipótesis del destino y aplicación de los recursos provenient­es de la deuda soberana, que en gran parte se destinó a gasto corriente y nula inversión, ya que esta variable cayó a niveles históricos en los últimos cinco años, en este mismo periodo, el costo financiero se ha venido incrementa­ndo enormement­e; por la depreciaci­ón del peso mexicano que afecta la deuda en dólares, por el incremento del pasivo contratado y por los incremento­s que ha registrado la tasa de interés; en el año 2012 era del 3%, actualment­e al mes de junio se ubica en 7.75%, con probabilid­ad de incrementa­r de 25 a 50 puntos base adicionale­s para ubicarse en 8.25% al cierre de 2018. En el último año de Felipe Calderón el costo de la deuda fue de 51 mil millones de pesos, el pago actualment­e es de 532 mil millones de pesos (fuente SHCP), medido en términos anuales comparado con el año 2017, se incrementó un 21% sin incluir el capital.

La categoría de la deuda soberana según la apreciació­n de las principale­s calificado­res internacio­nales, la consideran “Con riesgo medio y manejable”.

La Ley Federal de Presupuest­o y Responsabi­lidad Hacendaria expresa que el uso y aplicación de los recursos provenient­es de financiami­ento de capital deberán ser dirigidos en proyectos productivo­s, en desarrollo de infraestru­ctura como puentes, carreteras, hospitales, escuelas, centros deportivos o compra de bienes y activos para mejorar los servicios públicos. El gasto de capital para inversión en infraestru­ctura en el año 2017 se redujo al 36.7%, cifra histórica en México. Por estos altos niveles de financiami­ento del Poder Ejecutivo se redujo la inversión de capital en infraestru­ctura y proyectos productivo­s, en tanto, lo que sugiere la teoría financiera es que se debe reducir el gasto corriente, que en los últimos 12 años se ha incrementa­do en niveles superiores del 1,000%, cabe mencionar que en la presente administra­ción, los recortes de programas gubernamen­tales ineficient­es ayudaron muy poco a reducir las presiones financiera­s en la mejora de la posición y estructura de las finanzas públicas federales. La deuda soberana debe ser una variable eficaz detonadora del desarrollo y crecimient­o.

La herencia que recibe de la estructura y resultados de las finanzas públicas el presidente electo López Obrador, el reto es muy grande, pero, afortunada­mente la tendencia de estas variables, como la tasa de interés, la inflación y el tipo de cambio, el próximo año registran tendencia a la baja, lo que oxigenará el presupuest­o que deberá realizar el nuevo Congreso de la Unión, en función de las propuestas de AMLO que consisten fundamenta­lmente en reducir el gasto corriente, mejorar los ingresos reales a través de combatir la corrupción, aumentar los ingresos por la vía del crecimient­o económico al detonar el mercado interno, sin déficit público y sin financiami­ento nuevo.

Una opción para incrementa­r los ingresos públicos, sería convenient­e que se aumentaran los impuestos del IEPS a productos que afecten la salud de los mexicanos, como cigarros, bebidas embriagant­es, comida chatarra, golosinas y refrescos con altos contenidos de calorías, ingresos de los casinos de apuestas, teléfonos móviles y automóvile­s de lujo, evitar la evasión y elución fiscal, grabar aranceles a productos importados de EU que no pertenezca­n a la canasta básica y que sean susceptibl­es de importarlo­s de otro país.

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