Tienes una alberca mágica
La gran mayoría de las personas buscamos con pasión algo que no sabemos bien a bien qué es. Se trata de una verdad que resuena en lo profundo y que se siente bien, nos afilia y hace regresar a casa, al sitio donde encontramos paz. Quizá sea la búsqueda de nosotros mismos. Sin embargo, cuando se emprende dicho camino, se inicia un recorrido hacia el interior, el cual cuestiona, confronta e incluso en ocasiones, avergüenza.
Buscamos las respuestas en los libros, los gurús, la filosofía, la religión o los chamanes. No obstante, el impulso de esa búsqueda nunca se sacia; la información que obtenemos de esas fuentes satisface momentáneamente al cerebro, mientras el alma continúa sedienta. Al menos esa ha sido mi experiencia durante años.
Anhelamos la expansión de nuestra persona, sentirnos radiantes y en paz; intuimos que hay algo en nosotros que tiene las respuestas, a lo cual la mente y el intelecto no tienen acceso: es el corazón.
¿INFORMACIÓN O SABIDURÍA?
La mente nos da información y el corazón sabiduría, esa es la diferencia. Sí, la mente se encarga de tomar los datos del exterior para ayudarnos a navegar y sobrevivir en este mundo. La sabiduría, en cambio, surge de lo profundo, siempre ha estado ahí y es nuestro maestro interior, a quien quizá no hemos siquiera saludado.
Te invito a conocerlo, consultarlo y sacarle provecho. Me gusta cómo Barbara De Angelis, en su libro The Choice for Love, compara a ese sabio interior con una alberca que un día se descubre en el patio de la casa. Su vista es tan atractiva, la superficie tan azul y clara que de inmediato invita a echarse un clavado. La temperatura del agua que rodea todo el cuerpo es perfecta y hace sentir absoluta paz y contento.
Conforme descansas en la alberca encantada, te das cuenta de que puedes ver todos los aspectos de la vida con una claridad impresionante. “¡Qué maravilla! –te dices– ¿Cómo no conocía esta alberca milagrosa de conciencia expandida, aquí ha estado siempre?”.
ES TU NATURALEZA
Sí, la alberca ha estado ahí siempre y no se encontrará otra igual en ningún lado. Esa es la sabiduría que ofrece el corazón. Ya sé que la frase suena cursi y sobada, pero te invito a que descubras por ti mismo que es tu naturaleza, nuestra naturaleza. Entonces, ¿por qué no la hemos descubierto? Porque día con día ponemos obstáculos en el camino que nos lleva a ella. El principal es la mente, que no deja de transportarnos del pasado al futuro, de llenarnos de pensamientos repetitivos, preocupaciones o resentimientos.
A través del silencio y la respiración consciente podemos limpiar el camino y tener acceso a nuestra sabiduría interior. Las respuestas existenciales –todas– siempre están ahí, no hay que buscarlas en el exterior. El cerebro nos puede dar información, esa es su función y está bien, ¡vaya que la necesitamos para sobrevivir!
Sin embargo, cuando se trata de los temas relevantes en la vida (“es tiempo de cambiar de trabajo”, “no sé por qué no le creo”, “ella será mi esposa”, “es por aquí, esto es lo que me apasiona hacer”), es el corazón energético el que nos guía mediante un “saber” profundo y una sensación sutil en el cuerpo.
Te invito a conectarte con esa voz interior, a darte un espacio de silencio, para sumergirte en la alberca de serenidad y de paz interna donde siempre se encuentran todas las respuestas.