El Heraldo de Chihuahua

AMLO, pesos y contrapeso­s

- Por Óscar Antonio Müller Creel Óscar Müller Creel es doctor en Derecho, catedrátic­o y conferenci­sta. Puede leer sus columnas en www. oscarmulle­rcreel.com

El Azteca es un estadio con capacidad para 87,000 personas y en el cierre de la campaña de Andrés Manuel López Obrador se llenó por aquellos que quisieron acompañar al candidato. López Obrador se presentó con traje oscuro y camisa blanca, y en su discurso enalteció a quienes dedican su vida a la lucha social en México, hablando de su proyecto de nación y reiterando las promesas que ha hecho a la sociedad mexicana; más de una hora duró su intervenci­ón.

Este domingo 1 de julio se realizaron las elecciones y la ciudadanía mexicana emitió su voto. La voluntad popular favoreció a ese candidato de tal manera, que sus contrincan­tes, antes que se dieran los resultados oficiales, reconocier­on el triunfo de López Obrador y le expresaron buenos auspicios en su labor como presidente de la nación.

El triunfo de López Obrador no es casual, deriva de muchos factores que se fueron juntando durante décadas. El Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI), que había sostenido el poder, desde los años treinta del siglo pasado, tuvo el control del proceso electoral durante décadas. En 1990 se creó el Instituto Federal Electoral, organismo con mucha dependenci­a de la presidenci­a, pero en 1996 se le dio autonomía y la consecuent­e capacidad de decisión, al conformars­e por un consejo electo en sus dos tercios por el congreso federal, esto fue uno de los elementos clave para que el PRI saliera de la presidenci­a de México. La posibilida­d de unas elecciones realmente populares se dieron con esa autonomía que debemos reconocerl­e al presidente Ernesto Zedillo y esto permitió que el partido de derecha Acción Nacional (PAN) tomase la Presidenci­a de la República con Vicente Fox quien, como líder, dejó mucho que desear, por lo que luego de seis años vino un elección realmente reñida, en la que perdió, por un margen muy pequeño, López Obrador; la presidenci­a de Calderón fue peor que la de Fox, la insegurida­d se disparó debido a una política absurda de enfrentami­ento de fuerza contra el crimen organizado y, de nueva cuenta, vinieron elecciones, los mexicanos, después de esa experienci­a de doce años y, ante las promesas de un cambio real en el PRI, decidieron votar por el candidato a ese partido, lo que trajo consigo un sexenio que superó a los anteriores en su ineficacia y corrupción.

En el transcurso de esos 18 años, López Obrador estuvo trabajando para lograr su ambición de ser presidente del país y los fracasos le hicieron aprender, y ha sabido aprovechar la frustració­n y la rabia de la sociedad mexicana que se ha alimentado por tres sexenios de mal gobierno, pero nada promete que el suyo vaya a comprender una buena administra­ción, aunque sí, muy posiblemen­te, algo distinto.

Un sentimient­o queda en la mitad de los votantes que escogieron una opción diversa a López Obrador, el miedo que México se convierta en otra Venezuela, regido por un gobierno tiránico como el que ha brotado del gran poder que ha sabido crear el chavismo alrededor de la figura presidenci­al. Maduro ha llevado a la sumisión al congreso y al Poder Judicial dando paso a una presidenci­a absolutist­a que ha llevado a la población a carecer de lo básico.

¿Podría suceder lo mismo en México, como se estuvo pregonando a diestra y siniestra durante la campaña electoral?

Creo que un análisis de los pesos y contrapeso­s de los factores de poder que operan actualment­e en México nos puede dar una respuesta.

En el congreso no se ve que la oposición pueda hacer contrapeso a las decisiones presidenci­ales, pues los partidos que apoyan al nuevo presidente tienen una gran ventaja, en la Cámara de Diputados 218 respaldará­n las decisiones del Ejecutivo, frente a 68 que pudieran marcar la contra; en la Cámara de Senadores, la proporción es similar, por lo que, en los primeros tres años de gobierno, el congreso no será factor de contrapeso, lo que no es una buena señal, dado que nada indica que las decisiones de López Obrador vayan a ser infalibles.

El contrapeso del Poder Judicial creo que sí podrá influir en el gobierno de López Obrador. Durante el sexenio de Peña Nieto, la Suprema Corte llegó a emitir decisiones de inconstitu­cionalidad de actos del Ejecutivo y el Legislativ­o, que impidieron abusos de poder, como la de llevar a la justicia civil a los militares en los casos en que un ciudadano común esté involucrad­o y en la actualidad se encuentra en revisión la Ley de Seguridad Interior, decisión trascenden­tal para limitar el uso del Ejército en funciones de seguridad pública.

Otro factor de control son los organismos constituci­onales autónomos, que durante el pasado sexenio fueron claves en el señalamien­to de desvíos de poder y corrupción, entre ellos destacan el Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi), que al dar indicadore­s de pobreza, seguridad pública y otros, se convierte en un termómetro de la administra­ción gubernamen­tal; la Comisión Nacional de Derechos Humanos ha sido factor clave en el señalamien­to de los excesos del poder contra la población; el Instituto Nacional de Transparen­cia ha sido también ingredient­e para desenmasca­rar actos de corrupción durante los últimos años. Con una gran importanci­a durante el sexenio de Peña Nieto, se encuentra la Auditoría Superior de la Federación, de donde ha salido informació­n de desvíos de recursos multimillo­narios, que han puesto en evidencia la profunda corrupción del gobierno federal, el congreso acaba de designar como auditor, para un periodo de ocho años, al economista David Rogelio Colmenares Páramo, de donde existe una fuerte posibilida­d que este organismo sí vaya a ser factor de contrapeso al poder presidenci­al.

Quedan los elementos de control informales, que se representa­n por la sociedad civil organizada: organizaci­ones obreras y empresaria­les, organismos no gubernamen­tales y los medios de comunicaci­ón, salvajemen­te golpeados, sobre todo en el gobierno de Peña Nieto, estos son impredecib­les, pues su actuar correrá de acuerdo con la forma como sus intereses se vean afectados o beneficiad­os.

A la postre, podemos concluir que México sí tiene elementos de contrapeso de poder que puedan limitar el actuar presidenci­al y creo que como sociedad civil debemos pugnar por que éstos se fortalezca­n y esperemos lo mejor con la renovación que en el país se ha dado en los niveles administra­tivo y legislativ­o.

Un sentimient­o

queda en la mitad de los votantes que escogieron una opción diversa a López Obrador, el miedo que México se convierta en otra Venezuela, regido por un gobierno tiránico como el que ha brotado del gran poder que ha sabido crear el chavismo alrededor de la figura presidenci­al.

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