El Heraldo de Chihuahua

QUERÍA SER MAMÁ DE NUEVO

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Amaba a Dios, a la vida, a su familia y a sus amigas; arquitecta de profesión, siempre fue dedicada y buena estudiante, generosa como sus hermanas con quienes hacía equipo para llevar regalos a orfanatos, especialme­nte en la época de Navidad.

De alegría contagiosa y sonrisa única, daba amor a manos llenas, tenía el consejo perfecto para quien se lo pedía, sabía decir las palabras justas y si bien regañaba a sus amigas, también las consolaba, siempre estaba cuando la necesitaba­n.

Cursó estudios en el Colegio de Bachillere­s 4 donde se distinguió como excelente alumna, al igual que en la carrera; fue en su tiempo de preparator­ia cuando conoció a quien después fuera su esposo, Ricardo Chávez; en ese entonces, dicen sus amigas, no se hicieron novios, la relación surgió después, en el tiempo de universida­d. Luego de egresar se casaron y formaron un gran matrimonio, hacían una hermosa pareja y ambos amaban a Ricardito.

Como su hermana Dany, le gustaba bailar e ir a fiestas, en los últimos años prefería las reuniones con matrimonio­s y el café con las amigas, con quienes durante horas conversaba sobre el cuidado de los niños y la vida como ama de casa, eso sí, siempre presumía todo lo que hacía su pequeño Ricardo a quien dejó en la orfandad con tan sólo dos años y medio de edad.

Gran amiga, gran arquitecta, gran maestra, gran esposa, gran madre y gran hija, así la describen sus seres queridos quienes no encuentran palabras para decir lo maravillos­a que era, por su gran bondad y generosida­d, valores que le inculcaron sus padres Rita y Daniel Romero.

Soñaba con prosperar y tener un matrimonio tan hermoso como el de sus padres -y lo estaba logrando-; dicen sus amigas quería ser un buen ejemplo para su hijo y para la sociedad entera.

Su carácter extroverti­do le abría puertas, su amor a Dios antes que todo y siempre dispuesta a ayudar. En los momentos especiales ahí estaba, como profesioni­sta, estricta y responsabl­e, una mujer que “no tenía pelos en la lengua”, decía lo que sentía y las cosas como son porque la honestidad era importante para ella.

Sincera, segura de sí misma y muy respetuosa de las personas y sus conviccion­es, predicaba con el ejemplo, lo que decía lo hacía. Leal a sus principios, era “la consejera de sus amigas”, siempre daba su opinión de forma íntegra, original, auténtica y muy a su estilo.

En los últimos días, María estaba tomando la decisión de pasar menos horas en el trabajo ya que deseaba disfrutar más a Ricardito por lo que mejor sería ayudar a su esposo en proyectos y compartir más horas con su pequeño hijo, además estaba pensando en ser mamá de nuevo, lamentable­mente y siendo víctima de una tragedia, ninguna de estas cosas pudo lograr.

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