Mensajes hasta el Cielo
MARÍA:
Las palabras se quedan cortas para describirte amiga, podíamos platicar horas sin aburrirnos porque describías las historias con lujo de detalle, lo que las hacía más interesantes, pero claro, también sabías escuchar y unas palabras de aliento y un fuerte abrazo nunca estaban de más para ti. No tenías pelos en la lengua y en ti eso era más una cualidad que un defecto porque no te detenías para decirnos cuando la estábamos regando o felicitar cuando estábamos bien, lo cual te hacía una amiga excepcional. Tu alegría y tu risa invadían una habitación entera, luchabas ante las injusticias, luchabas por lo que querías lograr
Ricardito fue bendecido al tenerte como madre porque supiste guiarlo y educarlo muy bien, lograste enseñarle la diferencia entre el bien y el mal, una madre amorosa pero firme porque sabías que un regaño a tiempo era lo mejor para tu hijo.
RICARDO:
No tengo ni la mínima duda que estás en un mejor lugar y estoy segura que ese lugar es el Reino de los Cielos por ser un gran hombre que por sus actos logró trascender dejando no sólo a mí sino a muchas personas un ejemplo de vida que tuviste a seguir.
Un gran hombre, humilde, trabajador, cariñoso, amigable, buen padre e hijo… y muchas cosas más que no terminaría de admirar.
DANIELA:
Las recordaremos con esa alegría que contagiaba, con esa risa que las caracterizaba, con esas ganas de vivir y de dar amor. Le agradezco a Dios por prestármelos estos años porque gracias a ustedes tengo maravillosos recuerdos de infancia porque compartirnos hermosos y dolorosos momentos, siempre juntos. ¡Los voy a extrañar tanto!
Ahora están en un lugar de paz y de calma, ya no hay preocupaciones, cuídenos y guárdenos un lugar al lado de Dios y manden mucha felicidad y resignación para aprender a seguir sin ustedes.