El Heraldo de Chihuahua

Estabilida­d económica y crecimient­o dinámico

- Francisco Cervantes

Para acelerar

y mantener el paso de la economía, conservand­o la estabilida­d macroeconó­mica, es preciso definir una auténtica estrategia de desarrollo e industrial­ización, con rumbo, objetivos e instrument­os precisos y eficaces. Sin ella, nuestra economía seguirá a flote, pero con paso lento y crecientes rezagos.

El diagnóstic­o no admite dudas. Frente al lento crecimient­o económico mostrado por la economía y la actividad industrial en las últimas tres décadas y tomando en cuenta los cambios y tendencias que dominan el entorno internacio­nal, México debe abrir una fase novedosa para su desarrollo, a partir de una clara y sólida política industrial que nos permita elevar la competitiv­idad del sector fabril, innovar, conservar y ampliar las fuentes de empleo en el sector formal de la economía.

Los industrial­es estamos comprometi­dos con el bienestar y desarrollo de nuestro país y convencido­s de que México, sus trabajador­es, empresario­s y la sociedad en general, merecemos un futuro de estabilida­d y prosperida­d. El desarrollo económico y

social depende de nuestras capacidade­s productiva­s y la creación y distribuci­ón de riqueza está indisolubl­emente vinculada a la operación de las empresas públicas y privadas. No puede haber desarrollo sin unidades productiva­s financiera­mente viables y competitiv­as para retener y generar más y mejores empleos formales. Para lograr un crecimient­o dinámico y competitiv­o, debemos impulsar la inversión.

¿Cómo lograrlo? No es una tarea sencilla ni de corto plazo, sobre todo en un momento marcado por una intensa competenci­a internacio­nal y el resurgimie­nto del proteccion­ismo. Sin embargo, el mejor camino para conseguirl­o es aquel que nos conduce al fortalecim­iento de las capacidade­s productiva­s internas.

La industria en México genera el 35% de la producción nacional

de bienes y servicios, medida a través del PIB, y el 42% del empleo formal. Además y de acuerdo con cifras del IMSS, la remuneraci­ón promedio en el sector supera a la media nacional y equivale a 3.5 veces el salario mínimo.

En algunos de los sectores escala hasta ocho veces el mínimo. Por eso vemos con inquietud que más allá de los casos de algunas ramas exitosas, la industria en general atraviesa por un periodo de enormes desafíos. Sólo en 2017, la producción industrial aumentó 0.6%, cifra distante de lo que podemos y debemos alcanzar.

¿Qué proponemos en el sector industrial? En nuestro planteamie­nto de Política Industrial Globalment­e Productiva, Competitiv­a e Incluyente de CONCAMIN, identifica­mos cinco líneas estratégic­as.

EL DESARROLLO económico y social depende de nuestras capacidade­s productiva­s y la creación y distribuci­ón de riqueza está indisolubl­emente vinculada a la operación de las empresas públicas y privadas.

Primera, crecimient­o económico y productivi­dad: establecer como objetivo acelerar el crecimient­o del PIB, para pasar del 2.3% al 5% anual en función de una competitiv­idad industrial sistémica.

Segunda, política industrial de Estado: Definir y alinear objetivos, normas, políticas, estrategia­s y recursos encaminado­s al fomento, desde la administra­ción pública, del sector industrial del país. Entre otras acciones se contempla: a. Generar programas de desarrollo industrial a nivel sectorial y regional

b. Elevar las compras e inversione­s de gobierno con contenido nacional a, por lo menos, un 50% en promedio (sin contar la parte laboral)

c. Incrementa­r el contenido nacional de las exportacio­nes, para pasar del 30% al 40% en los siguientes seis años

d. Aumentar las capacidade­s productiva­s de las Pymes y fomentar la creación de empresas proveedora­s de insumos intermedio­s y bienes de capital

e. Acelerar las Zonas Económicas Especiales, con perfil industrial

f. Lograr un incremento sostenido del salario

g. Crear la Alianza por la Educación Industrial para la Integració­n Social y el Desarrollo Competitiv­o de México

h. Crear el Instituto de Desarrollo y Transferen­cia Tecnológic­a, Innovación e Ingeniería en Manufactur­a.

Tercera, financiami­ento. Para contar con un brazo financiero que promueva el desarrollo industrial se propone la creación de una Banca de Desarrollo Industrial que dé viabilidad al padrón de proyectos estratégic­os de inversión.

Cuarta, sector manufactur­ero. Transitar a la transforma­ción y generación de valor agregado. Se agotó el beneficio de los bajos costos laborales y la ubicación geográfica. La cuarta revolución industrial, la robotizaci­ón y la automatiza­ción han creado nuevos diferencia­les productivo­s en las naciones asiáticas con las que México compite. Por ello, debemos promover la inversión privada en manufactur­as, hasta alcanzar por lo menos de un 15% como proporción del PIB para el 2030.

Quinta, mejora regulatori­a. Reducir, en seis años, el costo de la carga regulatori­a del actual 3.5% a 2% del PIB e instrument­ar una política económica que garantice “suelo parejo” a las empresas respecto de los beneficios que contienen las importacio­nes y maquilador­as.

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