El ocaso del bipartismo causa estragos
Para que una democracia como la nuestra prospere es fundamental que haya armonía en el entorno político y social, no es posible pensar en ello cuando no se respetan los tiempos, cuando se envían mensajes engañosos para tratar de confundir, a una sociedad cada vez más informada, menos desprevenida, pero a la vez más expuesta a cientos de comunicaciones que a final de cuentas la hará dudar de la situación.
Eso sucede actualmente, en este periodo de transición, en el que no ha llegado aún el nuevo gobierno, todavía no toma protesta el próximo presidente, y los personeros del bipartidismo derrotado en la pasada elección, ya presionan a través de todos los medios a su alcance, sobre todo las redes sociales, señalando incoherencias como faltas inexistentes o malas decisiones del próximo gobierno que encabezará López Obrador; que si “Manuel Bartlett no es el idóneo para ocupar la CFE”; que si “Gómez Urrutia es un mal presagio para el gobierno de López Obrador”; que si “Carlos Slim no va apoyar los proyectos del nuevo gobierno”; que si “Meade es el titular del Banco de México hay incongruencia con la siguiente administración federal”.
Lo anterior no es otra cosa que adelantar vísperas, porque si bien, en algunos casos se trata de propuestas concretas en otros, sólo hay especulación. Por ejemplo, el senador Bartlett Díaz tiene gran experiencia en lo referente a la trayectoria de la Comisión Federal de Electricidad, aún siendo senador del PRI—actualmente lo es por la coalición PT-Morena— defendió la postura de mantener la paraestatal bajo la tutela del estado, fue un gran opositor de su privatización. En el caso de Napoleón Gómez Urrutia, para empezar no formará parte del gabinete de la Presidencia de la República, su cargo por el que fue electo está en el Senado. El propio virtual presidente electo, ha señalado en su defensa que se trata de un personaje que tuvo que exiliarse del país luego de haber planteado incrementos salariales a los trabajadores del sector donde él tiene mayor influencia.
En otro caso, me pareció interesante la respuesta que dio Javier Jiménez Espriú, nominado a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, a la pregunta de si hubo reconciliación entre el empresario Carlos Slim y López Obrador: “no hay ninguna reconciliación porque nunca ha habido un problema entre ellos”, respondió.
En el caso de José Antonio Meade, excandidato presidencial del PRI, propuesto para ser subgobernador del Banco de México, que también levantó mucha polémica, me parece que no existe ninguna incongruencia en ello, en todo caso la hay en sus críticos, ya que él ha formado parte de gobiernos emanados tanto del PRI como del PAN, y en ambos casos, debido a su “gran capacidad”, se han desvivido en elogios para con el exsecretario de Hacienda —con Felipe Calderón y Enrique Peña—, de Desarrollo Social, de Energía y de Relaciones Públicas, todo un estuche de monerías que tanto uno como en otro bando se encargaron de hacerlo notar. Esta capacidad tampoco pudo ser ignorada por el próximo gobierno, estará en él si acepta o no. ¿A caso su efectividad como alto funcionario, sobretodo en el tema de los números, dejaría de ser tal, en caso de aceptar la propuesta de llegar a Banxico en el próximo sexenio?; ¿a caso se equivocaron los calderonistas, los peñanietistas, o incluso Ricardo Anaya, quienes hablaron públicamente de la gran valía de Meade Kuribeña?. Me parece que el problema es otro, se llama insensatez, con todas sus letras: incongruencia.
No trato de defender a ninguno, cada cual hará lo propio para defenderse asimismo, tienen tablas y las harán valer. Lo único que pretendo es evidenciar una posición absurda que tratan de imponer quienes ventilan que hay errores o faltas, o excesos, donde no los hay, donde no puede haberlos, porque simplemente aún no comienza este gobierno. Es necesario esperar los tiempos, a que lleguen primero a los cargos públicos quienes tengan que llegar y luego se les podrá calificar, de acuerdo a los resultados que estos entreguen a los ciudadanos, pero no antes, es absurdo.
Todavía nos encontramos en plena etapa de transición y ya hay quienes acusan al presidente electo de incumplir promesas de campaña. Esa malicia sólo puede causar efecto en los desprevenidos y sembrar dudas en el electorado no bien informado, pero tarde o temprano habrán de caer en cuenta y se vendrá abajo la pantomima.
Me parece que la actitud debe ser otra, incluso a la partidocracia tradicional, y en algunos aspectos a los llamados independientes que perdieron en la pasada elección, les debe ir bien si al siguiente gobierno le va bien. Por eso a nadie le conviene esta actitud beligerante, que suena a patadas de ahogado, y lo más oportuno en este momento es sumar voluntades, reconstruir y avanzar, pensar lo contrario es traicionar a sus propios ideales partidistas, al propio país que tanto dicen defender y respetar.
El propio López Obrador, ha dado muestras claras de lo anterior, desde conocido su triunfo el pasado primero de julio, su actitud lejos de la soberbia que caracterizó en esos momentos de victorias electorales al presidencialismo, él se mostró humilde y sincero al reconocer éste como un triunfo de todos los mexicanos. El martes pasado, durante su participación en el primer Foro Escucha Ciudad Juárez, impulsado por el equipo de transición para generar propuestas ciudadanas y compartir el grave problema de inseguridad, Andrés Manuel dió otra muestra de esa civilidad política a la que me refiero al invitar al gobernador Javier Corral y a otros personajes de la vida pública del estado, ante ellos mencionó que la campaña había terminado y que era el momento de la unidad nacional, por encima de los intereses partidistas.
A pesar de las calumnias y acusaciones injustificadas que el mandatario chihuahuense lanzara en contra del entonces candidato presidencial de Morena, durante todo el proceso de campaña, a pesar de un comportamiento poco digno de un gobernador que se dice demócrata e involucrarse de esa manera en las campañas, el ahora presidente electo del país invitó a Javier Corral a trabajar juntos por el bien de ciudad Juárez y los chihuahuenses, lo conminó a dejar atrás las rencillas electoreras y ver de frente por la seguridad de Chihuahua.
Es cierto que el momento del nuevo gobierno no ha llegado aún y por lo tanto no se puede criticar todavía, pero lo que sí se puede en este periodo es calificar al gobierno saliente, criticar lo que esté mal y reconocer lo que esté bien. De esto último ya se encargarán ellos mismos, de lo otro, me parece que es fundamental hacer un serio análisis para determinar el daño causado a las arcas de los mexicanos, a la sociedad abandonada en sus diversos sectores, afectada por la inseguridad, la indolencia de quienes ostentan el poder, permitiendo todo tipo de excesos.
Es correcto entonces que se critique el desempeño del gobierno, pero no de los que vienen sino de los que se van, ya han dejado bastante material para su reflexión.
Del tema de corrupción se desprenden un sinnúmero de deficiencias que heredará el bipartidismo al nuevo gobierno de Morena, concretamente me referiré a algunos casos:
El tema de la “Impunidad” es un asunto grave puesto que México es referido como uno de los primeros lugares en América Latina en este rubro. Para el investigador de la Universidad de las Américas de Puebla, Gerardo Rodríguez, nuestro país “es el peor”, y considera que esta situación de corrupción que se vive en el país tiene su origen precisamente en la impunidad.
El informe de Transparencia Internacional 2017, publicado en febrero de este 2018 así lo refiere también, coloca a México como uno de los países con mayor percepción de corrupción en el mundo. En la tabla de posiciones se le coloca en el lugar número 135 de 180 países evaluados.
El otro rubro que merece especial atención y en el cual no han reparado quienes prefieren ver la paja en el ojo ajeno, es indudablemente el de la inseguridad, donde la moribunda administración federal deja números de terror, nada menos en este año, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, informó que en el primer semestre se perpetraron en México 15 mil 973 homicidios dolosos, cifra que rompe récord en el país desde 1997. Y todavía algunos gobiernos locales se atreven a levantar bandera blanca en este tema, donde la violencia se recrudece cada vez más y se va incrementando el desgaste del maltrecho tejido social al que le urge atención.
Cifras únicamente comparadas a las de territorios en guerra en Medio Oriente, inclusive los superan, el dato es terrible, y haber fingido que no pasaba nada como que a estas alturas no es ninguna gracia, porque se entrega al país sumido en sangre.
El otro
rubro que merece especial atención y en el cual no han reparado quienes prefieren ver la paja en el ojo ajeno, es indudablemente el de la inseguridad, donde la moribunda administración federal deja números de terror, nada menos en este año, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, informó que en el primer semestre se perpetraron en México 15 mil 973 homicidios dolosos, cifra que rompe récord en el país desde 1997. Y todavía algunos gobiernos locales se atreven a levantar bandera blanca en este tema, donde la violencia se recrudece cada vez más y se va incrementando el desgaste del maltrecho tejido social al que le urge atención.
En lo que se refiere a la pobreza y desigualdad, debemos mencionar que este sexenio y parte del anterior le heredará al siguiente un estatus deplorable en esta materia, puesto que en los últimos ocho años, la cifra de pobres que había en México, se ha incrementado en 3.9 millones más. De acuerdo a datos publicados este año por el Consejo Nacional para la Evaluación de las Políticas de Desarrollo Social (CONEVAL), que reveló que en el 2008 la cifra de personas en condición de pobreza en el país fue de 49.5 millones, y ocho años después el mismo estudio arroja que la cifra aumentó a 53.4 millones, casi la mitad de la población podemos decir que es vulnerable.
La lista de temas a evaluar es muy larga, se tiene que sumar lo referente a la economía nacional y el deficiente modelo productivo, el desproporcionado e irresponsable crecimiento de la deuda externa e interna, la crisis en las relaciones internacionales, sobretodo con Estados Unidos; el sistema obsoleto e incapaz de salud; la inabarcable educación pública y el problema magisterial; en fin, las cuentas que deja el gobierno de Peña Nieto constituyen tema suficiente para los críticos que quieren sacar hebra de una gestión que todavía no comienza, pero que necesitará de la suma de voluntades para sacar al país del atolladero, para que atendiendo el problema de raíz haya esperanza de un México que puede y debe ser mejor, ese es nuestro compromiso, es nuestra convicción.