Escuela Eloy S. Vallina: los orígenes
Flanqueado por dos cantinas (El Navegante y Las Vegas), en 1959 se encontró un gran terreno baldío en el barrio del Santo Niño para la construcción de una escuela. Fue la Eloy S. Vallina, la cual nació como un plantel moderno y equipado con lo mejor de la época. La institución se sumó a otras ofertas de educación primaria en la comunidad como fueron la famosa escuela Centenario, la Guadalupe J. Bermúdez y una oferta experimental del profesor Luis Urías llamada Instituto Libertad.
El Santo Niño por los años en que se fundó la escuela Vallina se encontraba en medio de grandes contrastes: al norte contaba con una creciente Ciudad Deportiva (fundada en 1949), mediada por la naciente colonia Alta Vista; al sur, el río Chuvíscar que albergaba en su margen izquierdo una población marginada que vivía en vecindades y al interior del barrio se manifestaban grandes contrastes que iban desde minorías ‘clasemedieras’ hasta mayorías relativamente empobrecidas que motivaron a los medios a llamar al asentamiento: “el populoso barrio del Santo Niño”.
Cuando en 1959 se anunció la construcción del nuevo plantel donado por el Banco Comercial Mexicano, cuya cabeza era don Eloy S. Vallina, inicialmente se comentó que podría llamarse Banco Comercial Mexicano. Finalmente en 1960 se le llamó Eloy S. Vallina en homenaje al empresario, quien falleció ese año.
A partir de la convocatoria de inscripción, de inmediato se acercaron más de mil solicitantes y el censo inicial da cuenta de niñas y niños que procedían de la colonia Industrial, San Felipe, de la naciente colonia
Alta Vista, de la colonia Obrera y desde luego del Santo Niño. Sus padres en su mayoría eran obreros (ferrocarrileros, carpinteros, mecánicos, sastres, peluqueros, tapiceros, pintores, jornaleros, albañiles, peones, etcétera), además de una minoría formada por maestros, empleados, ganaderos, locutores, fotógrafos, industriales, aviadores y profesionistas varios. Al final sólo quedaron 686 alumnos distribuidos en 16 grupos (censo escolar de la Escuela Urbana Federal Eloy S. Vallina 1961-1962).
La fundación de la escuela al parecer fue una especie de joya de la corona de un ambicioso proyecto educativo surgido al inicio del gobierno de Teófilo Borunda llamado “Plan Chihuahua”, que pretendió abatir el gran rezago educativo principalmente en el nivel primario. El plan resultó en extremo exitoso y fue producto de una especie de participación social en la que se involucraron diversos agentes sociales como: empresarios, padres de familia, autoridades de los tres niveles de gobierno y diversas asociaciones, todos ellos encabezados por el gobernador Borunda.
Así, tanto Plan Chihuahua como escuela Vallina derivaron de exigencias de modernización que se daban en el país y el estado. Durante la gestión de Teófilo Borunda se presentó cierta estabilidad económica y política, lo que motivó al establecimiento de empresas de capital privado y federal (gasoducto de Pemex, Aceros de Chihuahua, planta de amoniaco, etcétera) y se hicieron obras de infraestructura en la capital del estado como la presa Chihuahua, la canalización del río Chuvíscar y a la par se consolidaron los grupos empresariales más importantes de Chihuahua. Estos, encabezados por don Eloy Vallina, desde 1934 habían creado el Banco Comercial Mexicano.
En lo referente a lo educativo, en Chihuahua se cumplían dos premisas: una manifiesta en que de siempre el aparato productivo regional ha llevado una gran delantera al sistema educativo estatal y muestra de ello es que recientemente se habían inaugurado el Instituto Tecnológico Regional (1948) y la Universidad de Chihuahua(1954), coexistiendo con la decimonónica Escuela de Artes y Oficios; otra, consistente en que los hombres de negocios mexicanos tradicionalmente invierten su dinero en negocios de poco riesgo y altas posibilidades de ganancia y en este momento, invertir en educación convenía a todos.
En esta coyuntura nace la escuela Eloy S. Vallina, que en sus inicios democratizó la educación, porque en 1961 asistían al plantel una variopinta expresión de alumnos: algunos descalzos, otros sin haber probado desayuno y carentes de útiles escolares; a otros les llevaban sus padres en lujosos automóviles y sin carencias de cuadernos, mochilas y juegos de geometría e incluso no faltaron los que sin mostrar un arsenal escolar sobrado, reflejaban una medianía en su situación económica. La situación para los alumnos pobres fue paliada por la emergencia de los libros de texto gratuito y los benditos desayunos escolares, además de la donación de útiles de parte del Banco Comercial Mexicano.
La escuela Vallina en sus inicios contó con un excelente horario escolar propio de lo que hoy llaman ‘horario extendido’ y se dividía en dos periodos que iban: uno desde las 9:00 a las 12:00 del día, y por la tarde de las 3:00 hasta la salida, puesto que oficialmente esta debía ser a las 5:00 de la tarde, pero era tanta la motivación que frecuentemente el horario se prolongaba hasta las 19:00 horas. Así mismo, el plantel nació con toda la mano en lo material y también se seleccionó un excelente grupo de profesores dirigidos por Ramón Ontiveros Carrasco, quien inmediatamente fundó el primer Consejo Técnico y una sociedad de padres muy participativa. En el conjunto enfrentaron muchas dificultades pero colaboraron con vigor y conocimiento en campañas de alfabetización de adultos y en una especie de escuela para padres desde sus aulas.
Un saludo donde quiera que se encuentren a los profesores fundadores de la escuela Eloy S. Vallina: Ramón Ontiveros Carrasco (director), Eva Martínez Ostos, Refugio Castillo Rosales, Ramona González Venegas, María Dolores Terrazas Salazar, Alejandra Gastélum Molano, Fernando Quezada Tabares, Evangelina Moreno Anchondo, Sabina Vázquez Gil, Velia Elva Flores Chacón, César Antonio Valenzuela, Amparo Fuentes Varela, Manuel Ortiz González, Hugo Ariel Peña Gutiérrez, Encarnación de la Rosa Molotla, Humberto Sandoval Galeana, Juventino Noriega Meza y Alberto Loya Alderete.