Lydia Cacho, un triunfo contra la pederastia y por la libertad de expresión
Las conversaciones entre estos fueron grabadas y de ellas se desprende la trama que realizaron para vengarse de la periodista, quien involucró al empresario con situaciones de pornografía infantil que denuncia en el referido libro. Todo mediante un abuso de poder y colusión, más propios de una película de ficción que de una realidad, que sólo quienes hemos luchado en ese mundo de justicia comprada y por consigna que se da en México, lo podemos comprender.
Lidya se salvó gracias a que las organizaciones de Derechos Humanos y de defensa de periodistas se enteraron, desde su detención en Cancún, y ejercieron tal presión que obligaron a las autoridades a dejarla en libertad al día siguiente, que de no ser así muy mal la hubiese pasado, según se desprende de las grabaciones mencionadas.
La semana pasada me enteré de una fabulosa noticia, la periodista ganó su caso, no fue en México, donde hasta la Suprema Corte de Justicia lo desestimó argumentando que no se habían dado “violaciones graves” a su integridad. No, el caso tuvo que salir de las redes de colusión y protección que se dan entre los detentadores del poder político y económico en ese país. Fue el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, con sede en Ginebra, Suiza, que ha determinado que, durante su detención, la periodista fue sujeta a tortura física y sicológica, violentando los derechos a la no discriminación por razones de género, a no ser sometido a tortura, a la libertad personal, a la integridad personal, y a la libertad de expresión. También se establece la obligación del Estado Mexicano de investigar, perseguir y castigar a los responsables de esas violaciones con “penas adecuadas”. Es de reconocer la valiosa intervención de la organización “Artículo 19”, que presentó el caso ante el organismo internacional y, desde 2014, le ha dado seguimiento.
Ahora el gobierno de México debe acatar la resolución de la ONU, que fijó un plazo de 180 días para que se dé inicio al cumplimiento de lo establecido en la resolución, el que concluirá para finales de diciembre de este año, cuando ya esté a cargo del
Ejecutivo del país Andrés Manuel López Obrador y dudo que el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto vaya a tomar cartas en el asunto, pues durante seis años fue cómplice de la impunidad con que han gozado todos los responsables de la agresión a la periodista.
El libro de Lydia Cacho, que desató una feroz persecución en su contra, es una denuncia valiente y puntual de una red de pornografía infantil que implicó abuso sexual de cientos de menores, incluyendo violación; tuvo un gran efecto para castigar al principal depredador de esa red, Jean Succar Kuri, empresario cancunense que llevó a nivel internacional su telaraña de explotación infantil, quien ahora se encuentra en prisión por lo que le resta de vida; pero también ha llevado a las autoridades policiales tanto de México como de otros países a conocer más a detalle cómo funcionan esas redes, lo que ha facilitado muchas detenciones de pederastas.
Lydia reconoce en su libro la labor que realizaron policías honestos y profesionales de la Agencia Federal de Investigaciones, quienes han participado en la protección de la periodista frente a múltiples amenazas contra su vida, por personas encumbradas en el poder económico y político, que han sufrido el escarnio al conocerse sus actos de perversidad.
Es así que, la victoria que han logrado Lydia Cacho y “Artículo 19”, no son tan sólo logros personales, pues es un gran paso para la libertad de expresión y el periodismo, que son elementos básicos para la existencia de una sociedad democrática y por ende para beneficio de México, país en el que la profesión de comunicar es terriblemente peligrosa.