dioses Los griegos
La mitología griega deja chiquitita a la telenovela más tragicómica. Basta con un ejemplo: la madre de los dioses, Gea, se pelea con su hijo y marido Urano, por lo que el hijo de ambos, Cronos, castra a su padre como castigo. De la sangre salpicada brotan Gigantes y Ninfas, mientras que de la espuma que forma el miembro viril al caer al mar, nace Afrodita.
Yasí sigue la historia, con un sinfín de enredos familiares donde los incestos, las infidelidades y los asesinatos son cosa de todos los días. Como, debido a estos embrollos, es fácil perderse en quién es padre o hijo de quién, proponemos un árbol genealógico muy básico y gráfico que nos aclara algunos parentescos.
¿Por qué los griegos?
Los griegos se la rifan. Ya el romano Horacio, en su Arte
poética, recomendaba tomarlos de modelos para todo aquél que decidiera dedicarse a la escritura. Y así, como nos cuenta Robert Graves en la introducción de sus Mitos griegos: «Los emisarios medievales de la Iglesia católica llevaron a Gran Bretaña un sistema universitario continental basado en los clásicos griegos y latinos […] la literatura inglesa de los siglos xvi al xix no puede, por tanto, conocerse correctamente sino a la luz de la mitología griega».1 Como muestra, baste el Sueño
de una noche de verano (ca. 1595), de Shakespeare, que ocurre durante la boda de Teseo e Hipólita, dos miembros honorarios de los mitos griegos.
La mitología grecolatina siguió siendo influyente en el Renacimiento —siglos xv y xvi—, con una reapreciación de los clásicos, que vemos en pintura, escultura, arquitectura y obras literarias. Y luego en el Siglo de Oro español y el barroco mexicano —siglos xvi a xvii—: no olvidemos a Quevedo, Góngora y sus referencias a los dioses y héroes helenos, ni a sor Juana con su Amor es más laberinto, en el que aplica símiles, metáforas y demás figuras retóricas basándose en el mito de Perseo; o bien, sus poemas, como el Primero sueño, donde hace mención de Baco —en la mitología romana, el equivalente a Dionisio—, Plutón —equivalente a Hades—, y muchos más. ¿Y qué tal el Clasicismo —siglo xviii—, con su Racine y su
Medea en el teatro, y el neoclasicismo, donde Tomás de Iriarte traduce a Horacio? A lo largo de la historia de la literatura en general y de la dramaturgia en particular, los griegos nos siguen influyendo.
Papá Hesíodo
Le decimos así, «Papá», porque es quien estableció en su
Teogonía la génesis y parentescos de los dioses: en primer lugar existió el Caos, luego Gea, que dio a luz a su futuro marido Urano, con quien tuvo un sinnúmero de hijos con distintos métodos y artimañas. Aquí enumeramos sólo algunos, porque si los mencionáramos a todos, nomás no cabrían, y mucho menos sus hijos y los hijos de sus hijos y demás prole mitológica.
Además de recetarnos con una retahíla de nombres que a alguno puede resultarle aburrida, Hesíodo describe algunos jugosos chismes de los enredos divinos; ya contábamos líneas arriba el de la castración de Urano. Pero hay que agregar que más tarde, el mismo Cronos devoró a sus primeros hijos —véase el célebre cuadro de Goya Saturno devorando
a su hijo (1819-1823); Saturno es el equivalente de Cronos en la mitología latina—, sólo para que ninguno de ellos fuera inmortal; al comérselos hacía sufrir a la madre, Rea, quien maquinó un plan para detener la comilona.
Rea, madre de Zeus, lo ocultó de la voracidad de su padre escondiéndolo y poniendo una piedra envuelta en pañales en su lugar. Cronos se la tragó y un año después la vomitó junto con los hijos que se había tragado. Así fue como Zeus consiguió nacer y reinó entre los inmortales. Luego Rea, enojada con Zeus porque se metía con quien se le ponía delante —fuera diosa, mortal, ninfa o atlántide—, le prohibió casarse. Él amenazó con violarla, ella se convirtió en serpiente para evitarlo, pero él se transformó en serpiente macho y cumplió su amenaza.
Y luego Hera, esposa de Zeus y muy enojada por sus infidelidades, decidió concebir ella solita y dar a luz a Hefesto. Así podríamos continuar pleito tras pleito, pero mejor le presentamos el árbol genealógico —bastante simplificado— de las deidades griegas primordiales.2