Desiderata II
“Evita a las personas agresivas y escandalosas, pues son espinas para el espíritu. Si te comparas con los demás puedes ser vanidoso o amargado, porque siempre habrá personas menos capaces y personas más capaces que tú” Desiderata –fragmento- Max Ehrmann
Podemos continuar lo que marcha bien, escuchar a los que están en contra de todo y a favor de nada: anárquicos, sólo nos lleva al desencanto y a la incertidumbre. Somos muy valiosos y nuestra oportunidad de vivir nos acerca constantemente a la realidad objetiva, es decir, a la verdad, valor fundamental del pensamiento humano. Al guiarnos con la verdad, esgrimimos el instrumento más valioso para conocer al mundo, a nuestros semejantes y, sobre todo, a nuestra consciencia.
La honestidad como valor nos enrumba al sendero de la paz y por ende, del progreso. En los momentos de crisis, se deterioran la verdad y la honestidad, siendo sustituidos por el mesianismo, la soberbia, la prepotencia y el maniqueísmo. Entonces la sociedad se divide y el encono, la violencia y los actos delictivos se suceden. Los cambios en la sociedad humana se suceden con la relación causa- efecto y no producto de un “illuminati”, a pesar de todo marchamos bien, porque jugamos, estudiamos, trabajamos, nos casamos, tenemos hijos y, ante todo, respetamos la ley y a las instituciones.
La explosión histórica de la revolución industrial se logró en virtud de las comunicaciones y el surgimiento de los medios de transporte, la humanidad se transformó y la ciencia –verdad-, alcanzó avances extraordinarios. El reto de las actuales generaciones es continuar, descubrir y perfeccionar nuevas formas de comunicarnos, conectarnos y transportar todo. Nos preguntamos: ¿México ha progresado? Los amargados dicen que no y niegan todo avance de la sociedad. Contestemos al unísono: ¡Sí hemos alcanzado a dinamizar nuestra existencia económica! ¿Nos falta? Claro, pero la dirección es la correcta. Personas han intervenido para frenar el progreso o, bien, hacerlo lento, pero la rueda de la historia no retrocede, reflexionemos: ¡No retrocede!
En nuestras manos, en nuestras consciencias y con nuestro tiempo, veremos un México con una profunda transformación, bien comunicado y con generaciones que nos recordarán con melancolía, ¿por qué? Porque el mañana tiene su raíz hoy.