Reflexiones y meditaciones bíblicas
En nuestra sociedad encontramos varios tipos de personas, hay quienes les reconocen y respetan: ya sea por su condición social, moral, o por sus logros profesionales, sean técnicos, artísticos o deportivos.
Pero, desafortunadamente existen otro tipo de personas, que les es difícil reconocer y valorar a otra gente, y a todos les ven defectos, y continuamente se la pasan criticando y murmurando de los demás, para ellos es un escapismo a sus complejos y débil personalidad.
En nuestro texto de hoy, nos dice que tales personas carecen de entendimiento. Ahora bien, cada uno tiene una serie de cualidades que lo hacen sobresalir en determinadas actividades de la vida, y muchos se hacen maestros y expertos en su área, y si somos observadores, siempre hay algo o mucho que aprenderles, su disciplina, su perseverancia y sus actitudes ante la vida. Debemos reconocer que todos nos beneficiamos con la actividad de otras personas. Ya que siempre necesitamos del trabajo y la productividad de otros, y es bueno y necesario tener en alta estima a los profesionales, artesanos y obreros que nos rodean; pero también a nuestros vecinos pues no sabemos la historia de sus vidas y porque se comportan de manera de la manera en que lo hacen.
Como cristianos, Dios nos manda a amar a nuestro prójimo, algo que es altamente difícil, no podemos amar al prójimo sin amar primero a Dios, pero para ello tenemos que confesar ante Él nuestras emociones negativas, para poder ser llenos de su Espíritu Santo, y para que esto suceda, tenemos primero que recibir y aceptar a Jesucristo como nuestro Salvador y Señor de nuestras vidas, Él está dispuesto a llenarnos de su amor. * El apóstol Pablo, que fue un asesino y perseguidor de los cristianos, después que aceptó a Jesucristo en su corazón pudo decir * “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5:5
En el evangelio de San Marcos 12:30-31 nos dice “Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. Y el segundo es semejante: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.