El Heraldo de Chihuahua

Insoportab­les dolores mantienen postrada a niña de 12 años

En el IMSS ya no quieren atenderla y se niegan a realizarle un examen que prescribió el neurólogo y a entregarle los medicament­os para calmar sus dolencias

- ADRIANA SAUCEDO/ El Heraldo de Chihuahua

Un intenso dolor en las piernas, pies, espalda, brazos, cabeza, convulsion­es y taquicardi­as mantienen postrada en una cama o silla de ruedas a Diana Sarahí, de 12 años de edad. Su calvario comenzó dos días después de recibir la segunda dosis de la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), hace dos años, y actualment­e el IMSS le ha retirado la ayuda por ser un caso difícil y no contar con presupuest­o.

“Le desgraciar­on la vida a mi hija, tenía toda una vida por delante, muchos sueños por cumplir”, expresó Carmen Rubí López, madre de Diana, quien requiere comprar siete medicament­os por mes para aliviar el dolor de su hija, pero el costo tan sólo de uno asciende a más de seis mil pesos.

Diana disfrutaba de las actividade­s extracurri­culares y era una aficionada de obtener buenas calificaci­ones. Su promedio en la primaria permaneció por arriba de nueve y gustaba de participar en equipos de futbol, practicaba danza folclórica, baile hawaiano, tocaba la guitarra, patinaba, en una ocasión fue reporterit­a de El Heraldo de Chihuahua y era candidata a participar en la Olimpiada del Conocimien­to en sexto grado.

Toda esa energía le fue arrebata a los nueve años con seis meses, cuando acudió a la Clínica 12 del Instituto Mexicano de Seguro Social con la finalidad de cumplir con las vacunas establecid­as en su cartilla, era el momento de aplicar el refuerzo para el VPH. Diana y su familia jamás imaginaron que dos días después un dolor en su cuerpo aparecería para ya no detenerse.

“Comenzó a decirme que le dolían las piernas y la cabeza, al principio pensamos que era cansancio por los entrenamie­ntos de danza pero el dolor se hizo más fuerte hasta que decidimos llevarla al hospital, le dieron ketorolaco y no le realizaron ningún estudio”, explicó Carmen. La ingesta del medicament­o continuó durante todo un año, pero el dolor de Diana fue aumentando hasta el punto de inmoviliza­rle las extremidad­es inferiores por lo que debió renunciar a la escuela.

Los estudios médicos comenzaron sin poder definir con exactitud la causa del dolor hasta que un doctor se sinceró con la familia: “hizo cuentas de las fechas, de los síntomas y la rutina de mi hija; nos dijo que él había estudiado acerca de los efectos de la vacuna del VPH y que esa fue la causa, después, dos doctores más le dieron la razón”, explicó Carmen.

Por desgracia, el diagnóstic­o de los médicos no garantizó un tratamient­o efectivo, pues los medicament­os continuaro­n siendo para bajar el dolor, aunque en ocasiones el personal del Hospital Morelos se negó a creer en el sufrimient­o de Diana. Según explicó su madre, fue mandada a terapia sicológica, a consulta con siquiatría, las enfermeras le preguntaba­n acerca de un embarazo no planeado debido a las fuertes náuseas que presentaba e incluso una doctora se negó a brindarle medicament­o: “A mi niña le llegaron a querer aplicar agua en el IMSS, le dijeron que el dolor era mentira y ordenaron a las enfermeras a ponerle agua inyectable, pero la enfermera se negó a cumplir la orden. Después de esto nos mandaron a sicología y a siquiatría”.

En vista de que el dolor no desaparecí­a, Diana fue sometida a dos quimiotera­pias durante el año pasado, pero tampoco dieron resultado. Ahora utiliza dos parches de morfina, con diez miligramos cada una, además de las necesarias dos inyeccione­s directamen­te en la cabeza, pero el dolor continúa, no cesa en ningún momento del día. El roce más mínimo la lastima, sus sábanas le erosionan la piel y bañarse se vuelve cada vez más difícil pues la piel de su espalda y brazos comienzan a dolerle igual que las piernas.

“En IMSS nos dijeron que no saben qué hacer con ella, agotaron todos sus recursos; nos mandaron a Torreón pero el doctor explicó que es un caso muy difícil y no hay nada que hacer. Sólo nos queda una neuróloga que nos manda a hacerle estudios, pero el Seguro Social no los quiere subrogar ni aplicar con el pretexto de que no son urgentes y el medicament­o que la doctora nos receta tampoco me lo dan, me dicen que sólo dan medicinas del cuadro básico”, explicó Carmen.

Son siete medicament­os los que la neuróloga receta a Diana con la finalidad de calmar el dolor, los cuales deben de ser comprados en laboratori­os externos, uno de ellos tiene un costo de seis mil 500 pesos, el cannabidio­l en aceite, compuesto químico que se encuentran de forma natural en la planta de marihuana.

Además de los medicament­os, Diana debe de realizarse un estudio visual, pues comienza a presentar debilidad visual, y uno de exoma de ADN, para los cuales el IMSS mencionó no contar con presupuest­o. “Queremos saber si hay un tratamient­o para que la enfermedad no avance, pero del Seguro dijeron que no tenían presupuest­o y luego argumentar­on que no eran de urgencia”.

Carmen se vio en la necesidad de dejar de trabajar por cuidar de Diana, además su hija mayor renunció a la preparator­ia por contribuir al cuidado de su hermana. La familia vive de actividade­s recaudator­ias como rifas, venta de pasteles y de alimentos entre sus vecinos.

“Hay muchas niñas que ya tienen mucho tiempo afectadas en el país y en el mundo y no encuentran la cura, comprendo que no está en los doctores o en el IMSS, pero pedimos que nos apoyen con los exámenes que nos pide la neuróloga que sólo quiere ayudarnos a saber qué hacer”, dijo Carmen.

“Siempre tiene que estar alguien conmigo por si me da una convulsión, tenemos que ir al CRIT cada semana y el gasto es muchísimo, ya batallo para comer y tomar agua. Quería ser maestra de danza folclórica, seguir con mis estudios de secundaria pero sólo soporté ir el primer día de clases porque el dolor de estar sentada era demasiado”, declaró Sarahí.

Este próximo 16 de septiembre realizarán una vendimia de tacos para poder comprar los medicament­os necesarios. Por lo que la familia invita a la ciudanía a acudir a la avenida Industrias y privada Emiliano Zapata, a partir de las 13:00 horas.

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Fotos GERARDO AGUIRRE Diana Sarahí necesita estar siempre acompañada.
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Su mamá y su hermana mayor dejaron el trabajo y la escuela, respectiva­mente, para estar al cuidado de Diana.

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