Tarde de estreno en Cámara de Diputados
CDMX.- Como días de campaña, como apéndice de un debate, con rencor y amenazas mal contenidas, con promesa –reiterada, repetida, tenaz, porfiada- de “ahora sí” acabar con pobreza, corrupción, violencia, impunidad y la evocación de los pobres pobres, de las mujeres ofendidas y de los miles de desaparecidos, así ocurrió ayer en el Palacio Legislativo de San Lázaro la ceremonia de Apertura del Primer Periodo de Sesiones Ordinarias del Primer año de Ejercicio de la LXIV Legislatura.
“Hay 398 diputados y 87 senadores”-se enteró a Porfirio Muñoz Ledo- “Hay quórum”. El eminente político, archisabido de estas lides impuso personalidad y conocimiento, experiencia y tacto para llevar adelante una sesión rayando en la grisura, controló a los bien distribuidos y estimulados “paleros” y gritones que a buenas horas intentaron acallar a sus contrarios. Adherentes francos de Morena consiguieron lanzar puñetazos al aire al tiempo que realizaban puntual conteo de uno hasta 43 por los normalistas de Ayotzinapa.
Se vivió en San Lázaro una tarde-noche de estreno, de curul, de grupo, de lema y estribillo. de aplausos sin sentido, de gritos destemplados. Desde el muy desprestigiado Peté –patrimonio de Alberto Anaya– hasta el vehemente Mario Delgado, se anticipó la IV refundación. El IV Renacimiento, la IV metamorfosis de México, el nacimiento –el cuarto– de esta República.
Aunque el diputado Carlos Alberto Salas –del Partido Verdese las ingenió en elogiar y aplaudir las reformas estructurales deEnrique Peña Nieto.